No importa quién sea el presidente. Jesús es el rey. Es una de las consignas de la iglesia de san Lucas en los Estados Unidos, una de los millares de parroquias cristianas que existen y que vinculan la religión con la política de manera explícita. A pesar de la huella cristiana mayoritaria, son también muchas otras religiones las que pueblan el territorio americano. Los Estados Unidos todavía tienen monedas y billetes de dólares, y todavía se lee en ellos el lema "Creemos en Dios", 'In God we trust': este escrito es obligatorio en las monedas desde 1955, y en los billetes desde 1957.

El experto en información religiosa americana Mark Silk se ha preguntado sobre el voto religioso en las elecciones que han llevado a Trump de nuevo al podio. Con respecto al voto de la comunidad judía, se fija en que el mes de abril Donald Trump dijo que "cualquier judío que votara por un demócrata o por Joe Biden en concreto se lo tendría que hacer mirar". Según los datos electorales, son muchos los judíos que han votado demócrata, un 78% de hecho, según algunas fuentes, y una pizca menos pero siempre en torno al 70% según otros indicadores. Fox News, medio de tendencia conservadora, rebaja los datos y habla de un 67% que ha votado a Harris y un 31% a Trump. El voto judío en las últimas décadas se ha movido en una horquilla del 20% al 30%, siendo, por tanto, un voto minoritario republicano. Según la National Election Pool, la entidad que elabora encuestas a pie de urna, un 79% de judíos han expresado que han votado a Kamala Harris, y solo un 21% han afirmado haber dado el voto al nuevo presidente Trump. El marido de Kamala Harris es judío, y la mayoría de los judíos norteamericanos tienen estudios universitarios (el voto de Harris arrastra a más personas con estudios universitarios, según las encuestas), y han optado por demócrata.

El único otro grupo religioso interesante en esta partida ha sido el de los "nones" — ateos, agnósticos y personas sin afiliación religiosa, que pasaron del 65%-31% por Biden al 71%-26% para Harris. En este caso, como tienen una proporción similar en la media de títulos universitarios, el aumento percibido del nacionalismo cristiano probablemente fue un factor importante en su apoyo a la candidata demócrata, y este grupo ya constituye el 24% del electorado, un aumento de 2 puntos con respecto a 2020. Por otra parte, los protestantes (y otros cristianos no católicos) se han decantado ligeramente hacia Trump, pasando del 60% en 2020 al 63% en 2024. Una parte significativa de esta disminución parece provenir de musulmanes descontentos con el apoyo de la administración Biden a Israel durante la guerra en Gaza. Aquí ha habido un giro en la campaña de Trump, que buscó activamente el voto de los musulmanes, en contraste con su campaña de 2016 y la creación del "veto musulmán" a la inmigración.

Trump no es un hombre de praxis religiosa, y va utilizando el factor religioso para ir contentando a parte de la población que le ha querido dar apoyo. Y le ha funcionado

Los católicos han ayudado a Trump a ganar: han pasado del 52% en 2020 al 58% este año. En elecciones recientes, el voto católico se mantenía en equilibrio gracias a los blancos, cada vez más republicanos, y los latinos, firmemente demócratas. Con el cambio significativo de los hombres latinos hacia Trump y el cambio moderado de las mujeres latinas alejándose de los demócratas, se ha desequilibrado la balanza.

Silk se plantea una pregunta muy pertinente: aparte de los datos demográficos religiosos, nos podemos preguntar cómo fueron los valores religiosos. Las respuestas dependen, claro está, de qué se considere un valor religioso. Si la oposición al aborto es un valor religioso, entonces este no salió muy bien parado. En siete Estados, incluyendo Missouri y Montana (conservadores) y Arizona y Nevada (Estados indecisos), los referéndums que garantizan el derecho constitucional estatal al aborto pasaron, en la mayoría de los casos, por grandes márgenes.

Otro ejemplo. Si acoger al extranjero es un valor religioso, este tampoco salió muy bien parado —al menos si se considera que se viola con una política de retorno de la mayoría de inmigrantes indocumentados a su país de origen—. El 87% de los votantes de Trump dijeron que daban apoyo a esta política. Una de las primeras decisiones de Trump presidente es precisamente blindar todavía más el muro con México.

Si aumentar los beneficios para los trabajadores es un valor religioso, hay buenas noticias de Alaska, que aumentó el salario mínimo y exigió que los empresarios proporcionaran días de baja por enfermedad; de Arizona, que se negó a reducir el salario mínimo para los trabajadores con propinas; de Massachusetts, que aumentó el salario mínimo para los trabajadores con propinas; y de Missouri, que aumentó el salario mínimo y exigió que los empresarios pagaran días de baja por enfermedad.

Trump, que se confiesa cristiano protestante de raíces presbiterianas, no es un hombre de praxis religiosa, y va utilizando el factor religioso para ir contentando parte de la población que le ha querido dar apoyo. Y le ha funcionado.