Nunca se había mareado tanto como esa tarde. Cuando Blanca vio temblar a María ya va se persignó. Corrían muchas voces, en voz baja todo el mundo hablaba de la "pestilencia" que recorría la ciudad. La gente ya no se entretenía en el mercado y las casas buenas cerraban puertas y ventanas. "Échate. Quizás estás cansada, nunca paras quieta," le dijo cogiéndola del brazo. A través de la ropa delgada notó unos bultos duros cerca de la axila. "Tengo frío", dijo María con un hilo de voz. Blanca se apresuró a taparla y, mientras le cogía la mano, pensaba y repensaba. Oía los gritos y las carreras de la gente en la calle y recordaba el sermón inflamado del fraile descalzo que las conminaba a hacer penitencia, que el castigo por los muchos pecados cometidos era la enfermedad y el infierno. Pero ¿qué pecado había cometido una criatura de diez años? Blanca empezó a rezar en voz baja y le levantó la ropa a su hermana con suavidad. Cuando vio los bubones inflados en las ingles, ya supo que estaba condenada. Maria no vivió más allá de tres días.

Es la peste negra. Llegó a Barcelona en 1348, y los muertos eran tantos que los vivos no daban abasto a enterrarlos. Es la segunda pandemia de peste reconocida en la historia: asoló Europa entre 1347 y 1353 y dejó un rastro de miedo, miseria y millones de muertos. En cinco años, la peste negra mató la mitad de la población europea.

Hay tres tipos de peste negra, según qué tejido u órgano es el más afectado: la neumónica, que afecta a los pulmones y se transmite de persona a persona a través del aire y los esputos de las personas infectadas; la bubónica, que se transmite por las picaduras de las pulgas de ratas a humanos y entre humanos, en que la bacteria entra en el sistema linfático y anida en los ganglios —que se inflaman haciendo bubones—, de modo que la bacteria se escapa del sistema inmunitario del infectado, y la septicémica, que directamente causa la infección en la sangre o sepsis, la cual causa la muerte del infectado en muy poco tiempo. Se la llama peste negra por las hemorragias subcutáneas que dan un color negruzco a la piel. La peste está causada por la infección de una bacteria, Yersinia pestis, emparentada con bacterias que viven en el suelo y en nuestro intestino.

Sabemos a ciencia cierta que Yersinia pestis ha causado tres grandes pandemias (infecciones epidémicas de alcance global) en Europa. Las tres han sido muy importantes en nuestra historia porque han causado la muerte de millones de humanos. La primera pandemia de peste negra es la llamada Peste de Justiniano (del 541-544 de nuestra era), que fue decisiva para la decadencia final de lo que quedaba del imperio romano d'Orient y marcó el inicio de la Edad Media; la segunda pandemia es la Peste Negra o Muerte Negra (en inglés, the Black Death), que arrasó Europa al final de la Edad Media, con oleadas sucesivas hasta el siglo XVIII, y una tercera plaga que surgió en China en el siglo XIX y se extendió por todo el mundo hasta entrado el siglo XX. Se duda si otras plagas anteriores, como la peste de Atenas y la peste Antonina (las dos antes de nuestra era), eran también causadas por esta bacteria, pero no se podrá saber hasta que no se obtengan restos de la época y se puedan analizar.

Aunque algunos historiadores ponían en duda que la peste negra estuviera causada por Yersinia pestis, las dudas se desvanecieron cuando a finales del año 2011 se publicó la secuencia del genoma de esta bacteria a partir de restos humanos de un cementerio medieval situado en medio de la City de Londres. Junto a la Torre de Londres está el cementerio de East Smithfields, que se utilizó exclusivamente para excavar fosas comunes para enterrar a los centenares de muertos que cada día causaba la peste negra en Londres. De los 2.400 cadáveres que se calcula que se enterraron, se ha exhumado aproximadamente un tercio. De algunos de estos cuerpos enterrados hace casi 700 años, los mejor conservados, se extrajo el ADN de las raíces de las muelas y de las cabezas de los fémures. Usando las tecnologías de secuenciación masiva del ADN —que en aquellos momentos eran incipientes— se pudo reconstruir el genoma de Yersinia pestis de las muestras. La sorpresa fue que correspondía a una cepa bacteriana muy próxima a las actuales, a pesar de ser ancestral. Podéis encontrar una explicación muy clara de los resultados de esa investigación en este vídeo corto y comprensible.

Ciudadanos de Tourmai enterrando a sus familiares muertos por la peste negra (miniatura de un manuscrito belga del siglo XIV)

¿Cómo llegó esta plaga a Europa en las diversas épocas? ¿Cómo se extendió tan rápida y letalmente? Yersinia pestis es una bacteria que se puede hallar en el suelo, pero también en el trato digestivo de los animales. Un reservorio natural son los roedores, como las ratas. Las pulgas de las ratas, cuando pican a estos roedores, pueden contaminarse con las bacterias y hacer de vectores naturales, ya que, cuando las pulgas pican a los humanos, les transmiten las bacterias y causan la infección septicémica y bubónica. Pero la cepa original de Yersinia pestis no era capaz de sobrevivir en el interior de las pulgas. De hecho, humanos y bacterias tenemos una larga historia previa juntos. La infección por esta bacteria puede explicar la muerte de jóvenes identificados en tumbas de la edad del bronce que no presentan ningún trauma aparente. Se sabe que muchos poblados del Neolítico que habían sido prósperos fueron abandonados de forma brusca y quemados. En restos humanos de estas tumbas se han secuenciado e identificado cepas ancestrales de esta bacteria que todavía no eran tan letalmente infecciosas. La diferencia entre estas cepas de la edad del bronce y las que asolaron Europa más tarde implica una adaptación evolutiva, ocurrida en los últimos 5.000 años, que incrementó la infectividad en los huéspedes humanos a causa de la pérdida de genes que permitían que el sistema inmunitario de los humanos las pudieran reconocer y vencer; y muy importante, también, la adquisición de un gen que les confiere la capacidad de sobrevivir dentro de las pulgas y, así, poder pasar fácilmente de ratas a humanos y, claro está, de humanos a humanos.

Así pues, parece que poblaciones de roedores infectadas de Yersinia pestis, que vivían muy probablemente en las estepas rusas y asiáticas, fueron migrando en varias oleadas hacia Europa. En el caso de la segunda plaga de peste negra, los primeros casos de infectados se documentaron en la ciudad de Cafá o Kefe (una ciudad mercantil de la república de Génova fundada en la península de Crimea, hoy denominada Feodosia). Los mogoles asediaron la ciudad y lanzaban con catapultas cadáveres de infectados con la peste negra a fin de que los habitantes de la ciudad se infectaran. Entre la desmoralización y la muerte causadas por la infección, pensaban causar la rendición de la ciudad. Barcos con navegantes y otros ciudadanos infectados llegaron a Génova, donde contribuyeron a extender la infección, vía terrestre y marítima en toda Europa, incluidas las islas británicas.

La infección por Yersinia pestis todavía se puede producir hoy en día, por ejemplo, por la mordedura de roedores y la picadura de pulgas, pero las infecciones ya no son letales porque hay antibióticos que hacen frente rápidamente a la infección. Además, las condiciones higiénicas y sanitarias de las ciudades han cambiado mucho. Probablemente también, y como consecuencia de la selección natural, los que somos descendientes de los que sobrevivieron a las diferentes oleadas de peste negra en Europa podemos haber heredado variantes genéticas que disminuyen la virulencia de las manifestaciones clínicas de la infección por esta bacteria.