Cuando yo era joven, nadie nunca me habló de Hipatia de Alejandría, la física, astrónoma y matemática que vivió entre los siglos IV y V de nuestra era. Fue al ser mayor que, leyendo libros sobre referentes científicos femeninos, encontré su nombre y su historia, desgraciadamente trágica. Pero hoy no os quería hablar de esta Hipatia, sino de cómo su nombre es el escogido para bautizar la primera misión, Hypatia I, liderada y formada exclusivamente por mujeres catalanas, que se llevará a cabo en abril del 2023 en la Mars Desert Research Station (Estación de Investigación sobre el Desierto de Marte). Los objetivos de esta misión son claros: avanzar en el conocimiento de los estudios sobre Marte, realizar experimentos bajo condiciones similares a las que ocurren en Marte, promover la exploración del espacio y favorecer las vocaciones científicas, particularmente, la de las chicas. La tripulación son nueve mujeres de diferentes ámbitos y generaciones, entre los 20 y los 50 años, sobradamente preparadas en sus disciplinas, desde la astrofísica al arte o el periodismo, pasando por la ingeniería y la biología. Pasarán 15 días en la estación que "recrea" las condiciones del planeta rojo en el desierto de Utah, en una localización de la Tierra que es muy similar a la orografía y tipo de terreno que se encuentra en Marte. Las condiciones climatológicas y de temperatura de esta zona son bastante extremas para nuestro planeta, pero, claro, mejores que las que hay en un planeta sin nuestra atmósfera.
Sin embargo, os invito a pensar. ¿Estaríais dispuestos a convivir en un espacio muy reducido, con otras ocho personas, dejando de lado los lujos cotidianos, como el exceso de agua para ducharse, la alimentación con comida fresca, la libertad de movimientos, y que cuando tuvierais que salir fuera, os tuvierais que poner un traje espacial, con lo que implica de restricción de movilidad y visibilidad? Estas nueve tripulantes no sólo están dispuestas, sino que les hace una ilusión que traspasa fronteras, sólo hay que escucharlas para ver que están entusiasmadas y, al mismo tiempo, afrontan el reto de una manera muy profesional. Me imagino explicar su proyecto a las estudiantes de primaria y secundaria, ¿cuántas vocaciones se podrían despertar? Podéis encontrar la descripción de su proyecto y la experiencia que aporta cada tripulante, y cómo piensan abordar este reto, en su página web. Como dicen ellas, tenemos muchas mujeres científicas a nuestro alrededor. Somos muchas, pero nos tenemos que empoderar y nos tenemos que hacer visibles.
Hoy, la tripulación del Hypatia I (esperando que haya más misiones en el futuro) nos ha hablado de su proyecto en el acto de presentación de la acción #100tífiques (organizado por la FCRI y el BIST) de este año. #100tífiques coordina en torno a 500 científicas e investigadoras de universidades, centros de investigación y empresas que irán a hablar sobre la investigación que hacen en su día a día en centenares de institutos de toda Catalunya, el día 11-F. Un acto en el que muchas otras mujeres, investigadoras y empoderadas, han tomado la voz y han manifestado que hay que contar con este 50% de la población que normalmente no se tiene muy en cuenta (podéis encontrar el acto grabado en Fibracat.cat). Las mujeres nos quejamos a menudo de que no existen referentes científicos ampliamente reconocidos socialmente, nos quedamos con Madame Curie (con dos Premios Nobel, el de Física y el de Química) y poca cosa más. Las mujeres científicas queremos pedir que la sociedad conozca los nombres de investigadoras, científicas, tecnólogas y mujeres singulares, de modo que las niñas y chicas se puedan reflejar en ellas y sentirse acompañadas en su elección profesional o de estudios, sin límite de condición o género. Esta es la razón por la cual celebramos la efeméride del 11 de febrero, el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, porque queremos reivindicar el papel femenino en el avance científico, pero, sobre todo, queremos diseminar en los centros educativos que somos muchas las mujeres científicas y, al mismo tiempo, facilitar que la sociedad nos vea. Por eso, encontraréis que en muchas instituciones, como en la UB, se hacen muchas actividades para el 11-F.
Si el humano quiere participar en los viajes interplanetarios y quiere establecer una colonia en otro planeta, muy probablemente, habrá que manipular genéticamente ciertos genes para que pueda sobrevivir a condiciones para las cuales su genética no está preparada
Escuchando a las tripulantes del Hypatia I he recordado la magnífica exposición del CCCB Marte. Espejo roto y una jornada sobre la exploración del espacio exterior (de la cual ya os hablé en otra ocasión). También me ha venido a la mente un debate reciente sobre la posible modificación genética de los humanos que algún día viajarán por el espacio (y potencialmente, puedan establecerse en Marte). En este debate, muy bien preparado y discutido por mis estudiantes de la asignatura de Bioética, se presentaba la siguiente idea (que siempre sobrevuela, pero nadie afronta directamente): si el humano en algún momento quiere participar en los viajes interplanetarios y quiere establecer una colonia en otro planeta, no está preparado como organismo para vivir en estas condiciones tan diferentes a las terrestres. Por lo tanto, muy probablemente, tendrá que pensar en la edición genética, o dicho de otra manera, habrá que manipular genéticamente ciertos genes para que el organismo humano pueda sobrevivir a condiciones para las cuales su genética no está preparada. Pensad que los humanos (como cualquier otra especie de la Tierra) han sido seleccionados naturalmente para sobrevivir en las condiciones terrestres de gravedad, presión de oxígeno y dióxido de carbono de la atmósfera, movimiento corporal sin restricciones, una irradiación solar y espacial muy modulada por la atmósfera terrestre... Los tripulantes de las estaciones orbitales, a pesar de pasar ahí sólo 6 meses, vuelven a la Tierra en condiciones muy deficientes. Imaginemos cómo sería sobrevivir a muchos meses de viaje hasta Marte e intentar hacer una colonia viable. En una gravedad bastante menor que la de la Tierra, ¿qué pasará con el exceso de calcio circulando por nuestro sistema cardiovascular? ¿Qué pasará con el exceso de musculatura? ¿Y con nuestro corazón? En unas condiciones de luz y oscuridad tan diferentes, ¿qué pasará con nuestros ritmos circadianos, que controlan muchos ciclos hormonales y metabólicos? En el vacío del espacio o en una atmósfera casi inexistente, ¿qué pasará con el exceso de irradiación que, claramente, incrementará las mutaciones somáticas y, por lo tanto, el riesgo de cáncer y envejecimiento prematuro de células y órganos? Y yendo un paso más allá, ¿estamos preparados como sociedad para debatirlo?
Hay científicos que ya piensan en este mundo futuro. Incluso, hay quienes proponen un plan de 500 años para editar genéticamente a los humanos de forma que estén más adaptados y mejor preparados para sobrevivir al espacio. También hay a quien propone explorar si la introducción de genes de los tardígrados, unos pequeños invertebrados muy resistentes a las condiciones extremas, permitiría obtener humanos más resilientes. Pero también me surge la duda de cómo lo afrontaremos los que nos quedemos en la Tierra, ¿consideraremos a los humanos editados iguales o diferentes a nosotros? En la serie The expanse, los humanos modificados para poder vivir en el cinturón de asteroides entre la Tierra y Marte son considerados humanos de segunda clase, pero otros humanos modificados podrían ser superhumanos... La ciencia ficción y las posibilidades de la edición genética, Hypatia y las misiones en Marte, las mujeres científicas y las niñas en las escuelas... ¡todo para recordaros que ya estamos cerca del 11-F y lo queremos celebrar con todos vosotros!