Hubo un tiempo en el que primero el PP y, después, Ciudadanos/Ciutadans, pedían de vez en cuando el traslado de la Diada Nacional de Catalunya del 11 de Septiembre al 23 de Abril, Sant Jordi, patrón de Catalunya y día del libro y de la rosa. Los dos partidos españolistas argumentaban que el 23 de Abril "hacía sentir orgullosos a la mayoría de los catalanes" en tanto que fiesta cultural y cívica, alejada de la reivindicación "nacionalista" del 11 de Septiembre. Es decir, se proponía Sant Jordi, festividad ciertamente masiva, como fiesta no política, a cambio de enterrar la memoria histórica y colectiva de la derrota, de la ocupación borbónica en 1714 y el fin de las libertades catalanas. Con el cambio de fecha en el calendario nacional, el Onze de Setembre, fiesta de Catalunya y, por lo tanto, de todos los catalanes y catalanas, como consta en el Estatut, quedaba reducida a una especie de costellada indepe. Alguna cosa se olían los populares y los naranjas. Y, efectivamente, el 11 de Septiembre de 2012, la primera manifestación gigantesca por la independencia que dio forma al procés hizo añicos los récords de participación de Sant Jordi y todos los aparatos represivos del Estado español en pleno se pusieron en guardia para impedir que Catalunya se fuera.
Pero volvamos al principio. El 23 de abril del 2008, C's, que se había estrenado en el Parlament dos años antes con 3 diputados liderados por Albert Rivera, instaló "mesas informativas" en Barcelona, Cornellà de Llobregat, Sabadell y Salou para hacer campaña a favor del cambio de día de la fiesta nacional de Catalunya. Paradójicamente, C's sí que podía convertir la festividad cultural, el día del libro y de la rosa, en una jornada de reivindicación política. El portavoz de los naranjas, Jordi Cañas, lo justificaba así en una nota de prensa, en castellano, reproducida también en la web del flamante partido neolerrouxista: “Ciudadanos ha reivindicado desde su origen que el 11 de septiembre no es la fecha adecuada para celebrar la Diada. La manipulación nacionalista de los sucesos que conmemora desvirtúan la historia y degradan una celebración que debería ser una jornada festiva y cívica”. La nota añadía: “Ciudadanos defiende que el 23 de abril, día de Sant Jordi, y festividad del libro y la rosa, sí es una fecha que refleja el espíritu de una Diada, que debe sumar y no dividir, que debe ser la fiesta de todos los catalanes”. Sí, habéis acertado. La coincidencia con el lema oficial del Sant Jordi de este año, 2025, primero de la presidencia del socialista Salvador Illa, debe ser eso, mera coincidencia: “Sant Jordi és de tothom”. El tono imperativo del mensaje, ese inquietante “de tothom”, exhala un tufo españolista que tira de espaldas. Ni los mejores creativos de Albert Rivera lo habrían igualado. Ante la contundencia del eslogan, se puede sospechar que Illa todavía tiene miedo de que Ciduadanos resucite y aboque de nuevo al PSC a sus mínimos parlamentarios, como sucedió durante el procés con la victoria de Inés Arrimadas en las elecciones del 155.
El tono imperativo del eslogan de la Generalitat "Sant Jordi és de tothom" exhala un tufo españolista que tira de espaldas
Pero por si no hubiera bastante con el tono obscenamente militante del mensaje de la Generalitat, susceptible de ser interpretado no como una invocación a la unidad civil en torno a una fiesta ciertamente querida y celebrada por todo el país, sino como una nueva versión de aquel “A por ellos” de infame recuerdo, al menos para la mitad de los catalanes, el president Salvador Illa ha decidido convertir a Javier Cercas en estrella del Sant Jordi oficial. El autor de Soldados de Salamina o Anatomía de un instante, y que ahora presenta El loco de Dios en el fin del mundo, su incursión en el Vaticano del papa Francisco, es uno de los escritores españoles más mediáticos, y más aún desde que se convirtió en una de las bestias negras del independentismo. Obviamente, Cercas tiene derecho a pensar lo que quiera. Pero cada uno es cada uno. Y no parece que el hombre que equiparó lo que sucedía en Catalunya durante el procés con la Euskadi en los tiempos del terrorismo de ETA —“Mutatis mutandis, en la Catalunya actual ocurren cosas parecidas”, escribió en El País Semanal en junio del 2021— sea precisamente una encarnación del espíritu de unidad y concordia que propugna el president Illa, con quien Cercas mantendrá un diálogo en el marco de los actos oficiales del Govern para la festividad de Sant Jordi.
Con Salvador Illa en la Generalitat, desactivado el procés, Cercas ya tiene la Catalunya que lo acomoda y le conviene
En el 2019, en un discurso en Mérida con motivo del Día de Extremadura, Cercas, nacido en Ibahernando (Cáceres), pero criado en Girona, donde se estableció su familia en los años sesenta del siglo pasado, una familia falangista, aprovechó la presencia en el acto de un general de la UME (Unidad Militar de Emergencias), para soltar una alusión equívoca que, por más que el novelista lo negara, sería interpretada como un llamamiento al ejército para intervenir en Catalunya. No obstante, cuando, seis años después, releemos aquellas polémicas palabras de Cercas, de repente, ahora sí, todo encaja: “Yo soy un partidario feroz del aburrimiento en política, de un aburrimiento escandinavo o como mínimo suizo. Las aventuras me encantan, me apasionan, me vuelven loco, pero en los libros, en el cine y, en general, en la vida privada. En la vida pública, vade retro, Satanás. Ahí, tedio total. Cuando la política y la vida pública se llenan de pasión, de aventura, de emociones..., como nos ha ocurrido a los catalanes en los últimos años, échate a temblar o llama a la unidad del general”. Con Salvador Illa en la Generalitat, desactivado el procés, Cercas ya tiene la Catalunya que lo acomoda y le conviene. Amén.