Esta semana se ha entregado la Creu de Sant Jordi. El gobierno de Catalunya acuerda, como cada año, concederla a un selecto grupo de personas y entidades que, por sus méritos, han prestado servicios destacados en Catalunya, en defensa de su identidad, o en el plano cívico y cultural. 21 personalidades y 10 entidades han obtenido el galardón por distintas razones. Entre todos ellos, para mí, alguien muy especial a quien quiero felicitar públicamente y rendirle mi pequeño homenaje: el señor Manuel Roure i Arnaldo, óptico optometrista, reconocido en este galardón por "su gran profesionalidad y humanidad, durante toda su trayectoria".
Manel es Óptico Optometrista y Master of Science in Clinical Optometry por Pennsylvania College of Optometry, Philadephia, en 1955, además de máster oficial universitario en ciencias de la enfermería por la Universidad de Lleida. Director clínico de Federoptics Roure, en Mollerusa, en 1971. Excelente Cum Laude en la Universidad de Montreal, ha recibido varios premios de reconocimiento a su experiencia y trayectoria profesional.
Tuve la suerte de conocerlo en Mollerusa, donde acudí a compartir una charla y presentar uno de mis libros. Me abrió las puertas de su casa, conocí a su familia, y tuve la suerte de conocer su "gimnasio de la visión".
Precisamente, en 2018 obtuvo el premio al Talento de Innovación de la Welcome Talent Society, por este espacio donde se trabaja la habilidad visual de niños y adultos con ejercicios de entrenamiento. Allí se trabaja para mejorar la agudeza visual, la coordinación y el desarrollo motor, la concentración en el trabajo y la velocidad de lectura. Tuve la suerte de que mis ojos fueran revisados por Manuel, y conocí el interesantísimo trabajo de este gran profesional, pero sobre todo, bellísima persona. Y siempre lo he tenido muy presente.
Desde entonces, hemos mantenido el contacto porque además de parecerme un científico brillante, un hombre con el brillo en los ojos constante, una sonrisa encantadora, es una persona ágil, despierta, activa en la actualidad de nuestros días. Brillante desde pequeño, pues hizo el ingreso a bachiller, los seis cursos de bachiller y las dos reválidas para acceder a la Universidad en un total de 14 meses, tomando cuatro para descansar. Imagínese de qué tipo de persona le estoy hablando; entusiasta, entregado a lo que hace, y con una capacidad increíble de trabajo.
El tiempo que me dedicó lo recuerdo siempre con mucho cariño y gratitud. Salí realmente maravillada de su consulta, al conocer la cantidad de proyectos y de datos interesantes que me contó de una manera tan sencilla y tan apasionada. Me explicó en qué consistía la optometría holística, un concepto totalmente desconocido para mí, y de grandísimo interés: "consiste en trabajar conjuntamente con neurólogos, psicólogos, pedagogos para solucionar los problemas visuales, que deben ser considerados de una manera global, implicando no solo la propia visión, sino también el organismo y el medio" (según él mismo explica en esta entrevista).
Una de las cosas bonitas que tienen los genios como el señor Roure es la enorme capacidad de trabajo, la constante investigación por su parte, y en definitiva, "no parar de hacer cosas", de aprender, de enseñar
Considera Manuel que debemos acostumbrarnos a buscar la visión, la comodidad, en lugar de la vista, es decir, la nitidez. Una de las cosas bonitas que tienen los genios como el señor Roure es la enorme capacidad de trabajo, la constante investigación por su parte, y en definitiva, "no parar de hacer cosas", de aprender, de enseñar. Y una de esas múltiples acciones de Manuel, fue haber sido el autor de las primeras obras de su disciplina escritas en lengua catalana. Escribió dos libros durante su convalecencia cuando fue trasplantado de hígado. (Nunca se plantea perder un instante de su tiempo).
Cuando digo que me parece una bellísima persona, lo digo por su dedicación y cariño por los más desfavorecidos, por los niños y por personas con discapacidad. Ha contribuido de manera importante en la mejora de la vida de miles de personas, y en no pocos casos, ha sabido identificar y ayudar a corregir problemas que solamente un experto como él pueden identificar.
Recuerdo especialmente hablar con él sobre la lateralidad cruzada, y el impacto que tiene en el aprendizaje. Sobre la cantidad de niños que acuden a su gimnasio de la visión, descubriendo realmente un diagnóstico que se aborda, y se soluciona. Quedé maravillada por los casos y anécdotas que me contó. Y es que, no pocos problemas habituales encuentran su solución cuando se revisa la vista. Su trabajo junto a profesores, pediatras, psicopedagogos, fisioterapeutas y familias es encomiable.
Basta conocer a su familia para saber que ha sido, y es, un maestro inspirador, que ha sabido trasladar esa pasión que le pone y lo interesante que consigue que sea el estudio de la visión. Volví tan entusiasmada de haberlo conocido que, cuando en mi óptica, en Guadalajara, lo mencioné, no me sorprendió que, precisamente, lo conocieran y lo identifican como su maestro.
Cuando su hija Núria me escribió para contarme que estaban presentando a Manuel como candidato a recibir la Creu de Sant Jordi desde el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Catalunya, teniendo el apoyo unánime de todos sus integrantes y de empresas, empresarios, y entidades del sector del conjunto del Estado, así como del ámbito social y político, sentí una enorme alegría. Y la convicción de su merecimiento.
Cuando esta semana he recibido el mensaje de la confirmación, la emoción ha llenado, sinceramente, mi corazón. Y corrí para averiguar cómo había sido la noticia para Manuel, de qué manera se había enterado y cómo lo había recibido. Hablé con él, tan cariñoso, simpático y divertido como la última vez que hablamos. Dibujando esa sonrisa acompañada de los ojos llenos de chispas a través de su voz. "Siento una enorme alegría, esa tan especial que se siente cuando se hace justicia y un bonito reconocimiento", le dije. Y sentí que mis palabras de hoy, debían ir dedicadas a él, porque sé que quienes le conocen, celebran con júbilo este reconocimiento.
Pero a mí me apetecía que, quienes no le conocieran, ni supieran del interesantísimo trabajo que pone a su disposición en Mollerusa, conocieran a ese galardonado un poco más. Porque tienen la oportunidad de beneficiarse también de los beneficios de esta Creu: y en este caso, estoy segura, de que su vista se lo agradecerá.
Manuel se despide de una original y curiosa manera. Lo hace siempre, y tiene mucho que ver con él. Hoy se lo tomo prestado: ¡Hasta la vista!