Mantiene los pies bien arraigados en el paisaje, no en balde tiene un trocito del suelo y cuando puede hace de campesino. Conserva la mirada amable y amplia hacia el país entero, no en balde es honesto y del sur, de Vila-seca. Sabe llorar de la risa y de emoción y es sensible y generoso, lo suficiente para dar la cara y leer un manifiesto en defensa del Delta en medio de una playa, lo suficiente para compartir siempre los éxitos con el equipo. Hombre leído y culto, humilde y trabajador, desde hace poco se enfrenta a un nuevo reto profesional: conducir las tardes de TV3. Todas estas virtudes e ingredientes que conforman su carácter y bondad, seguro que lo ayudan a sobrevivir en esta nueva aventura, La Selva en la cual se adentra, a pesar de las voces que ya se apresuran a buscar tres pies al gato. Cómo nos gusta ser los primeros en criticar.
Cuando te pones delante de la cámara tantas horas y días seguidos y en directo, estás sometido, lógicamente, a comentarios de todo tipo, al escrutinio constante de la audiencia, y en parte es bueno que así sea y que se exija un rendimiento. Ahora bien, no todo vale y ya hemos leído y oído críticas feroces de gente que parece estar más pendiente de que a alguien le vaya mal, para poder mojar pan y decir que ellos ya lo sabían o que lo harían mejor, que no que a la persona —y a la cadena— le pueda funcionar la fórmula que propone. Porque claro está, si las cosas van demasiado bien: ¿de qué hablarían? El éxito, sobre todo si no es propio, parece que aburre. Progresar requiere constancia, despotricar es gratis. Ya es muy cierto que la informació és una selva.
El tiempo dirá cómo acaban yendo las cosas pero no parece muy inteligente dejar de regar una planta porque dices que no crece, cuando todavía no le has dado bastante margen para que el primer brote verde asome la nariz por encima del suelo
Grasset —Premi Nacional de Comunicació 2015— ha ejercido un periodismo serio, contrastado y distendido. Recientemente, supo crear un programa de autor haciendo información, innovando en una franja, en un canal y en un formato que no eran fáciles y lo hizo con pocos medios, un buen equipo y un gran resultado. Si incluso la gente lo llamaba el programa de Grasset y no Més 3/24, que es su nombre oficial. Hasta aquí ha llegado su huella. ¡Creó un espacio televisivo que no existía y lo hizo a lo largo de un proceso de 9 años! Ahora no lleva ni 9 semanas y algunos ya derrumbarían el negocio. Si hace retoques, porque mueve piezas mientras el programa avanza y no está lo bastante pensado. Si no los hubiera hecho, porque no tiene capacidad de reacción y duda demasiado. Con su trayectoria se ha ganado un respeto, de la misma manera que habría que dárselo a Marina Romero, nueva presentadora del espacio que antes él conducía.
Cierto es que, en teoría, debe ser más fácil subir a un tren en marcha que arrancar uno desde cero. Antes de que alcances velocidad de crucero ya se te han comido los mosquitos. Hace falta estirar o empujar mucho del carro. Sin embargo, en la práctica también tiene que costar hacerte tuya una fórmula que no has parido tú: ¿cómo la haces crecer sin cambiarla mucho? ¿Cómo le imprimes tu huella sin chafar el camino hecho anteriormente? Y todo eso mientras esquivas dardos que despotrican de tu juventud, ropa, sexo o estilo. Si hacemos caso del refranero, sabremos que la paciencia es la madre de la ciencia. El tiempo dirá cómo acaban yendo las cosas, pero no parece muy inteligente dejar de regar una planta porque dices que no crece cuando todavía no le has dado bastante margen para que el primer brote verde asome la nariz por encima del suelo.
En este y otros ámbitos de la vida pesan demasiado la dictadura de la inmediatez, de la queja continuada, de la lupa constante. De los tantos por ciento, de la comparación exhaustiva con los otros. Eso sí que conforma una selva de la cual es complicado salir sin arañazos. Todos hemos iniciado etapas nuevas y hemos querido que se nos tratara con gentileza y consideración. Para evolucionar hace falta la calma que nos permita encontrar el tono y el lugar. Para algunos, ahora parece que El món s'acaba [el mundo se acaba], pero la realidad es que Tot gira [todo gira], aunque sea poco a poco. L'oracle [el oráculo] de otros dice que no saldrá adelante. Yo, llamadme atrevida, creo que le irá bien y que, como todo el mundo cuando pone en marcha un nuevo proyecto, solo necesita tiempo, confianza y que lo dejen trabajar con La pausa dels dies. [la pausa de los días].