Hay dos agendas políticas encaminadas cada una a su sesión de investidura. Una aparentemente fallida, otra con opciones. Hay una agenda para hacer tiempo, otra para aprovechar el que le sobra al otro. En la oficial, a Feijóo le cuesta cada vez más rellenar el calendario semanal con el goteo de las rondas de consultas. El PNV, Aitor Esteban, acudirá este jueves “por educación”. Los antiguos aliados vascos no tienen nada que decir al PP salvo el ‘no’. En plena relación rota del PP con PSOE y Sumar, materializada en la foto incómoda con Sánchez, Yolanda Díaz designó a su portavoz, Marta Lois, para el encuentro con Cuca Gamarra. En respuesta, la portavoz del PP le ha mandado a su número tres, Carlos Rojas. Puro pique infantil llevado a las Cortes.

Luego está la agenda real, ese tiempo basura de Feijóo que el PSOE utiliza en los frentes de negociación a varias bandas. De momento, desde el núcleo duro de las negociaciones socialistas insisten en que las conversaciones con Junts están blindadas. Ni se filtra en qué momento están, ni el PSOE lo comparte con Sumar.

Para el PSOE, no es solo el marco de una posible Ley de Amnistía, es el de la investidura. Tiene más que ver con qué pone uno y qué aporta el otro. Abordar un ‘problema enquistado’ más allá del mero trámite de Junts utilizando los siete votos para rédito propio. De las peticiones de Carles Puigdemont, hay dos peros inmediatos sobre los tiempos y las formas. Está prácticamente descartado que pueda haber una Ley de Amnistía (lleve el nombre que lleve) aprobada antes de la fecha límite para una investidura de Sánchez, el próximo 27 de noviembre.

Feijóo parece estar preparando más una moción de censura a Sánchez que un programa de gobierno con el que convencer desde el Congreso. Si Sánchez se expone y se quema antes de lo que toca, Feijóo también se coloca en la oposición semanas antes de su gran día.

Es un texto que exige ser redactado y visado por juristas y constitucionalistas. Con una discusión jurídica y política importante sobre la dimensión, a quién afectaría y en qué medida se aplicaría. Para el entorno del presidente en funciones y el de Sumar, los trámites de las Cortes no dan de sí. El portavoz Ernest Urtasun lo aclaraba incluso en la rueda de prensa de los lunes, dejando la vía abierta a un posible registro o admisión a trámite de una futura proposición de ley. Sobre el ‘relator’ hay varias fórmulas. Puede llegar a ser, como en 2019, similar a una mesa de cumplimiento de los acuerdos. Bipartita, con reuniones semanales o quincenales, de carácter técnico, que sigan el progreso de los pactos.

En cualquier caso, los detalles no se verbalizarán antes de la investidura de Feijóo. Así que las dos semanas largas hasta la fecha del 26-S pedida explícitamente por el líder del PP, es un tiempo de oro para el PSOE. Tres cargos reportan a Sánchez las conversaciones con cada partido. Sin intermediarios, sin ruido. Las propuestas que se acuerden con Sumar, pilotadas por Nacho Álvarez del lado de Sumar, serán refrendadas por la militancia del PSOE como acuerdo de gobierno. Respecto a los acuerdos de investidura con el resto de formaciones, Junts incluido, no está recogidos la consulta en los estatutos del PSOE.

Molestos con la locuacidad de Sumar, el PSOE se desmarca del equipo de juristas coordinado por Jaume Asens, encargados de la redacción de un posible texto. Un trabajo al margen de Ferraz. Resumido en un ‘ni les hemos pedido nada, ni les necesitamos’. Se trata, para los socialistas, de exponer al candidato que puede fracasar y no de desgastar a Sánchez, dando por hecho que ya habrá semanas para eso.

Mientras, el PP ha activado la misma estrategia que en 2019. Alentar manifestaciones en ayuntamientos contra la ley de amnistía. Anunciar mociones en parlamentos autonómicos. Calentar la calle hasta acabar en otra foto de Colón. De momento, las concentraciones están medio vacías. Y Feijóo parece estar preparando más una moción de censura a Sánchez que un programa de gobierno con el que convencer desde el Congreso. Si Sánchez se expone y se quema antes de lo que toca, Feijóo también se coloca en la oposición semanas antes de su gran día.