Jean de La Fontaine publicó en la segunda mitad del siglo XVII, y en dos partes, una recopilación de 243 fábulas, en las que escribía en forma de poema unas historias en las que diferentes animales presentaban características humanas y que permitían extraer algún principio moral.

Antes de La Fontaine, incluso antes de Cristo, Esopo practicaba ya las fábulas y, de hecho, se lo considera el fundador de este género. Otro poeta de fábulas fue el griego Fedro. El francés se inspiró en escritos de ambos, y tuvo un gran éxito.

He escogido seis, de las que explicaré brevemente el argumento y la lección moral que se deriva de ellas, e intentaré aplicarlas al caso del asociacionismo en nuestra casa.

El águila y el escarabajo es una fábula recogida por La Fontaine que se inspira en un cuento homérico, que fue versionado por Esopo. La enseñanza de esta fábula es que no se puede despreciar a nadie, a pesar de su apariencia de debilidad, porque no se sabe nunca qué poderes escondidos puede tener. De hecho, las revanchas de los despreciados dieron lugar, en el mundo grecolatino, a varios proverbios donde aparecía el escarabajo como recuerdo de esta fábula. Lección: no se puede despreciar a las asociaciones pequeñas porque pueden tener palancas de fuerza desconocidas.

El asno revestido con la piel de un león presenta como lección que las apariencias engañan y que no hace falta fiarse de la primera sensación. De hecho, el asno no puede esconder su auténtica naturaleza, aunque a menudo en diferentes fábulas aparece como personaje vanidoso o tonto. Por el contrario, el zorro es el paradigma de la astucia, y por eso no se deja engañar por la piel del león, que es el símbolo del poder. Lección: el poder intentará engañarte, se presentará bajo determinadas apariencias, pero vigila y no seas tonto.

Una de las más conocidas, sin duda, es la fábula de La cigarra y la hormiga. Nos presenta a una cigarra que, después de pasarse el verano cantando, al llegar el invierno se encuentra desprovista de alimento y pide a su vecina, la hormiga, que le deje algún grano para poder pasar el invierno, a la vez que le promete que cuando el verano llegue le devolverá el préstamo con intereses. La hormiga le pregunta qué ha estado haciendo durante el verano y la cigarra le responde que cantar. Al oírlo, la hormiga se gira y le dice a la cigarra que espabile, recriminándole su pereza. Lección: hace falta pico y pala todo el año, y la despreocupación puede comportar la desaparición de una asociación. Hacen falta dirigentes de asociaciones que sepan ahorrar, que sepan gestionar y que se adhieran a los principios del esfuerzo y del trabajo.

Otra muy bonita es El cuervo y el zorro. En esta fábula, un cuervo está comiendo un trozo de queso (o uva, según la versión) y un zorro lo va a ver. Dado que el zorro quería la manduca empieza a llorar, y quiere halagar al cuervo diciéndole que había oído decir que cantaba mejor que ningún otro pájaro. El cuervo, vanidoso, quiso hacer una demostración de su canto, abrió el pico, el queso cayó, y fue a parar directamente a la boca del zorro. Lección: cuidado con la vanidad y con las adulaciones de terceros. A menudo no se basan en cualidades reales, pero se llevan la manduca.

Larga vida al asociacionismo, si sabe leer las lecciones de estas fábulas

La quinta que querría comentar es El molinero, su hijo y el asno. En este caso, tenemos a un molinero que va al mercado con su hijo. Cargan la mercancía a lomos del asno y ellos van a pie, hasta que oyen a unos vecinos que se burlan de ellos porque van a pie teniendo un transporte. El molinero decide entonces subir al hijo al asno. Pero entonces una mujer dice que el hijo no tiene piedad de su padre, y acto seguido, el molinero hace bajar al hijo y sube al asno. En efecto, aparece un campesino que se exclama que es un padre desnaturalizado porque hace que el niño vaya andando mientras él va bien cómodo. Al final, hartos de unos y otros, los dos deciden subir encima del asno, pero no tardan en aparecer unos hombres que les llaman exclamados que son unos maltratadores para cargar tanto al pobre animal. Lección: nunca se puede contentar todo el mundo y cualquier decisión traerá críticas de unos u otros y, por lo tanto, hay que mantenerse en las propias convicciones y criterios. Lección especialmente útil para dirigentes.

Para acabar, a la fábula de El cuervo y el zorro querría hacerle una variante e introduciría a un buitre. Un buitre que va dando vueltas entre y sobre las asociaciones y, cuando ve a alguna en estado de debilidad o de momentáneo cansancio, lo ataca y se come toda su carne y aprovecha toda su sustancia, hasta dejarla fuera de combate. Quizás alguien creerá que eso no pasa, pues os aseguro que, en lugar de una fábula de La Fontaine, en muchos casos se parece más a las páginas vividas de Folch i Torres; y que cada uno saque la lección correspondiente.

Lección resumen: no despreciéis a los pequeños, que no necesariamente son débiles; el poder intentará engañaros y, por eso, hay que desconfiar; pico y pala, y esfuerzo y trabajo todo el año; cuidado con la vanidad y las adulaciones de terceros; nunca se puede contentar a todo el mundo y hay que mantenerse en las propias convicciones; siempre hay buitres dando vueltas, dispuestos a atacar en situaciones de debilidad o de falsa confianza, y es cuestión de protegernos. Larga vida al asociacionismo, si sabe leer las lecciones de estas fábulas.