El Papa Francisco dice que "vivimos una III Guerra Mundial por partes", a la vista de la acumulación de conflictos que hay. En las bolsas ocurre algo parecido. Y ¿qué es lo que separa ahora en la finanza el caos de la normalidad? Pues la volatilidad, algo a lo que según Mario Draghi, presidente del BCE, "debemos acostumbrarnos". Una semana en la que el Ibex cayó un 9% de lunes a jueves, en el límite de lo que se estima un crack (el 10%), es dudoso que ayude ni a la entrada de inversores en el mercado ni a la economía europea.
Esta semana ha estado movida en varios puntos del mundo, como señala el Papa. El miércoles, en New Hampshire, donde se ventilaban primarias en EE.UU., el gobernador de Ohio, John Kasich, un político de raza, colocó en el recinto donde recibió a sus seguidores un gran marcador electrónico que da cuenta en tiempo real de la enorme deuda pública americana, que crece a cada momento que pasa.
Pues bien, la deuda EE.UU. a finales de enero del 2016 ascendía a 19,15 billones de dólares. Desde la llegada de Obama esta deuda ha crecido 8,3 billones de dólares. Ni la vuelta al crecimiento ni la baja histórica de los tipos de interés han logrado frenarla. Según las previsiones del Congreso americano, en los próximos diez años rondaría la barrera de los 30 billones de dólares. Esa sombra está ahí.
La deuda de EE.UU. a finales de enero del 2016 ascendía a 19,15 billones de dólares. Desde la llegada de Obama esta deuda ha crecido 8,3 billones de dólares.
En Tokio, el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, culpó el viernes a la "excesiva" aversión al riesgo de los inversores de la caída en los precios de las acciones globales, ignorando las críticas de que su decisión de adoptar unos tipos de interés negativos estuviese en parte detrás del reciente desplome del mercado. De hecho, el Banco de Japón sacudió a un sector financiero ya herido cuando recortó el 29 de enero los tipos y los dejó en territorio negativo. Y ahí empezó el lío.
Kuroda dijo que los tipos de interés negativos ayudarán a estimular la economía a la larga mediante la reducción de los costos de endeudamiento, rechazando las críticas de que la medida agravó las turbulencias del mercado por el temor a que reduzca las ganancias de los bancos.
Lo que no mencionó Kuroda, como si no existiese, es que la deuda pública nipona asciende al 240% del PIB y que unos tipos de interés negativos presuntamente la hacen más pagadera.
El presidente del JP Morgan advirtió en abril del 2015 sobre la volatilidad creciente de los mercados
Cuando los bancos europeos se hundían, en los corrillos de París se oyó decir a un operador que "se empieza a ver la banca europea como a la japonesa, camino de una década perdida". Y esto no es baladí. Ante la debacle, el portavoz del FMI; Gerry Rice, dijo que "un sector bancario sólido resulta esencial para sostener la recuperación del crecimiento económico"
Jamie Daimon, presidente del JP Morgan, primer banco mundial, advirtió en abril del 2015 sobre la volatilidad creciente de los mercados, así como de la pérdida de todo margen de maniobra de los bancos por el hecho de nuevas regulaciones que les privan de reacción en caso de crisis.
Eso mismo se oía estos días en los parquets del Eurostoxx, donde se percibe el endurecimiento de la reglamentación europea como una espada de Damocles suplementaria a unos tipos de interés, pronto negativos, que pesarán sobre sus márgenes. "Los bancos deben movilizar cada vez más capital, y eso es muy costoso", advertían.
Tras la gran crisis financiera iniciada en 2008 y los test de estrés que vinieron después, se pensó que en un futuro no muy lejano los bancos ya no serían ni el epicentro ni el mayor riesgo para el sistema financiero y la economía, porque su peso en la actividad y su tamaño disminuiría. Era una mutación que había que gestionar.
También se dijo que mediante reformas y reducción de la deuda el peso de las Administraciones Públicas sería más ligero, pero no ha sido así
Lo curioso es que también se dijo que mediante reformas y reducción de la deuda el peso de las Administraciones Públicas sería más ligero, pero no ha sido así, con la excepción de Europa que gracias a las políticas de rigor presupuestario ha recortado sus números rojos hasta 12.349 billones de euros en el tercer trimestre del 2015, tras tajar 89.000 millones en el último tramo.
Ésta es, no hace falta decirlo, una parte de la historia del último episodio de turbulencias, habrá más en la que también entrarían el temor (un 21% de posibilidades le da el mercado) de que EE.UU. entre en recesión, de que el yuan conduzca a una guerra de divisas, de que los emergentes se coman parte del crecimiento pese a la reducción del coste del petróleo, y otros.
Pero la cuestión está en a quién se le carga el mochuelo en momentos como éste. El miércoles, el presidente del Banco de Francia, François Villeroy, hablando de ese IPC europeo que tanto molesta al BCE, reveló una verdad que esconde todo: "Una inflación demasiado débil hace muy dolorosos los necesarios procesos de desendeudamiento". Lo demás es imprimir sin límite billetes bajo la fórmula aséptica de inyecciones de liquidez. Y gracias a ellas, disfrutamos de los emocionantes sueños (con alguna pesadilla, claro) que nos regala la volatilidad.
(FOTO: La sede del Deutsche Bank en Frankfurt / EFE)