El artículo de David Fernàndez en el diario Ara es el primer intento serio de salir del callejón sin salida donde estamos instalados. Pero con dos votos, sólo abrimos la puerta de la nevera. Si con lo que hay dentro queremos preparar una comida, necesitaremos alguna cosa más.
Dos votos evitan unas elecciones que podrían empeorar la actual correlación de fuerzas. Dos votos evitan esta carrera del "a ver quién carga con el muerto del no acuerdo". Dos votos permiten tener un gobierno que empiece a trabajar (al fin). Dos votos permiten tener un Parlamento que funcione (al fin). Dos votos permiten reanimar una moral que ahora mismo está en la planta de oportunidades de un bazar chino. Dos votos pueden recoser una grieta que se ha ido haciendo tan grande que ya empieza a tener espacio para guardar la jeta de Montoro. Dos votos son eso y algunas cosas más. Pero estos dos votos necesitan el "folre i manilles" que los castellers usan en sus contrucciones.
Si hemos que tener una legislatura de 18 meses, estos dos votos tienen que venir acompañados de un pan de kilo bajo el brazo. Y este pan se llama pacto de estabilidad, acuerdo de presupuestos y apoyo parlamentario. ¿En qué términos? Bien, si hacemos caso a lo que dicen algunos implicados, eso es lo que hay que acabar de rematar porque parece ser que una parte de la negociación ya está bastante adelantada. Lo que no tendría sentido es dar dos votos y al cabo de un mes reprobar a un conseller, o no dar apoyo a una ley, diga pobreza energética, diga ley sobre peajes.
Por lo tanto, una vez abierta la nevera, miremos qué queda dentro. Tiremos lo que esté podrido y, a partir de aquí, que entre todos elaboren el menú más factible, que lo lleven juntos a la mesa y que lo defiendan hasta el momento de los cafés. Y si por el medio hay que retirar algún plato, que todo el mundo tenga claro que se hará porque no hay más remedio y por el bien del menú, no para ningún lucimiento ni rabieta de uno de los cocineros.
Porque, como diría Gabriel Rufián con su lenguaje poetico-político: Eso no va (sólo) de dos votos.