Seguramente, si os pregunto cuál es el animal más mortífero del mundo, me diríais el animal que más miedo os da, quizás sea el tiburón o el cocodrilo, o quizás la serpiente, o la araña... pero os equivocaríais de mucho, ya que el animal más mortífero, con mucha diferencia, es un animal al cual consideramos una mera molestia: el mosquito. Una de las personas más conocidas que está muy concienciada al respecto es Bill Gates, que tiene un blog donde escribe regularmente sobre los peligros de las picaduras de mosquito. Una de las infografías del blog la podéis encontrar a continuación, en la cual os quedará muy claro cuál es la posición preeminente dentro del reino animal.
Los mosquitos matan cada año a 725.000 personas, mientras que las serpientes sólo matan a unas 50.000 y los tiburones, considerados como unos depredadores absolutos, sólo matan a 10 personas por término medio cada año. Fijaos también en un dato sorprendente, los segundos depredadores mortíferos de la humanidad actual son los propios humanos, con una media de 475.000 muertes anuales, a causa de las guerras, el terrorismo, los asesinatos, la violencia de género... (ciertamente, "El hombre es un lobo para el hombre", como dijo Hobbes). Las serpientes son los terceros animales mortíferos, seguidos a poca distancia por animales de compañía, los perros, a causa de la transmisión del virus de la rabia, lo cual quiere decir que, en el fondo, estas muertes se deben a un descuido de los humanos. ¿Por qué los mosquitos son tan mortíferos? No es por su envergadura ni por el peligro físico, sino porque son vectores de enfermedades infecciosas causadas por parásitos y virus, de los cuales podemos mencionar, a modo de ejemplo, la malaria, el dengue, la fiebre amarilla, el chikungunya y, últimamente, el zika, con sus efectos devastadores sobre el desarrollo del cerebro en fetos... (como podéis encontrar con más detalle en la página web de ISGlobal, una entidad participada de la Universitat de Barcelona y el Hospital Clínic).
Hay más de 2.500 especies de mosquito y se pueden encontrar por todo el mundo, excepto en la Antártida. Tenemos que recordar que sólo las hembras nos pican, con el fin de proveer de alimento a los huevos de su progenie, y que como los humanos somos uno de sus huéspedes preferidos, y los humanos hemos ido cambiando de hábitos, la selección natural ha hecho que los mosquitos actuales presenten también hábitos de alimentación adecuados, y ahora prefieren picar en el exterior y a horas de baja intensidad solar, en lugar de hacerlo por la noche, dentro de casas donde hay insecticidas por todas partes. Hace falta que los humanos nos concienciemos de la importancia de los mosquitos en la transmisión de enfermedades. Y, por eso, desde hace ya un tiempo hay una semana al año dedicada a este tema, promocionada desde la OMS. Justamente este año, la semana del 6 al 12 de mayo es la semana de la Concienciación de los Mosquitos.
La manera más racional (y científica) de vencer a un enemigo es conocerlo muy bien, con el fin de saber cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus puntos débiles
Quizás os estáis preguntando, ¿qué tenemos que hacer los anocheceres y noches de verano, cuando nos sentamos fuera en la terraza para disfrutar del fresco y la buena compañía? ¿Cómo nos encuentran los mosquitos? ¿Es cierto que tienen preferencia por algunas personas y les pican más? ¿Sirven de alguna cosa los repelentes y las velas de citronela? La respuesta no es del todo positiva ni negativa. Vamos por partes. Todos los animales que se mueven, lo hacen en un espacio que perciben mediante una multitud de sentidos y que es dinámico, porque depende de la trayectoria y la distribución de los estímulos. Por ejemplo, en el caso humano, que somos animales visuales, nos guiamos por el espacio donde estamos y por como vemos que cambia la posición de los objetos que nos rodean a medida que nos movemos. Pues bien, las hembras mosquito hambrientas usan tres sentidos diferentes para guiarse en la busca de un nuevo huésped al cual picar, y combinan estímulos olfativos, visuales y térmicos. Según un trabajo en que evalúan la relevancia de cada tipo de estímulo por separado, los investigadores determinan que los mosquitos empiezan a enfocarse hacia sus potenciales presas (y ya os puedo decir que estamos muy arriba en su lista), a una distancia aproximada de entre 50 m y 10 m, porque son capaces "de oler" el dióxido de carbono que transpira a través de la piel. Guiadas por este estímulo, cuando se acerca, entre 10 m y 5 m de distancia, visualiza (ve) el objeto que le puede interesar y, entonces, acaba de enfocar a su huésped usando los sensores térmicos. Por lo tanto, la hembra mosquito es capaz de sentir e integrar todos estos estímulos para encontrarnos. En resumen, las hembras mosquito han evolucionado para poder encontrar fácilmente a los huéspedes de los cuales extraerán la sangre que lleva el alimento necesario para que sus huevos sean viables y generen nuevos mosquitos que, a su vez, puedan picar a nuevos huéspedes. Pero la cosa no acaba aquí. Se ha demostrado que los organismos infectados por la malaria transpiran por la piel toda una serie de componentes volátiles que son un verdadero perfume de atracción para los mosquitos. Si se exponen mosquitos a calcetines que han llevado niños infectados por la malaria o no infectados, los mosquitos van indefectiblemente hacia los calcetines "perfumados" de los niños que sufren la malaria. Pero al cabo de unas semanas de tratamiento antimalaria, los calcetines de los mismos niños, ahora tratados, dejan de tener atractivo para los mosquitos. Es decir, el parásito de la malaria "controla" tanto la producción de olor de los huéspedes humanos, como las preferencias de los mosquitos vectores...
¿Qué podemos hacer los humanos para controlar a los mosquitos? Y no me estoy refiriendo a controlar los mosquitos que nos molestan las noches de verano, sino de los que son transmisores de enfermedades que son letales para los humanos. La manera más racional (y científica) de vencer a un enemigo es conocerlo muy bien, con el fin de saber cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus puntos débiles. Si conocemos cuáles son los recursos genéticos del mosquito, cuáles son los genes que se han ido seleccionando a favor, y cuáles son sus características, quizás podremos desarrollar herramientas biotecnológicas efectivas y el máximo de sostenibles, en el sentido que no actúen indiscriminadamente contra otras especies animales. Para eso, hay que conocer bien todas las instrucciones genéticas del mosquito. A finales del 2018, se publicó una secuencia casi completa del genoma de mosquito (aunque no os parezca un organismo muy imponente, está repleto de secuencias repetidas de ADN, lo cual dificulta, y mucho, orientarse en su genoma y poder obtener su secuencia de forma completa y fiable). El análisis del genoma del mosquito nos ha abierto una ventana a qué estrategias utiliza para sobrevivir. Por ejemplo, se ha descubierto que tiene todo un conjunto de genes duplicados, para detoxificar su ambiente. En otras palabras, el mosquito es mucho más resistente a insecticidas que otros insectos, incluso, presenta genes con variantes genéticas que lo hacen resistente al DDT, uno de los pesticidas más potentes que el humano ha generado y que no se puede utilizar, por su elevada toxicidad. Ahora bien, como ahora tenemos su genoma, también podemos explorar qué debilidades presenta o qué idiosincrasias, y así, desarrollar tratamientos para evitar la maduración sexual de las hembras o, incluso, que no puedan responder al olor producido por el conjunto de productos volátiles que transpira la piel humana, tal como explica un artículo recién publicado esta semana. En este trabajo, los científicos han editado genéticamente el genoma de mosquitos, de forma que no pueden producir los receptores que procesan el olor humano y, entonces, no presentan preferencia por picar a los humanos. ¡A ver si sólo tendremos que cambiar de perfume!
Ahora hablando en serio, quizás podremos encontrar una solución al casi millón de muertes anuales causadas por las picaduras de mosquito, si los modificamos genéticamente con el fin de evitar sus picaduras (y su reproducción), y así disminuir su población en los países donde las enfermedades infecciosas que transmiten diezman su población.