Las palantiri son unas bolas de cristal mágicas que salen en la trilogía del Señor de los Anillos. Tolkien las describió en detalle, eran ocho y estaban interconectadas, de forma que permitían ver y compartir los pensamientos de las personas que las cogían y observar con los ojos de otros los sucesos que estaban pasando en lugares muy alejados. Como Sauron, el maligno, se había apoderado de una, podía conectarse a todas las otras, e imponer su voluntad a los desgraciados que miraban a través de las otras palantiri. Las bolas mágicas de cristal para mirar el pasado o predecir el futuro son un elemento común de nuestras historias mitológicas y fantásticas, como también lo son los espejos mágicos, como el de la madrastra de Blancanieves.

En un mundo donde los objetos suelen ser opacos, desde tiempos inmemoriales los humanos nos sentimos fascinados por los materiales que reflejan la luz o son traslúcidos, y muchos ajuares contenían espejos, objetos de cristal y piedras preciosas transparentes, sin ninguna magia asociada, claro está. Existen algunas rocas que pulidas reflejan la luz, como la obsidiana. La obsidiana es un tipo de roca volcánica formada básicamente por sílice (dióxido de silicio), que al salir fundida en el exterior se solidifica muy rápidamente y vitrifica (tiene la apariencia de cristal). Hay varios yacimientos de esta en el mundo, siempre en zonas que han sido o son activas volcánicamente. La obsidiana pulida refleja la luz como un espejo, y en muchas culturas antiguas se le ha asociado poderes mágicos y con usos místicos y terapéuticos. Los aztecas tenían yacimientos de obsidiana con la que elaboraban diferentes objetos, entre los cuales espejos, de forma circular y planos, muy pulidos y con un agujero praa poder ser colgados (con un diámetro variable, entre 15 y 30 cm). Uno de sus dioses, Tezcatlipoca (el dios del espejo ahumado, símbolo de la profecía, la premonición, la revelación y el poder) era representado llevando varios espejos de obsidiana a su figura. Con el descubrimiento de América, algunos de estos espejos fabricados por los aztecas llegaron a Europa, donde causaron furor en la corte de los Habsburgo en Madrid, y desde donde se distribuyeron en el resto de cortes europeas. Se consideraba que servían para comunicarse con los muertos. Os puede parecer una tontería, pero científicos importantes de la época caían rendidos ante la belleza de los espejos negros. Hay que recordar que los comienzos de la ciencia experimental van unidos a la alquimia. Uno de estos espejos perteneció a John Dee, el erudito, astrólogo y confidente de la Reina Isabel I de Inglaterra, que usaba este espejo para, según decía él, comunicarse con los espíritus. Este espejo fue muy famoso en su época, fue pasando por diferentes manos, hasta ser finalmente adquirido por el British Museum, que lo expone, junto con otros similares.

¿De dónde salió este espejo? ¿Es realmente de origen azteca? Para responder a esta pregunta, los científicos han analizado, por técnicas de análisis geoquímico (por fluorescencia de rayos X), la presencia de elementos químicos a la composición de este espejo y de los otros del museo, comparándolos con la obsidiana que se puede encontrar en yacimientos de Meso y Sudamérica y, así, determinar su origen. La respuesta es que la obsidiana del espejo de John Dee es idéntica en composición a la que se encuentra en Pachuca (México), uno de los yacimientos más explotados por los aztecas. Uno de los otros espejos también tiene el mismo origen, mientras que los otros dos proceden de otro yacimiento, en Ecuador.

obsidiana

Espejo de obsidiana que fue propiedad de John Dee, expuesta en el British Museum (imagen extraída de Campbell y col. 2021, doi.org/10.15184/aqy.2021.132)

La obsidiana debió de ser un material relativamente valioso en la Europa de los siglos XVI y XVII, y también tuvo algunos usos inesperados. Por ejemplo, Murillo utilizó planchas de obsidiana negra para pintar, como mínimo, dos cuadros expuestos en el Louvre (Cristo en el huerto de los olivos, y San Pedro arrodillado ante Cristo crucificado), en que el color naturalmente negro de la obsidiana favorece el contraste con las figuras.

Los espejos y los cristales no tienen poderes mágicos, pero sí que pueden tener usos muy importantes que, para mentes no científicas, podrían parecer sobrenaturales. Solo para daros otro ejemplo, los vikingos utilizaban "piedras del Sol" (las llamadas sunstones en las sagas nórdicas) para poder orientarse cuando navegaban. Durante siglos, los vikingos fueron los dueños del Atlántico Norte y eran capaces de orientarse para ir a Islandia o a Groenlandia, esquivando icebergs, sin brújulas ni sextantes. ¿Cómo lo podían hacer? Con cristales de calcita o de turmalina, que son transparentes, pero actúan como vidrio polarizante, los vikingos podían guiarse en días nublados cuando el sol no es visible. Cuando la luz incide sobre el cristal, se forman dos imágenes, una como producto del rayo de luz principal y otra producida por la luz polarizada. Orientando un cristal de calcita hacia el cielo y mirando a través, rotando y cambiando de posición, hasta encontrar que las dos imágenes son igualmente brillantes, podían determinar por el ángulo la posición del Sol, usando esta posición para orientarse en el mar.

Y os preguntaréis si eso funciona realmente. De hecho, hay muchos animales, como las abejas, que se orientan utilizando la luz polarizada. Unos investigadores han hecho simulaciones de cómo debieron navegar los barcos vikingos por el océano Atlántico, y han determinado que si los marineros hubieran mirado cada cinco horas a través de la piedra del Sol para orientarse, habrían llegado a tierra firme entre el 32%-59% de los viajes, pero si lo hubieran hecho cada tres horas, habrían llegado a puerto entre el 92%-100% de las veces. Para no tener brújula, es una orientación en la navegación muy elevada. No es de extrañar, pues, que estas piedras se consideraran material de leyenda.