Siempre había pensado que antes llegaría la independencia de Catalunya tomada de forma unilateral que el concierto económico. Básicamente, porque el dinero es la madre del cordero. Y, en cambio, ahora nos cuentan que, por el simple hecho de investir a Salvador Illa, ERC y los socialistas han pactado una gestión fiscal similar a la que ya tiene Euskadi. Caramba. Que está prevista la creación de una Hacienda catalana que se haga cargo de todos los impuestos y después pase unas aportaciones al estado central en función de sus gastos en Catalunya. La llave de la caja. Caramba. Y, claro, lo sospechoso es que los socialistas catalanes no abran la boca y que Pedro Sánchez diga que está encantado de la vida, pero no concrete nada.
Todo el mundo admite que es muy complicado que una reforma de esta magnitud pueda llegar a aprobarse con las mayorías que existen en el Congreso
¿Puede que sea porque es muy difícil de explicar internamente? Es una posibilidad. El acuerdo ha provocado ya el esperado malestar del resto de líderes territoriales del PSOE. "No voy a permitir ni agravios ni privilegios", ha dicho Juan Espadas en Andalucía. "Radicalmente en contra", dicen en Extremadura. Pero esto se da por supuesto con cualquier acuerdo.
Lo cual hace sospechar de forma legítima que están dejando que ERC infle el pacto para que, el viernes, sus militantes, que deben ratificar el acuerdo y, por tanto, la investidura de Illa, voten a favor.
Porque, en realidad, todo el mundo admite que es muy complicado que una reforma de esta magnitud, para la que es necesario tocar una ley orgánica, pueda llegar a aprobarse con las mayorías que existen en el Congreso. Y esto acaba de reforzar la hipótesis de que de lo que se trata para los socialistas es de pasar el trago de las bases de ERC y evitar una repetición electoral en Catalunya. Y después, Dios proveerá.