Desextinción es el nombre que los científicos dan al proceso de revivir especies ya extinguidas. ¿Os imagináis que pudiéramos ver en vivo y en directo un mamut, un tigre de dientes de sable, o un tigre de Tasmania? Todos estos animales comparten un hecho común, y es que han convivido con los humanos. Todos ellos se han extinguido por una mezcla de la ocupación humana de nuevos territorios y el cambio sustancial de sus ecosistemas, llevándolos a la extinción: en algunos casos hace unos 10.000 años (los tigres de dientes de sable, del género Smilodon), hace unos 4.000 años (el mamut lanudo siberiano) o hace aproximadamente un siglo (el género Thylacinus, conocido como tigre o lobo de Tasmania). Con respecto al mamut lanudo y al tigre de Tasmania, ya hay empresas y científicos que se han aliado con el fin de conseguirlo. Como os expliqué en un artículo previo, el científico George Church junto con un empresario norteamericano han fundado una empresa, Colosal, que ha recogido 15 millones de dólares para recrear una especie de mamut lanudo, mientras que en Australia, la Universidad de Melbourne ha recibido 5 millones de dólares para establecer un nuevo laboratorio dedicado al proyecto de desextinción del tigre de Tasmania.
Llegados a este punto, seguro que os preguntáis, ¿cómo se pueden revivir y desextinguir especies? ¿Qué técnicas nos lo podrían permitir? A partir de las metodologías biotecnológicas actuales, la desextinción se podría abordar, si todavía nos quedasen algunos ejemplares vivos, mediante: 1) cruces específicos con especies próximas para ir seleccionando las características y las variantes genéticas deseadas (si tuviéramos esperma congelado, sería más fácil); 2) mediante clonación, es decir, transferencia de núcleos con todo el material genético (obtenido de la especie en peligro de extinción) a óvulos sin núcleos, a fin de que se desarrollen nuevos embriones (una técnica con un porcentaje de éxito muy bajo, entre el 1%-5% de los intentos). Sin embargo, si una especie está totalmente extinguida y no queda ningún animal vivo, no se pueden llevar a cabo estas aproximaciones, y la única que nos queda es la edición genética, es decir, modificar genes de una especie próxima (que existe y de la que podemos conseguir embriones) para que la secuencia resultante sea igual en la del animal extinguido. Por lo tanto, no se trataría de "resucitar" un animal extinguido, sino que lo que esta técnica intenta es "personalizar" un animal que ya existe actualmente, para convertir la secuencia de algunos de sus genes, a los de la secuencia de la especie en la cual queremos desextinguir. Esta es la tecnología que quiere usar la empresa Colosal, con el fin de introducir los genes responsables de la resistencia al frío, propios del genoma del mamut lanudo, dentro de embriones de elefante asiático, la especie actual más próxima, "tuneando" el embrión que sería un elefante, pero más similar al mamut en algunas características concretas.
Aunque la tecnología de edición génica vía CRISPR es muy poderosa, podemos ir un paso más atrás, y debatir si desextinguir especies es realmente un proceso factible y si tiene sentido biológico. Esta es la pregunta que se han hecho unos investigadores, y para responderla han buscado una especie extinguida, la rata de la isla Christmas (una isla del océano Pacífico, a unos 1.200 km en el oeste de Australia, muy cerca de la isla de Java). Esta especie, Rattus macleari, es relativamente próxima a la rata marrón usada en el laboratorio, y se cree que se extinguió a causa de la tripanosomiasis que les transmitieron las pulgas de las ratas negras que debieron llegar en los primeros barcos durante el siglo XIX e inicios del siglo XX. En primer lugar, los investigadores secuencian el genoma de esta rata a partir de dos ejemplares disecados del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford. Han hecho una secuenciación exhaustiva, porque querían anotar todos los genes de la rata extinguida, y así identificar todas las variantes genéticas que estas ratas presentan con respecto al genoma conocido de las especies de rata negra y marrón. De esta manera pueden referenciar más del 95% del genoma de la rata de la isla Christmas. Sin embargo, por mucho que lo intentaron, les quedó en torno al 5% del genoma de esta rata que no pudieron recuperar. Eso es fácil de explicar, ya que post-mortem, el DNA de las células se degrada en fragmentos pequeños. Cuanto más antigua es una muestra biológica, o más tratada químicamente, más degradado está el DNA. Sea como sea, no han podido recuperar todo el DNA del genoma de esta rata y eso quiere decir que ni aunque se quisiera editar genéticamente, introduciendo cambio a cambio la secuencia de la rata maclear al genoma de una rata marrón, nos quedaría un porcentaje de genoma que no podríamos conseguir nunca. Fijaos que para desextinguir totalmente, tendríamos que ir introduciendo cambio a cambio, y eso ya es en sí mismo una cantidad de trabajo ingente. Pero es que, además, los investigadores se preguntan si este porcentaje de genoma "desconocido" es o no es importante para desextinguir la especie.
En primer lugar, estos científicos confirman que han podido averiguar la secuencia completa de los 8 genes responsables de algunas características físicas particulares de estas ratas, como su pelo negro, sedoso y largo; sus bigotes largos y negros y sus orejas redondeadas. Por lo tanto, si se quisieran recrear estas características en una rata de laboratorio, muy probablemente se podrían conseguir, porque tenemos las herramientas y sabemos cómo y qué tenemos que hacer. Pero entre los genes que no se pudieron secuenciar, faltan genes responsables del sentido del olfato y de la inmunidad. Las ratas se guían básicamente por el olfato, y estos genes seguro que podrían determinar parte de su comportamiento, que no podríamos reproducir. En todo caso, la conclusión a la cual llegan estos científicos es que desextinguir una especie no será trivial, porque nos pueden quedar genes sin identificar. Sin embargo, ¿qué opinan otros científicos de estas conclusiones?
Hay científicos optimistas a los cuales esta cuestión no les parece relevante, porque aducen que no hace falta desextinguir una especie, sino generar un animal que sea lo bastante similar a lo que estaba extinguido, una especie de sustituto. Otros, en cambio, son más cautos y debaten si será fácil o no reintroducir animales en los ecosistemas, porque estos han cambiado y podemos causar un "desastre" ecológico sin pretenderlo. Y otros creen que no tiene mucho sentido invertir tanto dinero para desextinguir especies, generando en el mejor de los casos una especie sustituta, cuando este dinero se podría utilizar para evitar que muchas otras especies que están en peligro de extinción (tal como os expliqué también en otro artículo) se puedan intentar recuperar... en un mundo de recursos limitados, hay que tener en cuenta a que se dedica el dinero, ciertamente.
Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente biológico, hay que pensar, por ejemplo, en la factibilidad de usar vientres de alquiler de elefantas para parir el animal editado, similar al mamut lanudo. Puede haber una imposibilidad de relación de tamaños vientre/embrión, o probablemente, de rechazo placentario. Por otra parte, para restablecer una especie, hay que tener machos y hembras, y también suficiente diversidad genética, o si no, estaremos abocados a mantener animales clónicos (con el ínfimo porcentaje de éxito de la técnica que ya os he comentado). Dejando de lado otras consideraciones, evolutivamente, no tiene ningún sentido biológico intentar reavivar animales extinguidos, por mucha ilusión que nos haga. En un mundo de recursos científicos limitados, no todo lo que se puede intentar hacer, tiene sentido hacerlo.