El desarrollo y la consecución de la madurez de la mente humana es un fenómeno de una gran complejidad en el cual intervienen infinitas variables.
Cada una de las franjas de edad del crecimiento personal presenta sus características propias a las cuales hay que responder de una manera bien diferenciada. Sabemos que el acceso a una educación bien programada es fundamental. Pero también sabemos que la educación dentro del ámbito familiar todavía lo es más. En cualquier caso, no es correcto delegar en los profesionales de la enseñanza la responsabilidad de participar asertivamente en la educación de nuestros hijos.
Las sociedades que se autodenominan avanzadas y los colectivos que forman parte de ellas, han dado muestras de graves trastornos sociales que hemos ido aprendiendo que son de difícil prevención, interpretación y resolución. No se trata, pues, de problemáticas individualizadas puras y aisladas, sino que es la misma sociedad la que presenta determinadas patologías derivadas de conductas grupales. Conflictos étnicos, religiosos y culturales; cambios climáticos, marginalidades, pobreza, desempleo, racismo, refugiados; de la incapacidad de gestionar con herramientas de paz los conflictos armados, de las dudas en el origen de las pandemias, en la eficacia de las vacunaciones, intolerancias entre colectivos, violencias de género... y muchos otros fenómenos que son muestra de la claudicación de nuestro modelo de organización social al mantener los mínimos estándares de consenso sobre los elementos primordiales de preservación de la calidad de la vida en nuestro planeta.
Sabemos que es fundamental saber identificar las emociones. Estos conocimientos, que habitualmente se consideran exclusivos del trabajo de los especialistas, tienen que formar parte del aprendizaje de nivel general de cualquier persona
Cualquiera de las formas de tensiones de las emociones humanas que hemos mencionado en el párrafo anterior, someten a los individuos a una exigencia de adaptación a un entorno cambiante e inhóspito. Las emociones se transmiten como vasos comunicantes en los individuos. La capacidad de reacción individual es diversa y está en íntima relación con la posibilidad de haber podido hacer un proceso de adquisición previa de aprendizaje en la gestión de las emociones.
Sabemos que es fundamental saber identificar las emociones. Estos conocimientos, que habitualmente se consideran exclusivos del trabajo de los especialistas, tienen que formar parte del aprendizaje de nivel general de cualquier persona. Observar las emociones, sentirlas, escucharlas. Saber entender su motivo de aparición y su significado. Ser capaces de modular nuestras reacciones y nuestras respuestas de manera que no resulten —a corto, a medio o a largo plazo— ni agresivas para nosotros mismos ni para nuestro entorno familiar o social. Sabemos que tenemos que ser capaces de reflexionar unos instantes con la finalidad de no generarnos un sentimiento de frustración que no sea aceptable para nosotros mismos o de generar rechazo en los grupos humanos en los cuales estamos integrados.
El hecho que no todos los colectivos reaccionen de la misma manera a algunas situaciones, que consideran agresivas para sus valores morales, individuales o colectivos, lleva como consecuencia que algunos grupos sean peyorativamente estigmatizados por lo que podríamos llamar la mayoría que puede acceder a tener más capacidades y oportunidades de liderazgo de los movimientos sociales.
Es bien sabido que la falta de información y la desinformación, o simplemente el desinterés y la falta de conocimiento sobre estos temas, pueden derivar en la aparición de estigmatizaciones de colectivos o de personas sin los exigibles datos sociodemográficos claros y protocolizadas para poder aplicar una metodología correcta.
La información que las personas expertas y la población en general puedan tener de las características propias de las reacciones globalmente consideradas inadecuadas, de desviaciones en los estándares aceptables, es de primordial importancia para poder avanzar en su conocimiento y poder generar estrategias eficaces de tratamiento.
Tenemos noticias, casi a diario, de nuevos episodios de violencias de género. Otra muestra de la incapacidad de gestionar las emociones de las personas que derivan en conductas agresivas y violentas hasta los extremos de la máxima gravedad
Para acabar este artículo, querría hacer una reflexión concreta sobre un ejemplo de una de las lacras sociales que estamos sufriendo. Tenemos noticias, casi diariamente, de nuevos episodios de violencias de género. Otra muestra de la incapacidad de gestionar las emociones de las personas que derivan en conductas agresivas y violentas hasta los extremos de la máxima gravedad.
Los conocimientos y las informaciones de los cuales se pueda disponer para profundizar en el estudio de las características determinantes del problema tienen que servir, con toda seguridad, para hacer los análisis de los datos que se deriven y poder sacar conclusiones. Tenemos que ser capaces de poder mirar a la cara al problema y hacer lo posible para encontrar soluciones.
Como dejó escrito el científico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) "Entre los sabios más juiciosos, el convencimiento de su ignorancia aumenta al mismo tiempo que crece su conocimiento". En este sentido, pues, la transparencia y la transmisión de información resulta imprescindible para continuar el camino de manera firme hacia la adquisición de pericia que nos ayude a encontrar elementos útiles y a establecer medidas eficaces para encontrar soluciones a este grave problema.