En una de las primeras reuniones de Jan Laporta con Hansi Flick, el entrenador de Heidelberg se presentó al meeting llevando bajo el brazo un informe completo de cada jugador del Barça, incluidos cavalillos del filial. La ética del trabajo sin misericordia del nuevo entrenador del club ya se vislumbra en la musculatura de nuestros jugadores, que presionan al adversario como nunca, y han aprendido que el tocar continuo del Barça necesita menos especulación y mucha más verticalidad. Del nuevo míster culé también valoro especialmente la relación con la secta de la prensa deportiva: Flick responde las mandangas de los plumillas al estilo kurz und klar y no es de este tipo de hombres que pierda tardes mirando cuál es la opinión sobre su persona en la selva indocumentada de Twitter. Mucha gente ha pasado el verano disfrutando sobre la especulación de nuevos fichajes en el Barça, cuando la incorporación más fundamental (y trascendente) es en su banquillo.

Hay un tipo de aficionado culé que ya se moría con un inicio de temporada irregular del Barça, pero los tres partidos de liga disputados hasta ahora han sido suficientes para que los tribuneros vuelvan al bar y sigan pasando la tarde revolviendo el palillo en la boca. Temo mucho que les esperan todavía muchas decepciones, porque este equipo vuelve a tener ganas para ganar y hacía mucho tiempo que un entrenador extranjero (transformando la necesidad en virtud, pero eso da igual) no confiaba de forma tan manifiesta en la cantera de la Masia azulgrana; sin la aparición de Flick y su gran fe en el plantel, dudo mucho de que la grave lesión de Marc Bernal hubiera levantado tal nivel de lágrimas entre la parroquia. El primer equipo todavía tiene que ganar chispa y ajustar la maquinaria del medio campo, y habría que mejorar esta gestión last minute de los fichajes para evitar ataques cardiacos a la afición: pero de momento el Hansiwagen (Maria Vila™) funciona francamente bien.

No aseguro que el Barça levante todas las copas en este primer año de Hansiwagen, pero sí que las luchará hasta el último minuto

Hay muchos consocios del Barça que han subsumido su esperanza en este equipo bajo la condición de que llegara Nico Williams. Sobre este vodevil mediático la mejor lección posible la ha dado Dani Olmo quien —en lugar de vacilar y marear al club con su divismo de nueva estrella— ha escogido esperar dos partiditos en los que no estaba inscrito, como pena menor a la hora de poder acabar brillando en uno de los mejores clubs del mundo. Williams ha preferido ser un héroe en una casa pequeña que currarse la gloria en el patio de los mayores, y su enorme soberbia tendrá una consecuencia importante, porque a partir de ahora tendrá que ver los triunfos del Barça por la televisión con la canción It's now or never de nostálgica banda sonora. La directiva podría haber puesto la salud del club en riesgo a la hora de ficharlo, siguiendo el entusiástico consejo de la turba que enloquecía con la selección española, pero decidió que el Barça vale más que la vanidad de un excelente jugador.

De mantener esta racha, el Barça puede volver a competir por la mayoría de los títulos que disputará, a lo cual habrá que añadir muy pronto la alegría de retornar a uno de los mejores estadios del planeta. Hay culés a quienes costará volver a engancharse en el mundo de la moral victoriosa, porque su catalanidad enfermiza les ata al universo de la tristeza. Pero Hansiwagen ha empezado a triturar incluso la ética de los periodistas culés (en teoría…) que viven de escribir sistemáticamente contra el club. A pesar del pésimo arbitraje de Soto Grado en Vallecas, el madridismo sociológico solo ha podido contrarrestar este buen inicio de temporada culé con el fantasma de Negreira, lo cual resulta fantástico, pues cuando el lacrimal cambia de bando (y los goles de Mbappé solo se celebran a los entrenamientos), es por algo. No aseguro que el Barça levante todas las copas en este primer año de Hansiwagen, pero sí que las luchará hasta el último minuto.