"Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad"
Montesquieu

Vengo a hablarles del extraño caso de la denunciante de una agresión sexual que no tiene ninguna prisa en acudir al juzgado a ratificarse en su denuncia y del presunto agresor que pide acudir a declarar cuanto antes. De todos es sabido que quienes buscan justicia no tienen prisa y a quienes se les quiere aplicar arden en deseos de verse ante el juez. En todo caso, esto es exactamente lo que está sucediendo con la única denuncia judicializada contra Iñigo Errejón, dado que ninguno de los otros relatos de supuestas agresiones ha pasado del desahogo anónimo ejercido en una red social.

Esta tostada huele raro o como poco destila un misterio que a lo mejor no lo es tanto.

Saben —porque no hay nadie que no se haya enterado— que después de las acusaciones anónimas sobre la forma de practicar sexo del ya exdiputado de Sumar —recuerden, era algo así como "parece que se masturba con tu cuerpo", pero el cuerpo no lo retiras— y mientras escuchaba un programa de televisión en el que yo participaba, una joven actriz comunicó espontáneamente en redes sociales que ella sí iba a denunciar a Errejón. Dicho y hecho, esa misma noche se fue al grupo correspondiente de policía e interpuso denuncia que fue turnada al juez Adolfo Carretero. Este la admitió a trámite y la llamó para un trámite imprescindible, ratificarse en la denuncia, dado que los delitos sexuales son delitos semiprivados y solo se persiguen a instancias de la víctima. Así que la citó la semana pasada para hacerlo. Héteme aquí que su abogada, Carla Vall, la misma que lleva a Jenni Hermoso, pidió suspender los plazos procesales debido a su avanzado estado de gestación y a que estaba de baja. El juez dijo que nanay y la citó para ayer, a la par que a Errejón, para tomarle declaración.

No se produjo esa ratificación porque a un segundo escrito presentado, en el que se adjuntaba una baja oficial, el juez madrileño contestó haciendo una original finta procesal que enviaba a Íñigo Errejón al limbo durante al menos medio año, sin posibilidad de defenderse. El juez Carretero ordenó suspender todos los plazos procesales y proceder a un archivo provisional de la causa hasta que la abogada, que se ha negado a nombrar a alguien de su despacho que la sustituya, comunique que ya está lista. ¿Y mientras Errejón? ¿Qué pasa con él? ¿Está imputado o no está imputado? ¿Está imputado, pero no puede declarar, dar su versión y defenderse? No hay una respuesta unánime, puesto que es la primera vez que se ve una cosa como esta y los penalistas no terminan de ponerse de acuerdo. No parece lógico que la parte denunciante ponga todas las pegas para arrancar la investigación y deje al denunciado colgado de la brocha y con el sambenito de la imputación a cuestas.

El lío viene porque el artículo que regula los supuestos de sobreseimiento en la Ley de Enjuiciamiento Criminal solo recoge dos posibilidades: que no se haya constatado que los hechos sean delito o que no haya indicios de la autoría. Aquí, sin embargo, de lo que se trata es de una baja por embarazo, parto y baja maternal y lo que hace Carretero es afirmar que en lo penal esto no está previsto, pero que acude subsidiariamente a la ley civil para paralizar los plazos y para que esta paralización no agote el tiempo de instrucción que permite la ley decreta el archivo provisional. Un lío, pero un lío con retranca y con consecuencias.

Una ilusión truncada, un tipo que no es como te parece y que va directo al grano, no constituyen un delito

El primer problema que presenta la situación es la condición de lenguaraz impenitente de la denunciante. Y es que Elisa Mouliaá no se ha privado de hacer declaraciones por tierra, mar y aire. Es así como nos hemos enterado de que, según ella, lo que sucede es que su abogada "lo quiere hacer todo de forma tranquila, con seriedad y sin prisas", o sea, que lo del embarazo viene siendo una excusa para ralentizar el procedimiento. También nos ha contado que pretende buscar más clientas entre las denunciantes anónimas de Errejón y preparar una especie de causa estratégica contra él. Esta idea, junto con "el lío" que está siendo organizar a todas las mujeres "que viven en distintas ciudades" fue el argumento esgrimido por la propia actriz en declaraciones al medio Artículo 14. Con clientes así, quien precisa de abogado contrario.

No resulta, por tanto, muy extraño que la abogada de Íñigo Errejón, Eva Gimbernat, piense que todo esto es una añagaza, una milonga, un truco procesal, a saber si para —en efecto— intentar esa extraña demanda conjunta, sin ningún viso de prosperar, o para dejar morir la cuestión por falta de materia penal. Es raro que tengan tan poca prisa incluso en "personarse en debida forma", cosa que no han hecho y que el juez Carretero les recuerda en su auto. No resulta raro que la abogada de Errejón haya decido recurrir en apelación ante la Audiencia Provincial de Madrid tan extraña finta procesal ejecutada por el juez, y podemos deducir de todo ello que tiene intención de que su patrocinado no se acoja a su derecho al silencio y que declare efectivamente para dar su versión. Y es que será su primera oportunidad de explicar su versión de unos hechos que, tal y como los ha relatado Mouliaá, no parecen constituir ningún relato delictivo. Una ilusión truncada, un tipo que no es como te parece y que va directo al grano, no constituyen un delito. La falta de consentimiento se diluye cuando sigues aceptando continuar con él e incluso irte a su casa. La agresión es más que dudosa cuando tú misma afirmas en una entrevista que cuando le dijiste que no estabas por la labor y que parara, paró y tuvisteis una larga conversación.

Con todo eso en el maletín, la abogada de Errejón querrá hacerlo declarar y pedir un sobreseimiento no provisional sino libre de una cita que nunca debió llegar ante un juez. Los otros testimonios que se han barajado en el famoso Instagram tampoco hasta el momento parecen revestir cariz delictivo. El único relato claramente delictivo es el de la chica a la que toco el culo y la entrepierna en un concierto y esa no creo que tres años después se meta en la zambra de denunciar, visto el caso que le hicieron entonces en su partido. El aquelarre se pudo montar con un objetivo que ya se ha cumplido con creces.

Íñigo Errejón está políticamente acabado y bien acabado, por hipócrita y por falso y por su doble discurso, empalagosamente feminista en público y sádicamente salido en privado. De ahí a que se decrete su muerte civil, se le cuelgue el dogal y se le pretenda condenar nada menos que a prisión hay un mundo. El procedimiento penal al menos le iba a dar la oportunidad de defenderse, hasta que el planteamiento de la parte denunciante ha hecho saltar esa posibilidad por los aires.

Veremos que dice la Audiencia. Es muy dudoso que apoye la idea de mantener imputado durante meses a un señor en un procedimiento en el que ni siquiera la denunciante ha comparecido para decir que sí, que quiere seguir adelante. El extraño caso de la denunciante remisa tendrá más capítulos y es apasionante. ¡Ah, el libro de Fallarás lleva desde el lunes en la calle! Que lo grave no nos despiste de lo importante.