Dado que estamos en plena campaña electoral, conversemos sobre otra cosa, me he dicho cuando me he sentado a escribir. Los discursos de los candidatos son ofensivos para la inteligencia de la gente normal. Tratan a los electores como la sociedad trata a los adolescentes, que los infantiliza hasta dejarlos desarmados y vencidos para enfrentarse a la vida. Fomentar el infantilismo de los electores —y de toda la sociedad— es una forma muy sutil, sin que se perciba mucho, quiero decir, de aplicar el autoritarismo. La inteligencia artificial hará el resto del trabajo. Vean por qué les digo esto.
Me imaginé que les resultaría interesante que escribiera sobre una magnífica historiadora, Hélène Carrère d’Encausse, y de lo ocurrido con el ChatGPT. La excusa era que la historiadora francesa, con padre georgiano y madre rusa, fue galardonada con el premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales 2023. El título del premio me resulta indiferente. Aunque reconozco que me hubiera gustado que el jurado del Premi Internacional Catalunya, al cual pertenezco y que acababa de concederle el galardón, en su vigesimoquinta edición, al economista norteamericano Joseph E. Stiglitz, se adelantara a los españoles y hubiera considerado premiarla alguna vez durante estos veinticinco años. A su edad, 93 años, quizás no lleguemos a tiempo. Carrère d’Encausse goza de un prestigio internacional incontestable, pero en Catalunya somos muy sensibles a la orientación ideológica de los intelectuales. Del interior o del exterior. Encumbramos a verdaderos idiotas y, en cambio, arrinconamos a intelectuales de una profundidad y finura absolutas porque no nos gusta que defiendan según qué ideas. No estoy de acuerdo en absoluto con las ideas políticas de Hélène Carrère d’Encausse, que fue elegida eurodiputada en 1994 por el Rassemblement pour la République, el partido de ideología conservadora neogaullista fundado por Jacques Chirac, hasta que lo abandonó en 1999. Que no comparta su ideología y me dé rabia que haya facilitado la incorporación de Mario Vargas Llosa a la Academia Francesa, en tanto que secretaria perpetua (ella diría secretario, porque está en contra del lenguaje inclusivo), no me permitirá negar su valor intelectual. Aunque Vargas Llosa sea un cretino, ha escrito una de las novelas más importantes de la literatura en español, La ciudad y los perros (1963), y por eso tampoco voy a apostatar de mi admiración.
Hélène Carrère d’Encausse ha escrito muchos libros, pero pasará a los anales de la historiografía por un estudio temprano, del 1978, L’empire éclaté. La révolte des naciones en URSS. Es curioso que esta obra, que proporcionaba una visión completamente distinta de lo que era el mundo soviético y que predijo con trece años de anticipación que la URSS se derrumbaría en pedazos, no haya sido traducida ni al español ni al catalán. Me enteré de la existencia de esta historiadora francesa y de su libro debido a que Josep Termes, un hombre muy culto y a la vez sencillo, me invitó a leerlo. Compré una edición francesa, claro. Dado que no he podido encontrarla entre los libros que tengo en casa, ya que supongo que debe estar entre los libros que me guarda, fuera de Barcelona, una buena amiga que dispone de mucho espacio, he querido probar un experimento. Ahora que es tan habitual recurrir al ChatGPT, abrí la aplicación de inteligencia artificial y solicité a la herramienta una cosa tan sencilla como esta: "Resumen de L’empire éclaté de Hélène Carrère d’Encausse". La respuesta me sorprendió mucho. Les transcribo en español la respuesta que me dio la máquina en francés. “Me disculpo, pero parece que la pregunta contiene una confusión. L’empire éclaté no es una obra escrita por Hélène Carrère d’Encausse. Este libro fue escrito por Jean-Christophe Rufin, un escritor francés. Hélène Carrère d’Encausse es una historiadora especializada en la historia rusa y soviética. Por consiguiente, no puedo proporcionar un resumen de L’empire éclaté de Hélène Carrère d’Encausse debido a que esta obra no existe. ¡Hostias!, exclamé, ¡esta inteligencia es realmente artificial! Me impulsa hacia la nada. He pensado que la inteligencia artificial no habría leído el libro de Emmanuel Carrère, Un roman russe (2007), que le enfrentó a su madre por opiniones como por ejemplo que la integración de ella a Francia se construyó en el silencio y la negación, cuando no en la mentira, sobre quién era realmente su padre. Georges Zourabichvili, nacido en Georgia y educado en Alemania, “vivió y desapareció como un paria”, escribe su nieto, insinuando que la muerte del abuelo fue consecuencia de su colaboración con los nazis como traductor. Los dos, hija y nieto, ahora comparten el Príncipe de Asturias, ya que a él le fue concedido, en la categoría de las letras, en 2021.
El error, la mentira, del ChatGPT es sorprendente. Se inventa la historia de la literatura y se queda tan ancho de narices.
Soy mayorcito y llevo años dedicado a mi profesión como historiador, por lo que no he caído en la trampa en la que hubiera podido caer un alumno mío si hubiese intentado “colarme” como buena la negación de la autoría del libro, ya que el ChatGPT supuestamente es más inteligente que él. Fui prudente y seguí el razonamiento del chat. Entonces le pedí que me resumiera el libro de Jean-Christophe Rufin, que les confieso que no sabía quién era hasta hoy. Lo realizó en medio folio, también en francés, y comienza de la siguiente manera: “La historia transcurre a finales del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas”. Con la mosca detrás de la oreja, me puse a hacer comprobaciones con otra herramienta de la inteligencia artificial, que es Google. Mi sorpresa fue mayúscula. Solo pude encontrar un novelista que respondiera al nombre de Jean-Christophe Rufin. Se trata de un francés nacido en 1952, quien es un médico que ha ocupado el cargo de vicepresidente de Médicos sin Fronteras y presidente de Acción contra el Hambre, así como también colaboró con varios gobiernos socialistas. En 1997 publicó su primera novela, L’Abyssin, que tuvo mucho éxito, y posteriormente ha publicado muchas más. En 2021, obtuvo el premio Goncourt por la novela Rouge Brézil. Creo que por esa razón es miembro, al igual que Carrère d’Encausse, de la Academia Francesa. A pesar de ello, no he hallado ninguna referencia a que este buen hombre haya escrito una novela con el título de L’empire éclaté y que el protagonista, como me indica el ChatGPT, sea un tal Xavier de Barzan, síntesis de las ideas revolucionarias francesas en la época napoleónica. El error, la mentira, del ChatGPT es sorprendente. Se inventa la historia de la literatura y se queda tan ancho de narices.
No tengo ningún problema con las nuevas tecnologías. En absoluto. Soy un gran defensor de ellas, hasta el punto de que la cátedra Josep Termes, que dirijo en la universidad, lleva, entre sus “apellidos”, el de humanidades digitales. Creo sinceramente que este es el futuro. La semana pasada, el Parlamento Europeo inició los trámites para aprobar una ley que regulará el uso de la inteligencia artificial, incluyendo el ChatGPT. El ponente de esta ley, el rumano Dragos Tudorache, ha señalado que “si esta tecnología no se supervisa, el mundo digital quedará abocado a la no verificación. Por eso es muy importante poner normas”. Me cuesta entender cómo una ley puede resolver el problema que les acabo de plantear. No sé cómo una ley podrá solucionar que la ignorancia campe a sus anchas por las redes, incluso por Wikipedia, que es una de las fuentes de información menos fiables que conozco. A pesar del sesgo ideológico que pueda tener la inteligencia artificial, que parece que es lo que preocupa a los eurodiputados, el escándalo más grave es que, decididamente, se invente la realidad. La historia de la política, de la cultura y del arte. Los gobiernos y los políticos tendrán la tentación de combatir este evidente enredo, provocado por quienes controlan la inteligencia artificial, con el autoritarismo. La combinación de infantilismo generalizado con una inteligencia artificial ignorante, así como la respuesta autoritaria de los estados, puede provocar que lo que estalle no sea el imperio, sino la civilización. Que se desmorone el mundo de la Ilustración.