Con la pandemia de la Covid-19, todos hemos incorporado nuevas palabras a nuestro diccionario diario, como ahora todas las que empiezan por el prefijo "corona-" que relacionamos inmediatamente con los coronavirus. Así que con este título, ya podéis prever que mi artículo de hoy hablará sobre la vacuna o, más probablemente, las vacunas, para inmunizarnos ante la infección por el Sars-Cov-2.

El objetivo de una vacuna es inmunizar, es decir, preparar el sistema inmunitario de un organismo, en este caso, el nuestro, contra un agente infeccioso. Este agente infeccioso puede ser un virus (poliomielitis, sarampión, viruela, rosa...), bacterias (meningitis, tuberculosis) u otros parásitos (malaria). Este proceso de inmunización se puede conseguir presentando a un agente infeccioso poco infectivo, como un virus atenuado (método más clásico), o mediante la presentación de proteínas víricas que "despierten" la respuesta del sistema inmunitario. Medimos la efectividad de esta inmunidad adaptativa a la presencia del agente infeccioso mediante la producción de anticuerpos específicos que se unen a los virus o bacterias, anulando su infectividad. En el primer caso, se produce una infección muy ligera, porque las cepas son atenuadas, mientras que en el último caso, en el que sólo se presenta una parte de la información del virus (la que genera más fácilmente la fabricación de anticuerpos), no se puede producir nunca infección porque falta gran parte de la información del virus.

Una vez nuestro sistema inmunitario ha reaccionado creando anticuerpos contra un agente infeccioso, o después de una vacunación, existen unas células de memoria que fabrican unos anticuerpos ligeramente diferentes y que nos confieren inmunidad durante un tiempo mucho más largo. Esta inmunidad de memoria sirve mientras los anticuerpos sean realmente efectivos al anular la infección vírica, o mientras el virus no cambie, por mutación o recombinación, las proteínas contra las que hemos fabricado anticuerpos, que son muy específicos. Los virus que mutan y cambian mucho no suelen conferir inmunidad durante largos periodos de tiempo, como ahora sucede con el virus de la gripe, en el que en años sucesivos, puede haber diferentes cepas infectivas y, por eso, nos tenemos que vacunar cada año.

Con respecto al Sars-Cov-2 (podéis encontrar un magnífico resumen de lo que los virólogos saben de este virus en este artículo en The Conversation), había unos pocos grupos de investigación en el mundo que estaban trabajando en la fabricación de vacunas contra coronavirus, pero no se habían enfrentado específicamente a esta cepa, que presenta algunas diferencias con respecto a los coronavirus que causaron previamente el SARS y el MEROS. De hecho, en Madrid había varios grupos, muy reconocidos en su campo, como los del Dr. Enjuanes y el Dr. Esteban, que hace tiempo que trabajan en ello. Ahora, sin embargo, hay más de 90 grupos de todo el mundo, tanto de investigación pública como privada (empresas farmacéuticas), que están haciendo investigación avanzada en la producción de vacunas contra el Sars-Cov-2. Justamente en la revista Nature, podéis encontrar un artículo en abierto, que repasa en forma de gráficos muy visuales, como se produce la inmunidad contra el virus, y en qué se basan estas vacunas (muy recomendable para todo el mundo que quiera saber más y, sobre todo, para los estudiantes de bachillerato de ciencias, que estudian el sistema inmunitario). De forma resumida, hay cuatro grandes aproximaciones diferentes de entregar la información genética de un virus para hacer una vacuna y "estimular", directa o indirectamente, el sistema inmunitario: 1) utilizando el mismo virus; 2) utilizando otros virus vectores modificados para expresar las proteínas del Sars-Cov-2; 3) usando el ácido nucleico que codifica por proteínas víricas (en este caso, el ARN, o el cDNA que exprese proteínas víricas), y 4) presentando al sistema inmunitario directamente las proteínas víricas exteriores, como las de la espícula. Dentro de cada una de estas vías, hay variaciones, porque cada grupo de investigación tiene ciertas preferencias o domina técnicas diferentes.

Resumen gráfico de Nature 580:576-577, 30 de Abril, 2020

En estos momentos, la mayoría de vacunas contra el Sars-Cov-2 se están desarrollando en los Estados Unidos, pero también en China, Europa y Australia. Os podéis preguntar: ¿Es bueno que haya tantos grupos diferentes que se dediquen a ello?, y la respuesta es que, seguramente, es muy conveniente. He resumido aquí algunas de las razones por las cuales la diversificación de esfuerzos, cuando tenemos tanta prisa para tener la mejor vacuna, tiene puntos muy positivos: 1) en primer lugar porque no sabemos cuál de ellas será la más efectiva, y hay que explorar varias vías, tanto por presentar la información del virus al sistema inmunitario, como por el diferente tipo de respuesta que puede generar; 2) el monopolio no es bueno, en ninguna actividad económica ni tampoco en el ámbito de investigación farmacéutica, es mejor tener varias vacunas; 3) tener varias vacunas permitirá probarlas en paralelo y poder comparar su efectividad inmunizadora y sus posibles efectos secundarios; 4) si se encuentran vacunas efectivas, ninguna empresa farmacéutica se podrá hacer cargo de la producción, en un tiempo muy corto, de la gran demanda originada por millones de personas que querrán vacunarse.

También nos podemos preocupar por el grado de inmunización conseguido, y eso todavía no lo sabemos, porque el virus y la infección que causa son tan nuevos, que todavía no sabemos a ciencia cierta si se genera inmunidad, o si las personas que han sido infectadas se pueden volver a infectar. Hasta ahora, las pruebas que se utilizan como PCR para detectar el ARN del virus no nos pueden decir si el ARN que se detecta es de un virus infectivo, o de restos víricos, una vez superada la infección. Podría ser que la PCR vuelva a dar positivo cuando las personas ya no son portadoras de virus infectivos, y esta es la explicación que han dado médicos de Corea del Sur respecto de los 260 casos que catalogaron como de posible reinfección, pero que parece que no han vuelto a desarrollar la enfermedad. Hay que comprobar si esta noticia es cierta (todavía no se ha publicado), pero si se confirma, querría decir que las personas desarrollaríamos inmunidad contra el Sars-Cov-2, pero tampoco sabemos si esta inmunidad sería a corto, medio o largo periodo. Este punto es muy importante para poder calcular la efectividad de estas vacunas que todavía se están desarrollando y que, en algunos países, están siendo ya probadas en personas.

Muchos de vosotros podéis preguntaros por qué no se va más deprisa. La respuesta es que las vacunas son unas herramientas muy poderosas, y tenemos que estar seguros de que son efectivas pero, también, seguras. No podemos saltarnos pasos, se tiene que hacer de manera controlada y bien estudiada. De aquí que se diga que, como muy pronto, la vacuna llegará a finales de año o, más probablemente, a inicios del 2021. La urgencia no nos tiene que hacer caer en actitudes no éticas. A veces, nos olvidamos de que la investigación médica tiene unos caminos establecidos, porque no se trata sólo de cuidar sino, sobre todo, de no hacer daño.