De Manuel Azaña eran conocidas sus diatribas contra una parte de la izquierda durante la República. En sus diarios lo describió del siguiente modo: “Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Casi un siglo después, la descripción lo mismo serviría para la izquierda que para la derecha actual. La competencia de los renovados liderazgos del nuevo mapa político, salvo para el regate corto, está por testar. Se mire por donde se mire cuesta encontrar en las estrategias de todos ellos razones de país, más allá de una retahíla de iniciativas aisladas que buscan la conquista del titular o un puñado de votos que les permita ascender en el tablero electoral.
Y viene esto al hilo de la penúltima crisis en Podemos. Esta vez en Madrid. No es un “Jaque Pastor”, pero sí otra derivada de todo aquello. El caso es que cuando Pablo Iglesias volvía a encontrar su espacio, cuando la formación disfrutaba de las mieles de ser socio preferente de Gobierno y cuando ya pocos se acordaban de las heridas que dejó Vistalegre II, van seis concejales del Ayuntamiento de Madrid encabezados por la errejonista Rita Maestre y la lían parda al negarse a cumplir el código ético y los estatutos de la formación que les obligaban a pasar por unas primarias para formar parte de la plataforma ciudadana con la que Manuela Carmena se presentará a la reelección del Ayuntamiento capitalino.
Entre Manuela y Podemos, Rita Maestre y otros cinco ediles han decidido convertirse en satélites de la alcaldesa sin afiliación política. Hasta aquí todo bien si no fuera porque la dirección les ha suspendido cautelarmente de militancia, algo obvio dado el flagrante incumplimiento de las normas internas. Podemos se encuentra ahora sin representación en el gobierno municipal, pero es que además de salir debilitado de esta partida tendrá que elegir si competir electoralmente contra Carmena con una lista encabezada por el ex-JEMAD Julio Rodríguez ―un escenario que está descartado por completo― o quedarse con una exigua representación en la candidatura que presente la actual alcaldesa.
“Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”
De once representantes que pactaron con ella para la formación morada, habrá que descontar ya los seis que han roto con la disciplina de partido y que pasarán a ser independientes. En el mejor de los casos, Podemos tendrá cinco miembros en esa candidatura, pero si la negociación empieza ahora de cero, la conclusión es que tras la crisis subyace nada más que la guerra abierta por la sucesión de la alcaldesa, de la que todos esperan una retirada a mitad del mandato. Maestre vs. Rodríguez. Eso será con la venia del PSOE, que si presta sus votos para que gobierne Camena, no sólo exigirá entrar en el gobierno local, sino tener también algún papel en la sucesión.
Una vez más, la izquierda y sus eternas convulsiones internas, que en el caso de Podemos además lo que subyace tras ellas es una crisis de modelo evidente. Lo ocurrido en Madrid trasciende las fronteras de la M-30. Sin ir más lejos tres concejales morados del Ayuntamiento de Valladolid se han ido ya del partido, y seis de los once parlamentarios regionales en Castilla y León han anunciado que no repetirán bajo las mismas siglas. Vamos, que Podemos tiene un problema en los territorios además de una profunda crisis de organización que no resolvió en su último congreso.
¿Alguien que piense en un proyecto de país o de ciudad? Pues eso: que ni una idea alta, que diría Azaña.