El juicio que se está celebrando en contra del excomisario José Villarejo y otros algún día será analizado con una mayor perspectiva y se tomará como un punto de inflexión sobre el deterioro sistémico por el que lleva años despeñándose España y ello porque no se trata tanto de lo que dice o deja de decir Villarejo sino de lo que realmente se está enjuiciando, que no creo que sean tanto sus acciones como lo que ellas representan, aunque nadie esté dispuesto a admitirlo. Me explicaré.
En ningún país de nuestro entorno veremos un juicio de estas características. Soy de los que creen que en todos los países existen aparatos y dinámicas turbias o poco confesables, pero jamás las veremos en un juicio de estas características porque las confrontaciones entre miembros y sectores de los distintos grupos que componen lo que se puede denominar deep state de cualquier país serio se solventan de forma muy diferente. No digo que se resuelvan de mejor o peor forma, pero, sin duda, no en una sala de juicio.
En cualquier caso, y a la vista de todo lo que está diciéndose en este procedimiento, no serán pocos los servicios secretos extranjeros que estarán frotándose las manos mientras siguen el juicio porque en el mismo se están poniendo en evidencia muchos datos que, evidentemente, no solo afectan a la seguridad del Estado, sino, también, a la credibilidad internacional y a la dinámica operativa que guían las acciones de la inteligencia española en diversos países. Actuaciones en Marruecos, en Siria, en diversos países de Europa, África, Latinoamérica u Oriente Medio, etc., etc., etc., que, sin duda, interesan a los servicios extranjeros.
Dicho lo anterior, es evidente que de los dichos de Villarejo hay una parte que es cierta, otra que no lo es del todo y, finalmente, otra que no lo es. El problema, el de Villarejo, radica en lo complejo que resulta el poder distinguir en cuál de las categorías se debe incluir cada una de sus manifestaciones y, para ello, lo mejor sería que, de una vez por todas, el excomisario aporte las pruebas que tenga de los temas que, realmente, son ciertos.
Y es que Villarejo no solo se enfrenta a un tribunal, sino, también, a la errática estrategia que ha seguido a lo largo de estos años y a una hábil campaña de instalación de un muy concreto relato según el cual “lo que dice Villarejo es irrelevante porque no es cierto” o “Villarejo miente, no hay que hacerle caso”. Estas parecen ser las consignas hacia muchos medios que, de forma muy sistemática, tienden a descalificar cualquier cosa que diga el excomisario.
En el caso de Villarejo las cosas no son ni blancas ni negras, las personas no son ni buenas ni malas. Se trata de un proceso tan policromático que pretender verlo de una u otra forma no es más que manipular la realidad, no querer verla o, simplemente, tratar de ocultar la auténtica dimensión de todo lo que está contando.
Absolutamente nada de lo que lleva días declarando Villarejo puede ser descartado o asumido, sino que debe ser una base sobre la cual exigirle pruebas y servir para abrir las correspondientes investigaciones
Por ello, quienes pretenden hacernos creer que todo lo que dice Villarejo es mentira deberían tener presente, por ejemplo, que fue él quien comenzó el ataque contra el emérito (o desveló parte de sus trapos sucios). El resultado todos lo conocemos y la realidad le ha dado la razón.
Igualmente, quienes pretenden hacernos creer que todo lo que dice Villarejo es cierto deberían tener presente, por ejemplo, que en su día dijo que algunos magistrados del Supremo habían formado parte del Tribunal de Orden Público (el temido TOP) y eso no fue así.
En resumidas cuentas, nada, absolutamente nada de lo que lleva días declarando puede ser, ab initio, descartado o asumido, sino que debe ser una base sobre la cual, primero, exigirle pruebas y, segundo, servir para abrir las correspondientes investigaciones… caiga quien caiga.
Como vengo diciendo y a riesgo de resultar reiterativo, muchos medios de comunicación, siguiendo lo que parece ser un relato bien distribuido y en vías de instalación, pretenden hacernos creer que todo, absolutamente todo, es una ideación de Villarejo. Y eso no es así, sin que, por ello, todo sea cierto.
Sobre algunos temas es claro que sabe cosas muy relevantes, de hecho, está bastante documentado que participó, en mayor o menor medida, en una serie de operaciones o acciones ilegales y encubiertas que, en unos casos, se han judicializado y, en otros, se han ocultado, pero, en todo caso, son relevantes por la cantidad de vidas que se han visto afectadas por este tipo de dinámicas.
No me cabe duda de la implicación de Villarejo y de su archienemigo, otro comisario de policía al que algunos presentan como un héroe sin serlo, en la denominada Operación Catalunya y sería de gran utilidad que, de una vez por todas, aporte pruebas de qué, cómo y quiénes la llevaron a cabo, pero, sobre todo, por cuenta de quién o quiénes se hicieron tan ilícitas actuaciones. Lo mismo se aplica a otros casos a los que ha ido haciendo mención estos días.
También sería de interés que aportase las pruebas sobre algunos temas que ha mencionado y salpican a importantes y relevantes personajes de la escena política y judicial española para que, al menos, todos seamos conscientes de las peculiaridades morales de quienes mucho mandan en España.
Por ejemplo, sería muy importante saber, pero sobre todo probar, si en la lucha contra ETA el estado se nutrió de fondos procedentes de actividades criminales, también si las permitió y encubrió. Igualmente sería preciso conocer en qué otras situaciones esa ha sido la dinámica de financiación y gestación de las operaciones del deep state en contra de los “enemigos del Estado”.
También sería importante conocer cómo y en qué casos, se han elaborado, ex profeso, dosieres, informes y atestados que han servido para incriminar a personas a las que interesaba enlodar, entrampar o simplemente sacar de circulación por vía de criminalizarles. De sus dichos se desprende que llevamos décadas sometidos a este tipo de actuaciones. ¿Cuántas vidas se han visto arruinadas por tales dinámicas criminales?
De este tipo de dinámicas sé mucho, porque ya me costaron 8 años de prisión, como, ante testigos, se me ha reconocido y, ahora, me llevan amargando la vida en base a este tipo de actuaciones ilegales, concertadas y gestadas desde las catacumbas del Estado con los dineros de todos nosotros.
De todas formas, junto con probar las que son ciertas ―que le corresponde a Villarejo―, al Estado le corresponde poner todos los medios disponibles para aclarar aquellas que no lo son, es decir: si se sostiene que en determinados temas Villarejo miente, entonces debería ser prioritario, para el Estado, demostrar tal falsedad y, en esa línea, nada mejor que la absoluta transparencia.
Después de las declaraciones del excomisario, no me cabe duda alguna de que la excusa de los “secretos de estado” es excesivamente débil como parapeto para no investigar temas que, si llegasen a ser ciertos, serían de tal gravedad que lo más inteligente es el despejar las dudas y demostrar que no son ciertos esos dichos.
En cualquier caso, se decida lo que se decida, sobre la mejor forma de abordar los temas declarados por el excomisario, lo innegable es que Villarejo, que sabe lo que hacen las cloacas del Estado, ha dejado al descubierto que en la represión contra los enemigos del Estado, vascos y catalanes incluidos, no han existido límites y, frente a eso, no cabe arrojar tierra sino luz porque los estados democráticos no pueden vivir en la duda permanente sino en la certeza necesaria, sea esta la que sea.