El artista El Greco era cretense, pero en Toledo se lo hacen suyo. Y también en Venecia, y en Roma. Cuando eres famoso siempre tienes el viento de cara y todo el mundo te quiere chupar la identidad. En realidad, sin embargo, este pintor no quería ir a parar a Toledo, sino que suspiraba por ser madrileño. Su idea era instalarse en la corte de Felipe II, pero el rey le hizo unos encargos que Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), su nombre original, realizó y que no complacieron nada al monarca. Y si un rey no te llena de favores, una buena opción es marcharte rápidamente. Él se fue a Toledo, que en Madrid estorbaba.
Antes, sin embargo, este pintor griego había aprendido de los grandes maestros en Italia, donde también lo ven como un artista propio.
La ciudad de Roma celebra en 2025 el Jubileo, y el Vaticano empieza las celebraciones con esta exposición. Esto, en clave urbanística y cultural, significa que ya hace tiempo que se multiplican las exposiciones, las obras y el maquillaje en una ciudad que continuamente renueva su piel. El Jubileo llenará Roma de peregrinos, pero también de turismo cultural, y la Santa Sede es consciente de ello.
El Greco tiene un estilo inconfundible que mezcla Bizancio, la luz veneciana, la mística castellana, el manierismo y Miguel Ángel, con quien no se llevó bien. Nació un día que, en clave catalana, resulta difícil de olvidar: un 1 de octubre.
El Greco tiene un estilo inconfundible que mezcla Bizancio, la luz veneciana, la mística castellana, el manierismo y Miguel Ángel
Sus cuadros son retales de teología en pintura, sobre todo los primeros, ya que no toda su vida se dedicó al arte religioso. Las obras que ahora pueden visitarse gratis en Roma son tres piezas que nunca han salido del estado español: La Sagrada Familia con santa Ana, El bautismo de Cristo y Cristo abrazado a la cruz. Los tres forman parte de una exposición llamada Los cielos abiertos. El Greco en Roma. Se exponen desde ahora en la plaza Navona, en la iglesia de santa Agnese y solo durante un mes. Los cielos abiertos es un poco un guiño también de lo que está intentando hacer con esta política cultural el Vaticano. Abrirse a través del arte a la ciudadanía, llenar el calendario no solo de actos religiosos para el 2025, sino buscar complicidades con la ciudad de Roma y optimizar un arma con la que se le pueden abrir muchas puertas. El arte.