El marco (la "carta base") con que se inició la célebre reunión de Davos, que este año volvía a la estación suiza de esquí, se basaba en dos crisis: la invasión de Ucrania y, en Asia, los bloqueos covid cero implantados en China. Con tales obstáculos y la exacerbación de la inflación, se obstruía sin remedio el crecimiento global. Cuando la élite mundial se reunió el lunes para conocer el estado del mundo, el temor a la guerra se había abierto paso, dejando atrás cualquier ilusión de optimismo. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo una llamada a la acción internacional. Zelenski, que desde la distancia se presentó al auditorio del Palacio del Congreso de Davos ante cerca de 2.000 asistentes, reclamó de entrada un corredor para exportar el trigo ucraniano. Pero fue más allá, y el líder anti-Putin anunció: "Nosotros queremos crear un precedente sobre la reconstrucción de Ucrania. Y especificó: "Habrá un trabajo enorme, hay 500 millardos de dólares para poner en marcha el proyecto". Y añadió: "Proponemos un modelo de reconstrucción único, donde cada uno de los socios podría ocuparse de una ciudad, de una región y de un sector particular". Tras escucharle, fue ovacionado por el público puesto en pie.
El World Economic Forum (WEF), a su vez, ha hecho una programación hasta el 26 de mayo sobre temas como "Guerra Fría 2.0" y, especialmente, han reunido a un grupo de expertos para abordar la creación de "Un telón de acero económico", entre los que están Fareed Zakaria, Ray Dalio, Kristina Georgieva o Valdis Dombrovskis y Andrej Plenkovic. Este proyecto responde a que "la invasión de Ucrania ha llevado a las economías más grandes del mundo a repensar sus lealtades y principios de cooperación económica. A medida que se redibuja el mapa económico, ¿correremos el riesgo de un nuevo telón de acero o cómo lograremos acercamientos económicos seguros?". El segundo día, el optimismo se extendió en Davos, hasta el punto que se convirtió una vez más en la "Montaña Mágica".
Cuando la élite mundial se reunió el lunes para conocer el estado del mundo, el temor a la guerra se había abierto paso, dejando atrás cualquier ilusión de optimismo
El economista jefe del Bank of America, Bryan Maynham, levantó el ánimo general al indicar que "los americanos tienen dinero para gastar y es difícil que se desanimen por la inflación y el pesimismo económico". Fue un contrapunto a los lastres de la invasión de Ucrania que estuvo dominando la reunión de los Alpes suizos. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo una llamada a la acción internacional para prevenir una crisis alimentaria que, según dijo, está siendo alimentada por Vladímir Putin. El siempre dinámico Jamie Dimon, de JP Morgan, anunció una fuerte inversión en tecnología, que había caído en crisis cuando hasta entonces era el sector del futuro. Y en cuanto a la liquidez, los expertos señalaron que la Reserva Federal ha estado inyectando 129.000 millones de dólares por mes directamente en el sistema financiero. ¿Era poco?
Como complemento, en un discurso pronunciado en el Foro Económico Mundial (WEF), George Soros, el inversor multimillonario, hizo la previsión más sensacional de las jornadas: que es posible que el presidente chino Xi Jinping no sea reelegido este otoño para un tercer mandato en el 20 Congreso Nacional chino. Según Soros, Xi cometió dos errores fatales este año. Primero, persistir con el covid cero empujando a la economía a una caída libre y llevar a Shanghái, que sufrió un bloqueo desde el 1 de abril, "al borde de una rebelión abierta". Además, la alianza de Xi con Vladímir Putin no favoreció a los principales intereses de China. En los dos últimos años, las elevadas exportaciones fueron la bandera de triunfo de la economía china. Ahora, Pekín ha disgustado a sus mejores clientes: EE.UU. y Europa. Las empresas chinas temen además verse afectadas por sanciones.
El mercado parece haber olfateado algo de esto a mediados de marzo. El vicepresidente chino, Liu He, miembro del Politburó, y que estudió en Harvard, declaró que prometía "introducir activamente políticas que beneficien a los mercados". Esa promesa fue recibida con aplausos. El Politburó se cambiará este otoño. Once de los veinticinco actuales deberán renunciar.
El Davos de este año ha resultado muy interesante y puede ser que lo que le siga sea aún mayor.