De elecciones anticipadas a un gobierno progresista que demostrará el entendimiento entre la izquierda. Giro de guion. La amenaza se rebeló un farol. O no. A saber. Sobre las tablas de la política cada día se interpreta un libreto distinto al anterior.
Ahora es cuestión de tiempo. Pedro Sánchez no ha dicho no. Tampoco sí. Sólo ha tomado nota y pactado con Pablo Iglesias la semántica. Ya no hablan de gobierno de coalición, sino de cooperación. El término es lo de menos, lo que importa es el contenido. Podemos quiere entrar en el Ejecutivo y tiene claro dónde y cómo. En las áreas sociales y con el compromiso de no interferir en los asuntos económicos que al PSOE le puedan generar problemas en Europa.
Este es el planteamiento y esta la respuesta. Iglesias no se mueve del marco inicial, pese a la amenaza de Sánchez de repetir elecciones. Y el presidente le ha pedido tiempo. Una espera paciente hasta que se constituyan todos los gobiernos locales y autonómicos. Mientras, mantiene el cortejo a Ciudadanos. Es el único que cree a estas alturas que Rivera puede virar el rumbo y apoyar al PSOE en algunos territorios. La operación Villacís a cambio de Gabilondo sigue viva, si bien son mayoría quienes creen que carece de la más mínima posibilidad de éxito. Si el líder de Ciudadanos intenta colar tres mentiras en una rueda de prensa con tres preguntas, qué no haría de socio durante toda una legislatura.
Lo de ahora es sólo una batalla más por la semántica y por el relato hasta que el presidente se cargue de argumentos y no le quede otra que aceptar un par de ministros de Podemos
Cuando esto pase el impás hasta que se construya el mapa local y autonómico y Sánchez se caiga del guindo de un Rivera resistente a las presiones y a la fiabilidad, volverá a mirar a Podemos. En su cita con Iglesias, le planteó la entrada en el Gobierno en niveles inferiores. La propuesta no convenció a los morados, y si fuera ésta la última palabra del PSOE, Iglesias la sometería a votación entre sus inscritos. No tiene duda de que se saldaría con un no mayoritario a la investidura.
La hipótesis de una repetición electoral no le interesa a nadie. Y menos a una izquierda fraccionada, que se dividiría aún más en una nueva convocatoria electoral. La sombra del nuevo partido de Errejón planea sobre Podemos, pero también sobre el PSOE.
En el horizonte se atisba un gobierno de coalición, cooperación, asociación… O como lo quieran llamar. Los números dan. 165 (PSOE) + 6 (PNV) + 1 (PRC) + 1 (Compromís) dan 173. Haría falta sólo una abstención. ¿Alguien duda de que ERC, PDeCAT o Bildu no estarían en disposición de facilitarla o que Sánchez la rechazaría?
Tiempo. Hace falta tiempo. Lo de ahora es sólo una batalla más por la semántica y por el relato hasta que el presidente se cargue de argumentos y no le quede otra que aceptar un par de ministros de Podemos. El resto es más bien un juego entre pillos por ver quién impone sus condiciones al otro o quién ha claudicado. Atentos…