Para los expertos en politología las elecciones no se ganan, se pierden. Tiene cierto sentido, le sucedió a Aznar tras el 11-M, a Zapatero con la crisis económica y a Rajoy con la sentencia de la Gürtel. A los cambios de Gobierno, el jefe de la oposición puede llegar con el partido desorganizado —el poder lo recoloca pronto— pero con cierto programa definido. Lo que está ocurriendo en el PP es que más allá de la guerra cultural —capitalizada por Ayuso más que por el PP nacional—, Alberto Núñez Feijóo no acaba de definir las propuestas conservadoras en lo político, lo económico y lo social. La “calculada equidistancia”, como recriminaba Pedro Sánchez en el último cara a cara del Senado, no se concreta en casi nada.
Empezando por lo político, Feijóo no ha respondido a la gran pregunta: ¿Pactaría un gobierno con Vox? ¿Colocaría a España en la estela de Italia? Conocemos la respuesta en lo autonómico, en Castilla y León Vox entró bajo su presidencia. En lo nacional, no ha despejado la duda.
En lo social, dos ejemplos recientes. Feijóo se ha comprometido a derogar la ley trans, al tiempo que aplica medidas idénticas donde gobierna. “No puedo comprender la frivolidad de que adolescentes puedan, simplemente por una decisión ni siquiera meditada, hormonarse”, ha dicho Feijóo en Lleida. La Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, lo ha tachado de ‘bulo’. Las competencias en Sanidad están transferidas en Galicia, donde está permitida la hormonación de menores. La norma, según está redactada, contempla la llamada "autodeterminación de género" —desvincula el sexo de la biología— y está incluida en ocho leyes apoyadas por el PP. Lo hizo en Extremadura con José Antonio Monago en 2015, en Baleares, Murcia, Canarias, y en Cantabria y Aragón se aprobaron con los votos del PP. Esta misma semana, Ayuso se ha negado a derogar la ley trans en Madrid como le pide Vox en la negociación de presupuestos. Antes se había negado en cuatro ocasiones: dos veces en 2016, en agosto de 2021 y en diciembre de 2021, cuando se unió a la izquierda para frenar su derogación como pedía la ultraderecha.
Tampoco ha fijado posición sobre el aborto. En el arranque del curso, Isabel Díaz Ayuso se adelantó en la primera entrevista de la temporada y defendió que la decisión final sea de la menor. "Una vez una mujer tiene claro que no quiere seguir con ello, creo que no puedes obligar a nadie". Horas después, Feijóo se distanció y lo delegó en una postura personal, además de pasar el balón al Constitucional, donde el PP tiene recurrida la ley de plazos desde hace 12 años. Que fijen postura los jueces, antes que el partido.
Alberto Núñez Feijóo no acaba de definir las propuestas conservadoras en lo político, lo económico y lo social. La “calculada equidistancia”, como recriminaba Pedro Sánchez en el último cara a cara del Senado, no se concreta en casi nada
Sobre Catalunya y la cuestión nacional-territorial el PP evita posicionarse. Para Feijóo, la reforma del delito de sedición sería “el mayor atentado a la igualdad en España”. La realidad europea es que en Alemania fue eliminado en una reforma de 1970 tachado de vestigio autoritario. En su discurso de clausura del XIII Congreso Provincial del PP acusó al Ejecutivo de “degradar las instituciones” por tener como socio a ERC. Sobre Pegasus, su posición pasa por criticar la destitución de los máximos responsables del CNI. Mientras, la Comisión Europea mantiene abierta una investigación por la gravedad del asunto. Ese es el estándar y no la politización del marco de valores colectivos asumidos en la Unión.
Más leyes y asuntos de Estado indefinidos: la vivienda. En un acto con Ayuso, Feijóo ha dicho no resignarse a que los jóvenes tengan que cargar “con una hipoteca para mantener un Gobierno”. La ley estatal continúa su tramitación en el Congreso con las enmiendas del PP en defensa de la propiedad privada y sin un plan joven que compense la mayor carencia de varias generaciones. Es más, los jóvenes son la tasa más baja de propietarios, con una caída de 33 puntos en la última década en menores de 35, del 69,3% al 36,1%.
Rishi Sunak decidió gravar los beneficios de las compañías de energía para recaudar unos 6.000 millones de euros. Hasta el 25% de los beneficios de Shell o BP ante sus beneficios disparados. Después aprobó 18.000 millones de euros en ayudas a las familias vulnerables. “No es ideología, es pragmatismo”, dijo Sunak. No está escrito que los conservadores tiren de la fórmula fallida de bajar impuestos, según la demostración empírica de Liz Truss. Y aún con el apoyo de todas las instituciones europeas a la isla energética defendida por el gobierno, el coordinador general del PP Elías Bendodo no corrige el ‘timo ibérico’ e insiste en la intención de bajar impuestos allá donde se pueda.
Hasta ahora, hay un flanco que sí ha definido Feijóo. Y no es menor. El apoyo mutuo con la gran empresa, representada por la CEOE. “Un tío responsable, muy serio y muy capaz”, ha dicho su presidente Antonio Garamendi. No hay ningún miembro del gobierno que cuente con tal cumplido. Ni siquiera Nadia Calviño.
Queda un año para que Feijóo responda a las grandes cuestiones nacionales. Pero también a los retos de la desconexión occidental del gas ruso, la compleja triangulación geopolítica de Europa respecto a EEUU, China y Rusia, junto a la gobernanza europea. La respuesta a la pregunta sobre si Feijóo está preparado, se irá comprobando estos meses. El programa desde luego no lo está.