Francisco García Prieto ha sido durante años la cara, el cuerpo y las extremidades de la Feria de Abril catalana. El invento empezó el año 1971 en Castelldefels con 4 casetas y, después de pasar por Barberà o Santa Coloma, ha acabado en el Forum de BCN. Mientras, él, García Prieto, ha acabado en los tribunales acusado por la fiscalía de saquear los fondos de la FECAC (Federación de Entidades Andaluzas de Catalunya) y de desviar subvenciones públicas que iban a la Feria.

Fue Francisco Flores, secretario de la Fundación FECAC quien hizo la definición más genial del personaje: “Era el Millet del pueblo”. ¡¡¡SEN-SA-CI-O-NAL!!!

García Prieto vio enseguida que aquello era un gran negocio económico y político. Y los políticos vieron enseguida que había que alimentar aquel monstruo, por si las moscas. Y así fue como una parte de los catalanes nacidos en otros lugares fueron usados por los unos para ingresar dinero y por los otros para ingresar votos (bien, o eso pensaban que estaban consiguiendo).

Fíjese cómo llegó a ser de grande la pelota que esta inmensa estafa política, económica e intelectual provocó el nacimiento de Contrastant, un grupo de gente que, hartos de escuchar que 3 millones de personas habían ido en 10 días a la Feria, un día se pusieron en la puerta y empezaron a contarlas una por una. Les salieron un máximo posible de 570 mil.

Sin embargo, volvemos al Millet del pueblo, al Pequeño Nicolás del fino y el “pejcaito frito”. En estas historias siempre aparece el listo de turno. Fèlix, Paco o Nicolás, el nombre tanto da. Él es quien engatusa una constructora, un distribuidor de xopped o un concejal con ínfulas. Son los “conseguidores”, gente que conoce gente y que sabe explotar las debilidades humanas en beneficio propio. Y, como quien usa a los conseguidores obtiene el beneficio buscado, les deja hacer y cierra los ojos a posibles irregularidades. Y es que el trabajo es goloso. Por tus manos y tus ojos pasan tanto dinero, tantos favores y tanta estulticia humana que al final cedes a la tentación, empiezas a descontrolarte, te acaban pillando y se te acaba la fiesta. O no. Porque, ¿realmente se acaba del todo?

Millet y Montull están en casa esperando un juicio que va como el regional de Tortosa. Al Pequeño Nicolau lo promocionan como nueva estrella de los programas de consumo poligonero. Y García Prieto, veremos cómo acaba, pero teniendo en cuenta otros precedentes, el optimismo es mejorable.

Y, sabe lo más bonito? En este momento hay un Fèlix, un Paco o un Nicolás empezando a trabajar para ocupar el lugar de sus predecesores. Y hay un montón de administraciones anhelantes de recibir sus favores para obtener unos objetivos que serán pagados con nuestro dinero. ¿No le emociona esta sincera demostración de comportamiento humano?