Este fin de semana, también de división, cuando ya parecía llegado el punto de retorno difícil entre organizaciones que, en sentido ancho, se reclaman independentistas, un debate de ideas-clave puede haber cambiado la tendencia. De hecho, por unas horas, por unos días, ya lo ha hecho. Y ahora toca a la buena voluntad y a la inteligencia de los promotores de la Conferència Nacional del Moviment Civil independentista cronificar en positivo el síntoma prometedor.
Siempre es buena noticia que un debate a fondo de ideas ayude a curar heridas, a hacer más fértil la organización imprescindible y allane caminos de futuro. Cuando la ANC propuso la Conferencia, 57 organizaciones no solamente aceptaron la invitación que era, a la vez, un reto, sino que han trabajado con afiliados, académicos, juristas, expertos en diferentes campos y en materias diversas. Y si se ha hecho como parece desde la honestidad y la voluntad de aportar luz, cuidar lesiones, y fortalecer cimientos, el esfuerzo hecho por tanta gente junta habrá caído como el agua más bienvenida en un terreno sediento, pero inmensamente fértil. Hablamos, de hecho, de la Catalunya del inmediato futuro, sin orejeras autonomistas ni códigos represivos que nos condenen a la prisión por levantar la mirada.
Hay que reconocer la dificultad de la tarea autoimpuesta por los participantes a la Conferencia. Si lo deducimos por las conclusiones leídas la mañana del domingo por Anthony Sànchez, Uriel Bertran y Olga González, nadie se ha entretenido en las cuestiones compartidas que podían hacer llegar sin obstáculos a un consenso sincero o a acuerdos indiscutibles. De hecho, la riqueza y el atractivo del reto eran que las 57 organizaciones y la Assemblea Nacional tienen maneras diversas de hacer y actuar que se han podido alejar más todavía en los últimos meses, pero que, en cambio, son conscientes, la mayoría de ellas, de que no tendrían que compartir ningún otro camino que no sea el del entendimiento.
La riqueza y el atractivo del reto eran que las 57 organizaciones y la Assemblea Nacional tienen maneras diversas de hacer y actuar que se han podido alejar más todavía en los últimos meses, pero que, en cambio, son conscientes, la mayoría de ellas, de que no tendrían que compartir ningún otro camino que no sea el del entendimiento
Así, en la clausura, no era una propuesta desaforada la de la presidenta de la ANC para la creación de un Pacte Nacional del Moviment Civil Independentista. No puedo adivinar el futuro porque el momento —como en todo periodo electoral— es propicio a añadir tensiones y no buscar unicornios de amistad tan peligrosos como imposibles. Pero las ideas clave y algunas líneas de debate parecen prometer una vertebración sólida. Y creo que nadie puede negar la necesidad de una red resistente "que espolee el movimiento y que sea una referencia enfrente de España".
Aunque entre los muchos temas enunciados y debatidos se pueden echar en falta algunos y otros, quizás, no harían falta, o incluso molestan un poco, destacaría que esta Conferencia en tiempos difíciles se ha pronunciado para no rehuir el conflicto, para romper las inercias que nos convierten en pequeños burócratas de aquello establecido (y que nos empequeñecen) y para no esperar que esté todo escrito y bien pautado en una escalerilla imposible, para empezar a ser lo que ya somos.
Ver hoy juntas a Dolors Feliu de la ANC y a Mònica Terribas representando Òmnium, me recordaba que no hace demasiados años, otra pareja de mujeres imprescindibles, Muriel Casals y Carme Forcadell, tejían dignidad, unidad y fuerza, liderando una voluntad que parece imposible que se quiera que olvidemos o se haya podido perder. En la misma Conferencia se explicaban algunos de los motivos de la retirada y malestar, de la que los intereses partidarios no eran ajenos. Se podría incluso concluir que estos mismos intereses partidarios han sido y son tacaños en solidaridad hacia una gente que les ha sido extraordinariamente solidaria, incluso cuando ya se les había invitado a volver a casa.
Ojalá, si todo va adelante y el camino del Acuerdo o Pacto se consolida, no se acabe tropezando dos veces con la misma piedra. El brasero de la gente esperando celebrar lo que se aprobaba en el Parlament el 27 de octubre del 2017 todavía está... y todavía quedan bastantes brasas.