Las guardias médicas están en el punto de mira, especialmente desde que los jóvenes facultativos cuestionan y discuten su organización y sus efectos sobre la calidad de la asistencia y sobre la salud física y emocional de los profesionales que tienen que hacerlas. Y no es extraño que así sea, por tres motivos: el cambio en la cultura laboral y la ética del trabajo de las nuevas generaciones, la anomalía de las 24 horas de guardia con respecto a otros países y, sobre todo, el cambio que ha experimentado la atención continuada en los últimos 30 años.

Empecemos por el tercer motivo. El pasado día 18 de octubre, el Butlletí Oficial del Parlament de Catalunya publicaba una respuesta por escrito de la consellera de Salut, Olga Pané, que hacía referencia al derecho de las médicas embarazadas a dejar de hacer guardias, sin que eso suponga una merma económica en sus nóminas.

En su respuesta, la consellera aseguraba que la guardia "no es un turno más de trabajo, sino que es un punto de asistencia especializada que se activa únicamente en función de una necesidad urgente y no planificada, pero que hay que garantizar para atender a la población ante una situación grave o urgente". Además, añadía que en los dispositivos de atención continuada existen "zonas de descanso, habilitadas en cada centro sanitario en el que se hacen guardias, para que los profesionales puedan dormir unas horas o descansar los ratos en los que no haya activación de la guardia".

Probablemente, la consellera Pané lleva muchos años sin hacer una guardia, por eso hay que aclararle varios conceptos. Las guardias actuales no tienen nada que ver con el modelo diseñado en los años 60, que se mantuvo más o menos inalterable hasta principios de los 90. Los servicios de urgencias hospitalarias y de atención primaria de hoy día no funcionan con dinámicas de expectativa de trabajo, no son reactivos, sino que, en la mayoría de casos, son espacios de atención 24/7 en los que los profesionales trabajan en modo cadena de montaje. Son jornadas maratonianas de trabajo, a menudo sin descanso, es decir, sin posibilidad de "desactivar". Dicho de otro modo, las Urgencias son ahora una especie de supermercado de la salud abierto 24 horas, en el que se atiende todo, acude todo el mundo, para cualquier cosa.

Hoy en día, las Urgencias son, en la mayoría de casos, espacios de atención 24/7

Efectivamente, hace 30 o 40 años las guardias eran un sistema de atención continua, con profesionales altamente especializados a los que se requería su presencia física en el hospital ante eventuales cuadros emergentes que requirieran una actuación inmediata en situaciones de gravedad o de riesgo vital para los pacientes. Afortunadamente, estas situaciones extremas eran poco frecuentes, por lo tanto, los profesionales solo se activaban cuando se requería su intervención y, mientras tanto, podían descansar. La guardia, entonces, se entendía como una jornada complementaria a la ordinaria y era habitual que al día siguiente los médicos trabajaran con normalidad porque se daba por hecho que habían podido descansar a lo largo de la noche.

Ahora el escenario es radicalmente distinto. La población utiliza los servicios de urgencias para recibir atención inmediata cuando la saturación de los dispositivos no urgentes no permite una accesibilidad rápida. Personas que no consiguen visita con su médico de cabecera el mismo día o al día siguiente, o trabajadores que van a Urgencias cuando acaban de trabajar porque el horario de visita en el centro de atención primaria coincide con su jornada laboral.

Aparte de eso, nos encontramos con un incremento demográfico de dos millones de personas, con un envejecimiento progresivo de la población, con una crisis económica que desmanteló los servicios públicos y con una pandemia que ha tensionado la sanidad hasta el extremo. Así llegamos al momento actual, con una sanidad pública sostenida con pinzas.

Y es en este contexto en el que Metges de Catalunya pide que las médicas embarazadas puedan dejar de hacer guardias sin sufrir una discriminación salarial, porque trabajar 24 horas ininterrumpidas con este nivel de exigencia es perjudicial para la salud de la mujer gestante y del bebé. Sin embargo, como demuestra la respuesta de la consellera, la administración piensa que las guardias son poco más que una noche fuera de casa con ratos de desvelo.

Los médicos y las médicas jóvenes lo tienen bastante claro y optan prioritariamente por formarse en especialidades que no exigen la realización de guardias. Además, cuando salen de Erasmus o hacen prácticas en sistemas sanitarios de otros países, ven que las jornadas de atención continuada se organizan de forma más racional, pensando siempre en el bienestar de los profesionales. La anomalía somos nosotros y la lucha por el cambio de modelo llegará muy pronto.

Xavier Lleonart, secretario general de Metges de Catalunya