"Solo los tontos se ríen del protocolo."
Monsieur de Tayllerand

"Canta, ¡oh, diosa!, la ira de Aquiles, que trajo incontables males a los griegos...", nunca unos versos más bellos relataron una guerra más cruenta provocada por el amor a una mujer.

Las guerras ya no se declaran, se escalan, que diría Shakira, y la diplomacia intenta por todos los medios servir de bálsamo de Fierabrás que impida que las cosas lleguen a mayores, no pretende que sean más graves o convertirlas en no reconducibles. Por cierto, que el nombre del gigante viene de fier-à-bras, o sea, 'bravo brazo' o, más bien, 'chulo' o 'fanfarrón', y ustedes vean a quién le colocan el mote.

El gobierno del Reino de España acaba de iniciar una escalada desproporcionada y probablemente interesada con la República Argentina, exigiendo además la adhesión inquebrantable de todo patriota español que se precie ante el "daño institucional", el "ataque frontal a la democracia", el "insulto a España" y otro sinfín de agravios que todos sabemos no han sucedido. Es innoble e inaceptable viajar a un país amigo y utilizar la tribuna que te proporcionan para escupir al presidente de su gobierno. Milei es un populista ultra, un inadaptado y un presidente electo que causa mucho sufrimiento a su propio pueblo. Todo eso es compatible con la desproporción evidente de la decisión de Sánchez que obligó a su ministro de Exteriores a comparecer un domingo por la tarde en Moncloa —que no en el Palacio de la Santa Cruz, sede del ministerio— para comunicar la llamada a consultas de la embajadora española en Buenos Aires, algo que se ha sustanciado siempre con un comunicado.

De nuevo, Sánchez muestra por qué herida sangra —la de Begoña Gómez—, de qué modo está dispuesto a adoptar decisiones graves por motivos que le afectan y hasta qué punto exige adhesión inquebrantable a las mismas, por muy desmesuradas que resulten a la lógica. Esta vez sí, consultó a los otros partidos para pedírsela aunque no todos corrieron a dársela y eso incluye a PP, Sumar y Junts, alegando motivos diversos.

Tampoco me parece que el Estado pueda instrumentarse para sobreactuar por motivos personales o electorales

La desmesura de la medida no es discutible, porque una escalada diplomática tiene diversas fases que constituyen un lenguaje perfectamente decodificable para todas las naciones. Digamos que en la escalada hacia la ruptura entre dos países, de menor a mayor intensidad, se puede: 1) convocar al embajador de ese país y expresarle el malestar; 2) expulsar diplomáticos, según su categoría la medida es más grave; 3) llamar a consultas al embajador, por un periodo sine die es su expresión más grave; 4) expulsión del embajador de ese país; 5) retirada definitiva del embajador propio; 6) suspensión temporal de la embajada y retirada de personal; 7) ruptura de relaciones y 8) declaración de guerra.

La decisión del gobierno de Sánchez fue aplicar la secuencia 3-1-5 y llevar así las relaciones con Argentina a un punto en el que sólo queda un paso más en la escalada antes de la ruptura de relaciones. Drama, hace falta drama. La Ilíada es un drama. Una frase infame en un mitin por parte de un hombrecillo enfebrecido —que ha llamado a Petro "terrorista asesino" y al Papa "asqueroso izquierdista"— ¿debe arrancar con la fase tres y saltar a la cinco en 48 horas? Llevan razón los que dicen que en la base de tal arranque está la campaña europea y la necesidad de Sánchez de sacar a sus votantes de casa para remontarle al PP la diferencia y doblegar así tras Catalunya un ciclo electoral que se le prometía endemoniado. ¿Es proporcional llegar a la situación 5? Comparemos: Marruecos activó la opción 3 tras la acogida del líder del Frente Polisario en un hospital zaragozano al considerarlo "una provocación explícita", al año volvió sin que la crisis avanzara; Argelia activó la fase 3 tras el cambio de política española, nunca explicado por Sánchez, respecto al Sáhara y tampoco escaló, y Aznar activó la 5 cuando los gendarmes marroquíes se apalancaron en la isla de Perejil y ordenó una operación militar. Ustedes juzgarán.

Milei no va a rectificar. Frente al 3-1-5, él no ha movido ficha. La escalada diplomática es ahora mismo totalmente unilateral. De hecho, cuando el ministro Óscar Puente llamó, no demasiado sutilmente, drogadicto a Milei, Argentina activó la fase previa a la 1, el comunicado de protesta. Es una actitud que te enseñaban las madres, si ante un agravio tú te enciendes y el agraviador se detiene, acabará siendo tu culpa. Así funcionan los pasivo-agresivos a fin de cuentas. Así que, no, él no va a moverse ni un milímetro y ante esa actitud, ¿Sánchez va a parar o va a seguir in crescendo?

La última respuesta del presidente argentino ha sido considerar que las decisiones españolas son "un disparate de socialista arrogante" y actuando así se mimetiza como el moderado y el razonable. También le ha recomendado que "busque un buen abogado para su esposa". Lo cierto es que Sánchez ya lo ha hecho. Begoña Gómez ha otorgado poderes a favor de Antonio Camacho —exfiscal y exministro del Interior de Zapatero—, quien, por cierto, participó por parte socialista en la negociación del texto de la ley de amnistía con Junts. Camacho estaba presente en la testifical de los periodistas que han publicado las noticias sobre Gómez y, como saben, en el proceso penal español uno no puede personarse como "turista", así que, de alguna manera, Begoña Gómez entiende que debe estar representada en unas diligencias en las que no ha sido formalmente imputada aún.

Así las cosas, si la deslavazada frase de Milei —"aun cuando tenga la mujer corrupta, se ensucia y se toma cinco días para limpiarlo"—, hubiera sido pronunciada por un español, ni siquiera una denuncia por calumnias tendría muchos visos de prosperar. ¿Retirada formal de embajador? No sé. Me da mucho asco Milei, pero —¡sí, sí, pero... los peros son la forma habitual de introducir matices y sólo los matices nos acercan a la verdad!— tampoco me parece que el Estado pueda instrumentarse para sobreactuar por motivos personales o electorales. En todos los casos, prefiero el orden racional —1,2,3,4— y la proporción aunque no sea áurea.

Sánchez va a por todas, como siempre, por otra parte.