Según un estudio de da igual donde (de alguna universidad de prestigio, supuestamente), un gran número de jóvenes (y no tan jóvenes) sufren de disfunción eréctil porque consumen mucha pornografía extrema (supongo que se refieren a los debates políticos). La culpa siempre es de la pornografía; el camino fácil para resolver lo que nos da pereza o miedo entender. Desviar la mirada hacia afuera para no hacerse preguntas hacia adentro. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué estos muchachos —y no tan muchachos— son adictos? Toda adicción está ligada a un placer inmediato espectacular que te hace olvidar incluso de cómo te llamas y a un no querer dejar de sentir esta sensación tan increíble nunca más. La realidad siempre decepciona; las adicciones te hacen creer (falsamente) que existe un mundo mejor. La adicción —sea a la pornografía, a las redes sociales, a las drogas, a la comida, al sexo, al poder, a la cosmética, a las operaciones estéticas...— es un espejismo que nos hace creer que somos inmortales y que la felicidad existe siempre y cuando consumamos ese producto. Es decir, que nosotros no somos responsables de nuestra felicidad, que la felicidad depende de si tengo aquello o no; que viene de fuera. La realidad, aquí, no tiene nada que hacer; ya puede hacer las maletas e irse. Los pequeños placeres de la vida, como dice muy bien la expresión, son pequeños; nunca son apoteósicos como los que nos da una adicción como la pornografía extrema.
Volvamos a la disfunción eréctil. ¿Quién cree que la causa del fin de la erección mañanera es el consumo de pornografía extrema? Si un psicólogo hace una afirmación como esta, apaga y vámonos. Supongo que también dirá que las redes sociales son el diablo. Consumir pornografía extrema de forma compulsiva no es más que la consecuencia de algún desequilibrio emocional mucho más profundo. La consecuencia, no la causa. La teoría simplista dice que, al ver en la pantalla un sexo irreal en el que se denigra la mujer y se enaltece el macho bla, bla, bla, entonces no se excitan cuando tienen delante una persona real (que tiene un olor corporal concreto, celulitis, estrías, sentimientos; que no le apetece que la empotren contra una pared y le digan puta; que hay días que le apetece más que la abracen que penetrar o ser penetrada). Sería interesante que la gente supiera diferenciar la realidad de la fantasía: lo que te excita en una fantasía puede repugnarte en la realidad, y viceversa.
Los jóvenes de hoy en día tienen que afrontar una sociedad que los desmotiva; que les presenta un mundo apocalíptico; que les hace creer que la felicidad es consumir, y que les culpa de todo cuando la realidad es que les hemos dejado un mundo de mierda
El problema radica en que estos chicos necesitan sensaciones extremas para sentirse felices y que no se conforman con menos. El problema radica en que muchos jóvenes han sido educados en familias que les han dicho siempre que sí y no aceptan un no por respuesta. El problema radica en que muchos de ellos no tienen autoestima y les da miedo afrontar la realidad y decepcionar a alguien. El problema radica en que la forma en que se muestran ante los demás no tiene nada que ver con quiénes son realmente. El problema radica en que son incapaces de disfrutar de los pequeños placeres de la vida porque sienten un vacío existencial inmenso y no saben por qué. El problema radica en que estos jóvenes han tenido de ejemplo unos padres infelices que nunca han luchado por ser quienes realmente son. Hay tantos "el problema radica" y porqués que no quieren explorarse que no acabaríamos nunca. Cada persona es un mundo, y, por lo tanto, cada persona tiene una disfunción eréctil por un motivo diferente, único e irrepetible. Hay tantos motivos detrás de la disfunción que simplificar sus causas al hecho de consumir pornografía extrema, me parece una falta de respeto a nuestra inteligencia. Hay mucha gente que mira pornografía extrema a diario y no tiene ninguna disfunción cuando practica el sexo; incluso algunos combinan ambas cosas satisfactoriamente. ¿Cómo se lo explican?
Quizás se han marcado unos ideales demasiado elevados (o se los han marcado) que no les permiten disfrutar de las pequeñas cosas y cada vez necesitan consumir más de eso que les extasía y les hace olvidar que no son quienes les gustaría ser y que no llegan a satisfacer los deseos que los demás han depositado en ellos. Los jóvenes de hoy en día tienen que afrontar una sociedad que los desmotiva; que les presenta un mundo apocalíptico; que les hace creer que la felicidad es consumir; que les ofrece un mundo laboral precario; que no les da la oportunidad de independizarse porque ni los sueldos son lo suficientemente altos ni la vivienda lo suficientemente barata, y que les culpa de todo cuando la realidad es que les hemos dejado un mundo de mierda. ¿Os extraña que consuman pornografía extrema de forma compulsiva? ¿De alguna manera tienen que evadirse de la realidad.