El invierno ha quedado bajo "vigilancia particular" de la Red de Transporte de Electricidad (RTE) en Francia. El precio del megavatio hora subió el jueves a 300 euros en nuestro país vecino, lo mismo que costó (e incluso superó) aquí ese mismo día. El precio de la electricidad está superando el récord de octubre. La tempestad de frío sufrida ha despertado un fantasma: el Gran Apagón.
La mayor preocupación, especialmente en lo que se refiere a la actividad agraria y la alimentación, se centra en enero y febrero, el período, dicen los expertos, más expuesto a las bajas temperaturas y a una capacidad de producción eléctrica limitada.
Rumores de un posible apagón mundial se han extendido en las últimas semanas, especialmente en los países europeos
El primer país en dar la señal de alerta fue Austria, que a finales de octubre dio a conocer el informe "Sicher und Morgen", avisando que toda Europa podría sufrir un apagón "en los próximos 18 meses" que nos dejaría sin energía, infraestructura y suministros. La ministra de Defensa suiza, Klaudia Tanner, lo reafirmó diciendo que "la cuestión no es si habrá un gran apagón sino cuándo".
La razón de fondo es que, en general, en el mundo desarrollado "la infraestructura es francamente vieja", dicen los analistas. En una conferencia de la OCDE, el ministro de Asuntos Exteriores norteamericano, Antony Blinken, defendió el 5 de octubre en Francia la iniciativa occidental Blue Dot Network para los proyectos de infraestructuras aduciendo que "demasiado a menudo, las infraestructuras no son construidas de manera duradera". Quizá por ello su presidente Joe Biden ha desplegado una inversión multimillonaria para reforzar las bases de EE.UU.
Francia, por su parte, volverá a construir centrales nucleares y apostará por pequeños reactores que compensarán la debilidad de las renovables, que, como ha quedado descrito en las recientes jornadas de Glasgow, su aportación a la producción de energía es bastante limitada.
Para empeorar las cosas, el cierre del gasoducto Magreb-Europa cierra una de las vías que traía el gas de Argelia. Al menos Catalunya dispondrá de las centrales de Ascó I y Ascó II, a las que se sumarán Vandellòs I y II. Todo lo que sea energía, luz y calor será bienvenido. Pero lo mejor sería que todas esas precauciones viniesen sobre todo "por si acaso" antes que depender de velas, conservas y botellones de agua potable.