¿Qué hace que una palabra sea más guay que otra, o que, al menos, la consideremos así? La respuesta es muy sencilla: la estupidez humana. No hay ninguna palabra que sea más guay o mejor que otra (a menos que sea muy difícil de pronunciar, que ya os adelanto que no es el caso porque las palabras han evolucionado en consonancia con la facilidad de articulación de sus hablantes). Muchas personas (sobre todo la juventud, que tiene pájaros en la cabeza), cuando les preguntas por qué hablan o leen en castellano si su lengua materna es el catalán, te contestan que lo hacen porque les parece una lengua más moderna (más guay) y que el catalán ha quedado anticuado. "Anticuado, lo que tengo aquí colgado", les respondo siempre. ¿Me estáis diciendo que un conjunto de fonemas os parece más guay que otro? ¿O es vuestro imaginario que os juega una mala pasada? A veces no nos damos cuenta, pero vamos absorbiendo constantemente discursos subliminales que van quedando depositados en nuestro inconsciente y, de repente, un día, sin saber por qué, lanzamos un "el catalán ha quedado anticuado". ¿Liarse un cigarrillo suena más guay y moderno que caragolar una cigarreta? No sé quién está más liado, si el cigarrillo o el que opina así. A la juventud les hacen creer que, para gustar a los demás, tienen que hacer lo mismo que hace todo el mundo; ¡cómo los engañan! Puedo entender que los jóvenes, que todavía están madurando mentalmente, se crean este cuento, pero que lo hagan las personas adultas, que ya las han visto de todos los colores, no tiene ningún tipo sentido.
La libertad de ser uno mismo y de ser responsable de los propios actos siempre ha dado mucho miedo a la humanidad
A ver, ¿alguien que sea muy listo me puede explicar con mucho cuidado y paciencia qué significa ser guay? Estoy esperando voluntarios. ¿Estamos hablando, por casualidad, de algo relacionado con la moda?, es decir, estamos diciendo que, porque alguien (no se sabe quién) dice que una cosa es mejor que otra, nos lo creemos y nos quedamos tan anchos? ¿Y esto, lo tenemos que hacer con todo? ¿Con la ropa, con nuestro cuerpo, con nuestra forma de pensar, con nuestra alimentación...? ¿Qué hacemos con nuestra personalidad y nuestra autoestima, las tiramos al contenedor de la materia orgánica? No es broma, es un tema muy serio. ¿Quién decide qué te gusta, tú o los demás? Supongo que a muchas empresas, tener el poder de hacerte gustar lo que ellos quieren, les debe ir muy bien para hacer crecer los ceros en su cuenta corriente, pero, y a nosotros, nos va bien que los demás piensen por nosotros? Siempre he pensado que una dictadura beneficia a los perezosos que no quieren decidir y que prefieren no pensar ni ser responsables de nada: que el dictador sea el responsable de todo (el padre omnisciente), que resuelva todos los problemas y me proteja, y yo, a cambio, ya cumpliré al pie de la letra sus condiciones (quid pro quo).
Si no, no se entiende cómo han proliferado tanto las dictaduras. La libertad de ser uno mismo y de ser responsable de los propios actos siempre ha dado mucho miedo a la humanidad. Pero volvamos al tema de las palabras guais: si no queremos caer en una dictadura lingüística, si no queremos ver una reducción drástica de las lenguas del mundo, empecemos a sacarnos de la cabeza esta tontería de que hay palabras o lenguas más guais que otras. Ahora está muy de moda decir que la evolución hará que en el mundo solo se hablen tres o cuatro lenguas (y a la gente le hace gracia), porque así nos entenderemos todos mejor (la famosa globalización). Esta afirmación es muy peligrosa —porque acepta la aniquilación de muchas culturas y augura una fuerte uniformidad de pensamiento— y estúpida —porque, actualmente, gracias a la inteligencia artificial, podemos traducir instantáneamente cualquier texto o audio; así que no hay excusa que valga para que no seáis tolerantes con todas las lenguas del mundo. Dicho esto, solo quisiera añadir que, antes de volver a decir que una palabra es más guay que otra, lo penséis detenidamente.