En varios espacios del mundo hay esculturas con la escalera del entendimiento de Ramon Llull. Una de las más espectaculares es la que se instaló en el vestíbulo de la Facultad Blanquerna de Comunicación y Relaciones Internacionales, donde trabajo. Otra está en el Monasterio de Les Avellanes. Una escalera muy inspiradora es la de la Universidad Pompeu Fabra. Y la del Mirador de los Apóstoles en Montserrat de Josep Maria Subirachs es preciosa. Llull (1232-1316) es universal y no lo agota nadie. Ramon Llull fue muchas cosas, entre las cuales filósofo y místico. Y mallorquín. Su escalera del entendimiento es una metáfora de la gradual tendencia hacia el conocimiento. Para él, la persona humana está dotada de entendimiento, y es así como se va avanzando hacia lo que para él es el peldaño más alto, que sería Dios o la perfección. La escalera es siempre la misma. Empieza por la piedra, que estaría en el peldaño inferior. Después viene la llama, seguida de la planta, la bestia, el hombre, el ángel, el cielo y Dios, que sería la perfección. En algunas escaleras, como la del monasterio leridano de Les Avellanes, hay todavía un peldaño más que sería la Santísima Trinidad. No entraremos ahora a discutir la diferencia entre Dios y la Santísima Trinidad, pero lo que Llull nos quiere dar a entender es que la vida es una evolución, una constante escalera de perfección. Los místicos han jugado mucho con esta imagen. La evolución es una escalera, una montaña, una altura.
El entendimiento se cultiva. No se pasa de grado sin estudio, sin esfuerzo, sin determinación, sin sacrificio.
El entendimiento se cultiva. No se pasa de grado sin estudio, sin esfuerzo, sin determinación, sin sacrificio
Estos días hay una evolución de graduaciones. Los estudiantes acaban procesos de aprendizaje y se gradúan. No llegan a la perfección de Llull. Acaban, sin embargo, un hito en la escalera de su todavía corta vida.
Un pensamiento tildado de elitista defiende que las graduaciones son y tendrían que ser solo actos universitarios. Ahora hay graduaciones en niveles bastante más inferiores de la enseñanza. Todo el mundo se gradúa. A mí me gusta, esta proliferación de graduaciones. La gente se engalana, hay discursos. Es un tiempo para agradecer. Para sentirse orgulloso de un camino. Una parte positiva de estos actos que a algunas personas les parecen un solemne aburrimiento es que son rituales. El filósofo Byung Chul Han defiende que los rituales son una praxis simbólica de la totalidad, que en palabras más prosaicas sería juntar personas y engendrar alianzas, hacer comunidad. Ser parte de un acto de graduación, como alumno, como padre o madre, como profesor, como personal administrativo o como padrino invitado es ser parte de un simbólico para el medio del cual se genera y se transmite comunidad. Y hoy el sentido de la comunidad desaparece y por eso es cada vez más importante mantener los rituales. Gente que se ve un día determinado del mes "generan" con esta cita un ritual. Personas que deciden hacer una actividad concreta cada año en la misma época crean comunidad. Hacer comunidad también se hace peldaño a peldaño. No se puede forzar a pertenecer o sentirse parte de un grupo. Te tienes que sentir bien tú, y se tienen que sentir bien los demás.