De madrugada, plácidamente, de manera imprevista. Se me hace difícil escribir. Mi cabeza y mi corazón se resisten a admitir el hecho. No creía que tú, precisamente tú, pudieras morir. Tú eres la vida personificada, tú eres de aquellos que disfrutan de la vida en cada instante, por todos los poros de tu piel, en todas las cosas que haces. Pero todavía más; tú insuflas vida en todos aquellos que tenemos la suerte de compartir cosas contigo. Querido Lluís, querido Juste de Nin, querido amigo, se me hace muy difícil asumir que no podré, y puedo hablar en nombre de muchos, que no podremos hablar contigo ahora, mañana o pasado mañana, de política, del país y de la vida. Se me hace difícil imaginar cómo podrán ser las reuniones del Cercle Catalanista de l'Ateneu.
Querido Lluís, me resulta difícil creer que haya quedado vacía en la agenda la jornada en que ya nos citaste para la presentación de tu nuevo libro, de tu nueva novela gráfica. Querido Lluís, se me hace difícil imaginar que no haremos ninguna paella más, ninguna cena más, y que no te encontraré por aquí y por allí, con tu querida Neus y con Tània. Querido Lluís, se me hace imposible imaginar que no podremos disfrutar día a día de tus atributos humanos, de tus valores y tus maneras. Eres un hombre positivo, luchador, fraternal, progresista, de izquierda izquierda, dices tú. Tienes una capacidad de hacer cosas extraordinaria. Amas mucho tu país. Lo quieres libre, democrático y progresista. Te sabe mal esta España que no ha sabido ser de todos. Has luchado siempre a favor de la justicia social. Lo hacías cuando utilizabas tu extraordinario talento para dibujar, para contar historias a través del dibujo. Como caricaturista te defines. Lo has hecho siendo El Zurdo y después L'Esquerrà. Lo has hecho colaborando en todo tipo de publicaciones antifranquistas. Lo has hecho trabajando a favor del nuevo país que nacía a principios de los años ochenta y que querías decididamente más catalanizado y justo. Siempre nos quedará tu Norma, aquella joven amable, despierta y simpática que nos ayudó a normalizar la lengua. Siempre tendremos tus novelas gráficas, las que dibujabas a un ritmo prodigioso, para las cuales nos convocabas a todos en fecha prefijada, con un año de antelación, y que convertías en una preciosa fiesta de fraternidad y amistad.
Tú y yo nos hicimos amigos hablando de Andreu Nin y el POUM, y de toda aquella generación de luchadores republicanos que tanto admirabas
Tú y yo nos hicimos amigos hablando de Andreu Nin y el POUM, y de toda aquella generación de luchadores republicanos que tanto admirabas. Un día hablamos de Anaïs Nin y de toda aquella gente que vivía la vida sin dejarla pasar. Como tú has hecho siempre: vivir la vida. Como tú has hecho siempre: insuflando vida en los demás.
Un día, hace 20 años, me dijiste: tenemos que convocar un grupo de gente de todos los colores —transversales, como te gusta decir— que piensen diferente, pero que estén dispuestos a dialogar, a sumar para llevar a este país nuestro a la libertad. Tú nos has mantenido unidos. A través tuyo nos hemos hecho amigos y por encima de todo hemos tratado de poner urbanidad en nuestra manera de observar, entender y hacer la política. Lo hemos hecho durante dos décadas. Y así, desde la convicción de que es unidos como podemos hacer el país que tú soñabas, seguiremos teniéndote en nuestra memoria.
Pienso, Lluís, que puedo decir a todo el mundo que todos los que te hemos conocido y te hemos tratado añoraremos tu inteligencia, tu sensibilidad, tu bondad, tu elegancia y tu extraordinaria habilidad para relacionar a gente que no sabíamos que teníamos tantas cosas en común. Gracias a ti las hemos descubierto. Yo añoro los ratos que nos han servido para mirar de arreglar el mundo, aunque haya sido bastante menos de lo que nos habría gustado. Puedes seguir contando con ello: no pararemos, en memoria tuya, de seguir trabajando por el mundo y el país que deseabas. Y una cosa más te puedo asegurar, amigo: mientras vivamos, y para siempre, te querremos.