Los buenos días de los mercados globales parece que terminan a corto y medio plazo mientras la agresiva coyuntura militar domina. Para protegerse, un mundo adverso al riesgo se avecina.
La Reserva Federal (la Fed), banco central norteamericano, ha enviado mensajes duros anunciando un plan reduciendo las ayudas a la economía de EE. UU., mientras en Washington, su presidente, Joe Biden, está preparando un paquete de 750 millones de dólares cargado de armas para Ucrania.
La intención de la Fed es, además, controlar la peor inflación en cuatro décadas. Se trata de evitar que un IPC descontrolado lleve la economía a la recesión. Sin embargo, Jamie Dimon, director de JP Morgan afirma que el banco central americano nunca ha endurecido la politica monetaria tan bruscamente.
El Consejo del BCE indicó el jueves que se abstendría de tomar decisiones importantes ese día en que se reunía. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, dijo que se reunirían en junio, donde las nuevas proyecciones deberían ofrecer luz sobre los próximos pasos de la política monetaria. Un creciente coro de economistas predice que la actividad se contraerá porque el gasto de los consumidores disminuye ante los precios más altos.
La guerra en Ucrania, que comenzó a finales de febrero, provocó un aumento del 11 % de los precios de la energía tras cortar el petróleo y el gas rusos.
Además, la Fed ha indicado que empezará en mayo a poner fin a sus generosos apoyos a la inversión nacional, dejando la puerta abierta a subir 50 puntos básicos los tipos de interés que aprobará a corto plazo. Ante todo esto, los inversores se están atrincherando en los bonos del Tesoro, que subieron hasta el 2,76%. Con la rápida desaparición del apoyo monetario, el miedo a la recesión ha superado al temor del aumento de los de tipos de interés.
Con la rápida desaparición del apoyo monetario, el miedo a la recesión ha superado al temor del aumento de los de tipos de interés.
"Estamos viendo una estampida hacia las acciones defensivas y una aversión a las acciones que suben y bajan". Los estrategas del Deutsche Bank dijeron que avanzaban que el S&P 500 caerá un 20% del máximo al mínimo a finales de 2023.
Analistas como Kolanovic, del banco JP Morgan, recomiendan que es hora de materializar parte de las ganancias acumuladas y salir con ellas. El hecho de que miembros de la Fed indicasen que todo se hará lo más rápidamente posible hizo que el mercado aceptara la derrota de sus expectativas que parecen haber quedado antiguas.
Después de eso, los buenos días terminaron en los parques entregando su espacio a un mundo adverso a más riesgos. No solo en EE. UU., en Europa la caída del Dax (el principal indicador de la bolsa alemana y europea, como otro Dow Jones) que ya retrocedió cerca del 1,3 % el 8 de abril haciendo sonar la señal de alarma. El frenazo del comercio mundial, anunciado el lunes por la OMC, se ha oído como el fin de esta coyuntura de la mundialización.
La directora general de la OMC, Ngozi Okongo-Iweala, declaró el martes que la guerra "ha dañado la economía mundial en un momento crítico". E indicó que la OMC va a revisar a la baja sus previsiones. Y, entretanto, la inflación en España ha subido al 9,8 % en una carrera que también se ha sumado el Reino Unido. En Asia, el momento de China, atacada por el Covid, ha obligado al banco central a relajar su política monetaria, algo a lo que era reacio.
Esta fase no será fácil de saltar. Pero financieros como Jamie Dimon mantienen su perspectiva inalterable en función de la fortaleza y el poder adquisitivo del consumidor estadounidense. Joachim Nagel, por su parte, dijo que la invasión rusa determinará los pasos de los bancos centrales. Son, como coincidiendo con la Semana Santa, tiempos de meditación.