“Haz que pase” ya no es un lema. Es un meme. Una pista para la chanza. Lo han puesto en bandeja. Lo comentan propios y extraños. Y no dan crédito ni los unos ni los otros. Mira que se habían empeñado en hacerse el muerto para no cometer errores que sirvieran de munición a los contrarios. Y hasta ahora lo habían logrado. Ni una línea en el programa sobre Catalunya ni dos días duró en la agenda mediática la reflexión de Iceta sobre la búsqueda de una solución de la democracia cuando la base social del independentismo llegase al 65 por ciento.
Admitir esa cifra es admitir el fracaso o quizá apuntar una solución a largo. Pero ni por esas. A los socialistas les basta con dejar que la derecha siga dando bandazos, ponga 30 segundos delante de un micro a alguno de sus flamantes fichajes o se pelee entre ella a ver quién es más extremo en el tablero ideológico. Ellos a lo suyo. Siguen al alza en las encuestas. De la “España que queremos” al “Haz que pase”. De un presidente sin exposición mediática a un candidato acompañado en cada acto por una pléyade de asesores en nómina del Gobierno, y no del partido.
Y no pasa nada. Hasta que pasa con el “Haz que pase”. Un simple eslogan convertido en pasto de mofas y befas. Inspirado en la película del Titanic y en el célebre “haz que cuente” o “haz que valga la pena” de la película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet se ha convertido en TT en Twitter, y no precisamente por ser acertado, sino por poner en pista a la oposición para que pida al electorado que pase de Sánchez.
En esta campaña no se habla de sanidad, ni de educación, ni de dependencia, ni de alquileres, ni de vivienda…
Los equipos de respuesta rápida del PP se salieron de la tabla porque en menos de media hora ya habían contestado con un vídeo al reclamo del PSOE, además de con el hashtag HazQuePaseYnoVuelva. ¿El Titanic? Pues eso, que el PSOE se hunde y “pretende que la orquesta siga sonando y la paguemos todos”, se despachó en su cuenta Pablo Casado. El resto, lo pusieron el talento y la toxicidad que suelen pasear a medias por las redes: que pasen, pero de largo; que pase el “golpista” Sánchez y todo el “infecto PSOE”; que pase pronto; que pase a la oposición…
En esta campaña no se habla de sanidad, ni de educación, ni de dependencia, ni de alquileres, ni de vivienda… En el menú electoral, como en toda la nueva política, el debate salta por donde uno no lo espera y por los asuntos más nimios. Ahí lo tienen. Los formatos, los líderes, los mensajes, las redes sociales, la nueva derecha… Todo es distinto. El colmo de la novedad es quizá un candidato, que es también presidente de Gobierno, presente su propio diseño y eslogan de campaña y que lo haga ante una clac de ministros, jefes de gabinete, directores generales y jefes de prensa ministeriales… Y encima le cueste un disgusto.
En el plan antiguo de esta intendencia electoral se encargaban los secretarios de organización, los responsables del comité electoral o el último gurú de la comunicación incorporado a las siglas. Se solía hacer en la sede del partido y ante la prensa. Pero como en en el nuevo PSOE todo es Sánchez y todo es a lo grande ha sido el propio candidato el encargado de hacer los honores ante un nutrido grupo de cargos políticos en una minúscula dependencia del viejo Palacio de los Deportes, hoy llamado WiZink Center. Y, con todo, lo de menos fue el sitio, el público o el formato porque el lema ―“Haz que pase”― pasará a la historia, y no de la de los aciertos publicitarios.