Días, horas, minutos, segundos… Tic, tac, tic, tac, tic… Manuel Moix caerá. No lo duden. Más pronto que tarde. Como cayó Bárcenas, y González y Rato, y Granados, y Soria, y Sepúlveda y otros tantos. Ya hemos perdido la cuenta. Lo del fiscal anticorrupción no es una cuestión legal, cierto, pero sí de obcecación de un Gobierno empeñado en hacer pasar por normal ante la opinión pública lo que es insostenible hasta que deja de serlo por la fuerza de los hechos.
Resulta que para el PP forma parte de su guión de la democracia que un presunto delincuente de la talla de Ignacio González se felicite del nombramiento del fiscal anticorrupción porque es “un tipo cojonudo” que cuidará de “nuestros asuntos” -los judiciales, se entiende-. Resulta que al partido del Gobierno le parece habitual que el encargado de perseguir a los corruptos se resista a que se impute a un dirigente popular por pertenecer a una organización criminal. Resulta que a los señores de la calle Génova y de La Moncloa además les parece normal que el señor Moix sea propietario del 25 por ciento de una sociedad offshore en un paraíso fiscal. Ya han oído a Celia Villalobos, que ha sido la última en piar: “Igual queremos que alguien sea pobre de solemnidad”.
No es cuestión de indigencia, sino de decencia. El debate no es que alguien acumule patrimonio, sino si lo ha hecho honradamente. Y no parece este el caso de ninguno de los dirigentes del Partido Popular que ya está entre rejas, ni tampoco de cuantos están siendo investigados por la Justicia. Suponemos que a Villalobos le dan las entendederas para esto igual que le darán para colegir que el máximo responsable de perseguir a los corruptos en España no puede ser propietario de una empresa radicada en Panamá por muy heredada que sea y aunque lo haya declarado ante Hacienda, que está por demostrar que así sea. De momento, sabemos que lo ocultó a la comisión del Ministerio Fiscal que se encarga de establecer las incompatibilidades de los fiscales y al fiscal general del Estado. Por algo sería.
Moix caerá, pero una vez más lo hará tarde, mal y habiendo pretendido que pasemos por idiotas
Que el encargado de perseguir el dinero que se fuga del país sea copropietario de una empresa en un sitio especializado en ocultar grandes patrimonios es inmoral en todo caso, mucho más en el caso de un fiscal que en tres meses que lleva en el cargo ha dado más tardes de gloria que Curro Romero en Las Ventas, pese a que el Gobierno se empeñe no sólo en mirar hacia otro lado, sino en que miremos todos los españoles.
Se pongan como se pongan Rajoy y sus ministros, al frente de la Fiscalía Anticorrupción no puede seguir un segundo más alguien que es noticia cada día, y no precisamente por los corruptos a los que persigue sino más bien por lo que intenta proteger. Pues parece que alguien ha decidido ya que Moix abandone su puesto. Sólo faltaba que además de tener que declarar en la Audiencia en persona, y no por plasma como pretendía, el presidente del Gobierno tenga que ocuparse de este otro “acontecimiento” protagonizado por esta otra “persona sobre la que usted me pregunta”. Caerá, pero una vez más lo hará tarde, mal y habiendo pretendido que pasemos por idiotas.