Casi desde que el PP es PP, y de esto hará pronto 30 años, cada vez que un dirigente de la derecha española quería exhibir músculo organizativo y superioridad frente al adversario sacaba a pasear sus más de 800.000 militantes. En alguna ocasión llegaron a decir que el número de afilados rozaba el millón. Tal cual. Así, a vuela pluma, sin calculadora y sin registro manual o digital.

Pasó el tiempo, llegó la nueva política, la herida del bipartidismo, los escándalos de corrupción… Y ellos, los populares, seguían con la cantinela de ser el partido con más afiliados de la galaxia política. Inmunes incluso a la demografía: porque nunca contabilizaron siquiera las bajas por defunción. Ríanse ustedes del milagro de los panes y los peces. El PP multiplicaba afiliados como Dios mendrugos y pescados para dar de comer a la multitud.

Sólo Cristina Cifuentes ―al César lo que es del César― se atrevió, cuando presidió durante un año la gestora de Madrid, a cuestionar tan colosal cifra antes de someterse a unas primarias para ocupar el puesto que durante años había pertenecido a Esperanza Aguirre. De casi 100.000 militantes que decía tener el PP madrileño, el censo fue reducido a 68.000, tras un proceso de actualización que se prolongó durante meses.

El procedimiento fue sencillo aunque prolongado en el tiempo, ya que el mapa regional se troceó en 13 zonas para que agrupación por agrupación un equipo de 20 personas realizara miles de llamadas de teléfono. De aquel proceso de depuración salieron a la luz más de 4.000 carnés fantasmas, cientos de fallecidos, otros tantos morosos que llevaban años sin abonar la cuota y aprovecharon entonces para tramitar su baja y más de 24.000 “ilocalizables” de los que no había siquiera constancia domiciliaria o telefónica.

Sólo 64.523 militantes de los más de 860.000 que el PP siempre dijo tener se han inscrito para participar en la elección del sucesor de Mariano Rajoy

Desde entonces, el PP de Madrid protocolizó un modelo que obligaba a las agrupaciones a volcar todos los cambios en un registro digital y a designar un responsable de afiliación formado en el manejo de bases de datos.

El resto de territorios pudo pero no quiso hacer lo mismo que Madrid y, ahora, con las primarias para elegir nuevo presidente nacional, se llevan las manos a la cabeza: que si el 90 por ciento de la militancia no está al corriente de pago; que si el censo está inflado; que si la participación directa no ha despertado el interés esperado…

El caso es que, tras varios días de silencio administrativo por parte del comité organizador de las primarias, ya hay dato oficial. Y sólo 64.523 militantes de los más de 860.000 que el PP siempre dijo tener se han inscrito para participar en la elección del sucesor de Mariano Rajoy. A la vista del porcentaje ―menos del 8 por ciento― o el proceso no ha entusiasmado ni a su propia parroquia o el partido nunca tuvo la militancia de la que presumió. Y, después de lo ocurrido en Madrid, estamos más bien ante lo segundo. Ante otra gran mentira. Y esta, como otras muchas, la proclamaban aún a sabiendas de que lo era.