Soy de los que piensa que cuando circulas por la autopista y todos los vehículos vienen de cara haciendo luces y haciendo sonar el claxon, quizá eres tú el que va en sentido contrario, y no el resto. Es como aquellos amigos que cambian de pareja cada dos por tres porque resulta que siempre se lían con personas perturbadas, inestables o insoportables. Generalmente, por el contrario, cuando rascas un poco y analizas su historial resulta que a menudo son ellos quienes tienen problemas de estabilidad, y no ellas. Admitir las propias limitaciones nunca es agradable, pero es un ejercicio saludable y necesario. Es más fácil criticar que hacer autocrítica, pero el riesgo de no hacer autocrítica es la persistencia en el error y, en definitiva, es la vía directa al fracaso. Hacer autocrítica y detectar las propias carencias obliga, claro está, a realizar correcciones, y eso tampoco gusta. Todo esto viene a cuento de las últimas dificultades de los socialistas (españoles o catalanes) a la hora de consolidar sus pactos y acuerdos, sobre todo en cuestiones tan elementales como son la aprobación de los presupuestos.

En estos momentos, el gobierno español de Pedro Sánchez no tiene los votos necesarios para aprobar sus presupuestos y por eso ha prorrogado los presupuestos de 2024, que a la vez eran ya una prórroga de los de 2023. En paralelo, el gobierno catalán también carece de los votos que necesita para aprobar los presupuestos y ya ha anunciado que también los prorrogará. Teniendo en cuenta que Salvador Illa es president desde mediados del año pasado, la mayoría parlamentaria que lo invistió ha durado poco y el resto del mandato, si puede cumplirlo, se le hará más duro que la subida en bicicleta al puerto del Tourmalet. Los socialistas también tienen problemas en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​donde el alcalde Jaume Collboni tampoco tiene en estos momentos los votos necesarios para aprobar los presupuestos y ya ha dado por rota la negociación. Teniendo en cuenta que en Madrid el desacuerdo es con Junts, en Catalunya lo es con ERC y en Barcelona es con los Comuns, queda claro que el problema no es Junts, ERC o los Comuns, sino el PSOE y el PSC. Los socialistas circulan en sentido contrario por la autopista, pero creen que son los demás quienes lo hacen. Los socialistas están solos y algún día deberían comprenderlo.

Los socialistas tendrían que convocar elecciones, en España y en Catalunya, o cambiar de manera urgente y radical su manera de pactar y hacer cumplir los acuerdos

El problema de fondo que tienen los socialistas es doble: su forma de entender la negociación genera mucha desconfianza y son incapaces de cumplir los acuerdos que firman. Como esto en estos momentos ya lo sabe todo el mundo, es normal que los demás partidos no tengan ganas de pactar acuerdos que ya saben que serán sistemáticamente incumplidos. Yo tenía un jefe que me enseñó que cuando hay un conflicto, en el trabajo o en la vida, la responsabilidad principal es siempre del más grande y del más fuerte, porque suele ser quien tiene más que perder y, por tanto, debe ser capaz de ser más flexible y rebajar la tensión. Por ello, en el caso de Madrid, que no haya presupuestos es más culpa de los 120 diputados del PSOE que de los 7 de Junts. No perdamos de vista que son los presupuestos del PSOE, no de Junts, y, por tanto, corresponde al PSOE buscar los acuerdos y apoyos necesarios para sacarlos adelante.

El 13 de marzo de 2024 el entonces president Pere Aragonès compareció para anunciar la convocatoria de elecciones en el Parlament de Catalunya, haciendo uso de su potestad. Ocupaba el cargo de 132 president de la Generalitat desde mayo de 2021 y, por tanto, avanzó la convocatoria electoral medio mandato antes de lo previsto. Adujo, literalmente, que “ante la irresponsabilidad de los grupos políticos que hoy han rechazado el presupuesto, hace falta responsabilidad de país”, y añadía que “como president de Catalunya asumo la responsabilidad ante el bloqueo”. Mucha gente no entendió ese adelanto, ni dentro de su partido ni fuera, y no fueron pocos los que consideraron que podía prorrogar los presupuestos y chutar el balón adelante. Las elecciones se celebraron, ERC sufrió una fuerte derrota y el PSC ganó tanto las elecciones como la presidencia de la Generalitat de Catalunya. La decisión de Pere Aragonès, que en aquella ocasión volvió a demostrar que era mejor persona que president, fue la correcta. En democracia, cuando un gobierno no puede sacar adelante sus presupuestos, que son la base para gobernar, la piedra angular de todo, se disuelven las cámaras y se convocan elecciones. Hemos estrujado tanto la política que hemos olvidado cosas tan elementales como esta, que son principios fundamentales. Por eso los socialistas deberían convocar elecciones, en España y en Catalunya, o cambiar de forma urgente y radical su forma de pactar y hacer cumplir los acuerdos.