Barcelona, 7 de diciembre de 1492. Plaça del Rei. Doce horas del mediodía. Un campesino remensa, llamado Joan de Canyamars; que había pasado largas horas en las escaleras del Palacio Real; se acercaba amenazadoramente al rey Fernando II, que salía del edificio rodeado por su séquito y, burlando todas las medidas de seguridad, lo apuñalaba en el cuello. Las fuentes documentales revelan que Fernando, tumbado en el suelo y en medio de un charco de sangre, ordenó que no lo mataran. Pero las autoridades municipales hicieron caso omiso y pasados cinco días ya lo habían descuartizado y colgado. Los muertos no hablan; y nadie supo nunca quién estaba detrás del campesino magnicida. En cambio, lo que sí revela aquel oscuro episodio son las fuertes tensiones que presidían la relación entre Fernando y las élites catalanas. Una relación difícil que plantea una pregunta inevitable: ¿fue Fernando un buen rey para los catalanes?

¿Quién era Fernando?

La historiografía nacionalista española desguazó interesadamente la figura de Fernando, con el propósito de enaltecer la de Isabel y explicar al mundo que España y su imperio eran de fábrica exclusivamente castellana. Pero, en cambio, la investigación contemporánea nos revela todo el contrario: Fernando fue uno de los grandes políticos de su época, muy superior a Isabel; y formó parte de una selecta élite de gobernantes que derribaron la Edad Media y abrieron el mundo a la modernidad. Hablamos de Alejandro VI (el papa Borja, pontífice del proyecto colombino); de Luis XII de Francia (denominado la Araña Universal por su capacidad de urdir intrigas); de Enrique VII de Inglaterra (el primer Tudor y el que puso las bases del futuro imperio naval y mercantil inglés); o de Maximiliano I de Austria (que transportaría la vieja idea imperial carolingia a la modernidad).

Dietario del Consell de Cent. Consignación del atentado contra Fernando II. Fuente Archivo Historic de Barcelona
Dietario del Consell de Cent. Consignación del atentado contra Fernando II. Fuente Archivo Histórico de Barcelona

¿Cómo era la Catalunya que encontró ernando?

Por lo tanto, la capacidad de Fernando estaría fuera de cualquier duda. Otra cosa sería con qué recursos podía trabajar. Porque Catalunya; que había sido el núcleo y el motor del edificio político de la Corona; se había hundido a mínimos económicos y demográficos. Cuando Fernando alcanzó el trono (1479), Catalunya todavía sufría los efectos de una devastadora Peste Negra (1348-1351) y de sus posteriores y recurrentes rebrotes; de los terribles pogromos contra la minoría judía (1391); de un cambio traumático de dinastía real (1412); y de una revolución social y una guerra civil (1462-1472) que habían clavado los tentáculos del odio en las capas más profundas de aquella sociedad. La Catalunya de Fernando era un país carbonizado, pero el resultado del conflicto civil, relativamente favorable a las tesis de los revolucionarios redenciones, la prefiguraba como un país de oportunidades.

¿Cómo era la Barcelona que se encontró Fernando?

En cambio, la ciudad de Barcelona había resistido mejor aquel proceso de degradación. Había perdido el liderazgo demográfico y económico de la Corona en beneficio de Valencia y de Nápoles. Pero conservaba, intacta, su condición de capital del Principat. Barcelona tenía un tribunal de justicia propio; una banca pública propia; la moneda que batía era la de curso legal por todo el país; la práctica totalidad del comercio exterior catalán se estibaba y se desestibaba en su puerto; y el Consell de Cent —el gobierno municipal— aparecía como la institución más poderosa de Catalunya. Con todos estos elementos, y con un país que, después de los conflictos civiles, había terminado; Fernando contemplaba la vieja capital de sus dominios como una ciudad perfectamente capaz de recuperar el papel protagonista que, en el contexto mediterráneo, había jugado durante los siglos anteriores.

Alexamdre VI, Luis XII, Enrique VII y Maximilià I. Font Museus de Florencia, Londres y Viena
Alejandro VI, Luis XII, Enrique VII y Maximiliano I. Fuente: Museos de Florencia, Londres y Viena

¿Por qué Fernando quería restaurar la capitalidad mediterránea de Barcelona?

Fernando tenía un plan muy ambicioso: quería convertir a los Trastámara de Barcelona en la estirpe más poderosa de Europa. La acción combinada de la guerra (las conquistas territoriales), la diplomacia (las negociaciones matrimoniales de sus hijos), y la inversión (los viajes transatlánticos); lo confirman. Pero este despliegue de recursos requería un gasto impresionante; y Fernando necesitaba que Catalunya recuperara la prosperidad de la etapa anterior a la crisis, y generara una gran cantidad de tributos. El plan de Fernando (como el de Luis XII, el de Enrique VII o el de Maximiliano I en sus respectivos dominios) era muy simple: obtener préstamos de los banqueros garantizados con las rentas reales de las ciudades o de los Estados que formaban sus dominios. Ya lo había hecho para financiar el primer viaje colombino (1492), garantizado con las rentas reales de Valencia.

El conflicto con las oligarquías catalanas

Pero Fernando chocó con las oligarquías rentistas barcelonesas (la nobleza terrateniente derrotada en el conflicto civil); que mantenían secuestradas las arcas de la ciudad. Durante la revolución y conflicto civil (1462-1472), la Generalitat y el Consell de Cent, controlados por las oligarquías contrarias al padre de Fernando II, habían sostenido la rebelión endeudando a las instituciones hasta límites inimaginables. La rebelión contra Juan II se financió con los censales, una especie de deuda pública perpetua calculada a un elevado tipo de interés, que... ¡¡¡oh, sorpresa!!!, había sido adquirido por los mismos dirigentes de las instituciones que habían promovido la emisión de aquellas obligaciones. Fernando intentó sacar de circulación las emisiones más caras, y las sustituyó por otras a un tipo mucho más reducido; pero los poseedores de aquellos títulos se le pusieron en contra.

Vista de Barcelona (1572). Fuente Cartoteca de Catalunya
Vista de Barcelona (1572). Fuente Cartoteca de Catalunya

El golpe de genio de Fernando

Fernando no parecía dispuesto a abandonar su proyecto barcelonés, y puso en práctica un maquiavélico plan que pretendía marginar totalmente las oligarquías urbanas que le eran hostiles. Animado por la incontestable victoria militar en el conflicto civil, perpetró un golpe de estado (1488) que condujo al poder, en solitario, al estamento mercantil, el aliado secular de la cancillería real; reforzado con los caballeros (pequeña nobleza leal a la corona). Acto seguido, el Consell de Cent —gobernado por los aliados de Fernando— iniciaría la aplicación de las reformas financieras; que los historiadores contemporáneos (como Vicens Vives) ven como el principio del enderezamiento económico que conduciría el país a un estadio mercantil preindustrial (siglos XVII y XVIII). Con estos elementos, ¿podemos contestar a la cuestión inicial? ¿Fernando fue un buen rey para los catalanes?