En las reuniones de este fin de semana en Shanghai del G-20 lo sabían: con los tsunamis pasa lo mismo. Llega una ola muy fuerte, y se retira. El caso es si llega una segunda ola devastadora. El año 1937, ocho años después del crack de 1929, se produjo una réplica del shock sufrido el jueves negro, lo que trajo consigo, en su nueva versión, un descenso del 30% de la actividad en Estados Unidos. Fue brutal. En el 2016, estamos ocho años después de la Gran Recesión de 2008. ¿Vamos a repetir la experiencia?
Según Christine Lagarde, "el crecimiento es decepcionante". Y agrega el FMI: "La recuperación mundial se ha debilitado aún más en medio de crecientes turbulencias financieras y la caída de precios de los activos". A su juicio, "se necesitan respuestas políticas fuertes, tanto a nivel nacional y multilateral para contener los riesgos e impulsar a la economía mundial a un camino más próspero".
El problema es que en la actualidad las posiciones particulares de gobiernos, economías y bancos centrales van orientadas al choque.
La anfitriona de la cumbre, China, tiene un problema grave de sobreproducción, que debe corregir autofrenándose, lo cual, dado el peso de su economía –el 15% del PIB mundial– no va a ser del gusto de todos. El problema está en que el exceso de oferta de bienes y productos no se circunscribe tan sólo al Imperio del Centro, sino que es general.
No es un secreto que Alemania, y en particular el Bundesbank, están en contra de las políticas llevadas a cabo por Mario Draghi
Por ello, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, pidió no culparse mutuamente de las turbulencias que atraviesan los mercados, para no aumentar la desconfianza entre unos y otros. A la vista del fracaso de las medidas adoptadas en los últimos años, Schauble se opuso a las demandas de más programas de estímulo coyuntural y de más medidas de expansión monetaria. No es un secreto que Alemania, y en particular el Bundesbank, están en contra de las políticas llevadas a cabo por Mario Draghi, presidente del BCE.
Por su parte, Draghi cree que la zona euro necesita de un impulso monetario para reaccionar, y así lo ha hecho saber de cara a la reunión que celebrará el BCE a principios de marzo. "Actuaremos sin dudar si detectamos riesgo", ha dicho.
Schauble insiste en que no se puede seguir abusando de la máquina de crear dinero para solucionar los problemas de las economías. Los tipos de interés negativos hacen daño a los bancos y a la financiación de las empresas.
La cuestión es que este no es sólo un debate europeo . El Banco de Japón ha asegurado que si es preciso recurrir a una mayor facilidad monetaria para estabilizar unos mercados financieros a la deriva, no dudará en hacerlo.
La creación de dinero ex nihilo conduce a que el valor de una moneda se deprecie
Sobre esto, Schauble responde que, a la postre, la creación de dinero ex nihilo conduce a que el valor de una moneda se deprecie, con el riesgo de que se produzca una guerra de divisas, como ocurrió en los años treinta del siglo XX.
Para echar más leña al fuego, Janet Yellen ha reconocido que las turbulencias de los mercados pueden dañar las economías y provocar una recesión, con lo que, señaló, la Reserva Federal americana estudiará la aplicación de tipos de interés reales negativos, lo que haría bajar la cotización del dólar.
Con todo ello se aprecia una cierta incompatibilidad de las políticas monetarias máxime cuando el jueves se supo que el comercio mundial ha caído por debajo de los niveles anteriores a la crisis de 2008. Una guerra comercial para colocar los excedentes de oferta no está de ningún modo 100% descartada.
Asimismo, el precio del petróleo está jugando un papel crucial en los mercados en los últimos tiempos dado que países emergentes dependen de los ingresos que les ofrece el crudo y las materias primas que se mueven con él. La cotización del barril ha bajado en picado por la decisión de países como Arabia Saudí de no frenar su producción. Noticias acerca de que la familia Saud y Rusia habían llegado a un acuerdo para poner un stop al crecimiento de la oferta motivó una recuperación de los mercados el pasado lunes, pero pronto quedaron desmentidas cuando el presidente de la OPEP, Abdalla Salem el Badri, indicó que los precios no podrían subir mucho más –es decir no alejarse demasiado de los 31 dólares el barril de West Texas y 34 el Brent– porque en ese caso Estados Unidos podría seguir produciendo y ofreciendo shale oil, o shale petróleo. Y como dijo Salem el Badri, "la OPEP y el shale oil "no pueden coexistir". Y eso al margen de las franjas de precios en que cabría una negociación.
Hay un campo donde cabría alcanzar consensos, como el que se refiere a las reformas necesarias de cara a mejorar el crecimiento. En este sentido, la OCDE fue bastante explícita."Las perspectivas de crecimiento global siguen empañadas en el corto plazo, en momentos en que las economías de mercados emergentes pierden impulso, el comercio mundial se ralentiza y la recuperación en las economías avanzadas está siendo lastrada por una inversión persistentemente débil", dijo en su informe ante el G-20. "El argumento a favor de las reformas estructurales (...) sigue siendo fuerte para impulsar de forma sostenible la productividad y la creación de empleo", señaló.
Conociendo la falta de entendimiento global reinante, la volatilidad ya no va a volver a regresar e introducirse en la caja de Pandora
Pues bien, añadió, en 2014 con el fin de aumentar el crecimiento económico global en un 2% para el 2018 a través de una serie de ajustes estructurales coordinados, todos los países del G-20 se comprometieron a entregar unas 800 reformas en total, "pero su aplicación ha sido deficiente", dijo el jefe de la OCDE, Ángel Gurría, en una conferencia de prensa en el marco de la reunión de Shanghai.
"Justo en el momento en que lo necesitamos más, cuando tenemos que acelerar la reforma, hay una desaceleración de ella", dijo Gurría. "El problema es que no está sucediendo, incluso el 2% que acordamos no está sucediendo", dijo Gurría. "Eso es algo que preocupa mucho".
Esta vez puede ser diferente, claro, como ironizaban en la primera fase de la crisis Carmen Reinhart y Kennett Rogoff, pero también puede ser igual. O sea, no tanto, pero algo parecido a 1937. Va a depender de los bancos centrales, si tiran más lejos la pelota o no. Que la alejen es lo que quieren los mercados. Pero aun cuando lo hagan, la inestabilidad va a seguir. Porque conociendo la falta de entendimiento global reinante, la volatilidad ya no va a volver a regresar e introducirse en la caja de Pandora. Ahora vamos a ver las cosas más al desnudo. Así que átense los cinturones...