Emmanuel
Emmanuel Macron es el octavo presidente de la Quinta República Francesa. Obtuvo su primera victoria electoral el 7 de mayo de 2017. Y la segunda, el 24 de abril de 2022.
Previamente, en 2012, asumió el cargo de Secretario General Adjunto de la Presidencia de la República, para retirarse en 2014 y ocupar la cartera de Economía, Industria y Sector Digital durante dos años.
Nació en 1977 en Amiens. Hijo de un matrimonio de médicos (su padre es neurólogo y su madre, pediatra), ambos profesores en el Hospital Universitario de Amiens.
Es el mayor de tres hermanos y se crió la mayor parte de su infancia con su abuela, que era directora de un colegio.
Estudió en una escuela de jesuitas y estudió música. Estudió en la universidad la carrera de Filosofía (donde hizo un estudio sobre Maquiavelo, y su tesina versó sobre los principios de la filosofía de Hegel). Algunos dicen que, para entender a Macron, hay que conocer la influencia que sobre su pensamiento tuvo la obra de Paul Ricoeur.
Macron jugó fuerte en algunas operaciones financieras, llegando a ser acusado de un doble juego en operaciones como la de Perdriel-Prisa-Orange
Posteriormente, en 2002, se incorporó a la Escuela Nacional de Administración, donde se graduó en 2004.
De 2006 a 2009 fue miembro del Partido Socialista Francés. En ese periodo obtiene una beca de la German Marshall of the United States, que le abriría la puerta para comenzar poco después una beca en la banca Rothschild. Fue en agosto de 2007 cuando le nombraron ponente adjunto de la Comisión para la Liberación del Crecimiento Francés (Comisión Attali), y allí conoció a Peter Brabeck, que por entonces era el director ejecutivo de Nestlé. Macron tuvo entonces un interesante papel como asesor en la adquisición por parte de Nestlé de la filial de leche infantil de Pfizer en 2012, una operación valorada en más de nueve mil millones de euros que le habría lanzado a hacerse millonario.
Trabajó durante cuatro años en la Inspección General de Finanzas y después se incorporó al sector bancario. En este momento contrae matrimonio, en 2007, con una profesora de francés, que tiene 24 años más que él. Fue profesora suya en el Instituto, y ya en su momento, sus padres lo enviaron al Liceo Henri-IV, en París, para intentar separarles.
En 2008 el banco Rothschild lo contrató cuando tenía, tan solo, 30 años. En dos años se convirtió en socio gerente, con una carrera sorprendentemente rápida.
Según información publicada, Macron jugó fuerte en algunas operaciones financieras, llegando a ser acusado de un doble juego en operaciones como la de Perdriel-Prisa-Orange.
Ahora, cuando las calles de Francia arden, el presidente pretende mostrarse como alguien que asume que la popularidad va por detrás del “interés general”
Fue en 2012 cuando François Hollande le propuso incorporarse al Gobierno como secretario general adjunto de la presidencia. Posteriormente, fue nombrado ministro de Economía durante el segundo gobierno de Manuel Valls. Dicen que su popularidad aumentó a medida que se fue distanciando del partido socialista. Concretamente, de su mentor, Hollande.
En 2016 fundó como presidente su propio movimiento político, “En Marche”.
En 2017 se convertiría en el presidente más joven de la República Francesa, con 39 años.
Si comparamos el apoyo que obtuvo en sus primeras elecciones respecto a las segundas, es evidente que Macron va perdiendo fuerza entre sus electores. Ahora, cuando las calles de Francia arden, el presidente pretende mostrarse como alguien que asume que la popularidad va por detrás del “interés general”. Y mantiene su postura, subrayando que la reforma de las pensiones es algo necesario para salvar la economía del país, y para ello, ha saltado la votación en la Asamblea Nacional, donde sabía que perdería.
49.3
La mayoría relativa que tiene ahora mismo proviene de los últimos comicios, donde consiguió mantener apoyo en el Senado pero no en la Asamblea. Esa debilidad es, precisamente, la que ha intentado sortear aplicando el artículo 49.3 de la Constitución para imponer su criterio sobre la reforma de las pensiones.
"El primer ministro podrá, previa deliberación del Consejo de Ministros, plantear la responsabilidad del gobierno ante la Asamblea Nacional sobre la votación de un texto”, dice el artículo. Y señala que los diputados solamente pueden impedir la aplicación de esta norma si, en las 24 horas posteriores, presentan una moción de censura contra el Gobierno. Una moción que no salió adelante hace unos días, cuando fue presentada contra el ejecutivo de Macron.
Esta herramienta fue utilizada durante el gobierno de Manuel Valls, del que Macrón formaba parte como ministro de Economía. De hecho, una de las veces que utilizó el 49.3 fue para aprobar la conocida como “ley Macron”, en 2015. Valls defendió entonces que aplicaba esta herramienta no porque fuera autoritario, sino porque era “más eficaz”. Lo repitió un año después, para aprobar su reforma laboral. No lo hizo solamente en esa ocasión. Y ya entonces, en mayo de 2016, Valls señalaba que lo hacía porque tenía la convicción de que el proyecto ayudaba a la generación de empleo duradero. La oposición presentó una moción de censura, que no salió adelante. Y Valls volvió a aplicar el 49.3 meses después para finalizar la aprobación de la ley. Por esta razón, según indicaron, Valls terminó pringado de harina en diciembre de ese mismo año en Estrasburgo.
En total, Valls recurrió al 49.3 en seis ocasiones. Pero hubo alguien que recurrió a esta herramienta en 28 ocasiones durante su mandato: el socialista Michel Rocard.
Los puntos clave de la reforma
Como sabemos, las calles de París arden y la huelga general fue convocada el pasado jueves, obteniendo un respaldo en las calles que ha congregado a un millón de manifestantes, según la policía, y a más de tres según los sindicatos y organizaciones convocantes.
Los disturbios no cesan y las detenciones se producen por centenares. Son ya nueve los días que duran los altercados y han supuesto la cancelación de la visita de Estado que estaba prevista por parte del Rey Carlos III de Inglaterra.
Los sindicatos consideran que las movilizaciones son históricas, y recuerdan a las que ya se le plantearon a Macron en 2018 con la revuelta de los chalecos amarillos.
El 70% de los franceses, según las encuestas, están indignados con la medida y, sobre todo, con la forma en que se ha llevado a cabo.
“La Policía, en París y en otras ciudades, carga sin motivos contra el servicio de orden sindical y prosigue la práctica ilegal del 'cerco' para impedir el paso de los manifestantes"
Los puntos principales de la reforma pueden resumirse en los siguientes: el retraso de la jubilación, de los 62 a los 64 años ha sido quizás el más comentado. Fue Sarkozy quien aumentó la edad de los 60 a los 62.
La reciente reforma exige más años de trabajo para la cotización, siendo necesarios al menos 43 años de cotización para obtener la pensión plena (que en Francia supone el 50% del salario anual de referencia, unos 1.400 euros de media). Esta segunda medida se basa en otra que pusiera ya en marcha el socialista Hollande en 2014. Macron ha acortado los plazos y exige que los 43 años pasen a tener vigencia desde 2027. Si los trabajadores de 64 años no llegan tener 43 cotizados, entonces deberán seguir trabajando hasta los 67 si quieren contar con toda su pensión.
Estas medidas se argumentan, según Macron, en la necesidad de equilibrar las cuentas del sistema público de pensiones de aquí a 2030, sin tener que aumentar las cotizaciones ni los impuestos.
Los sindicatos y expertos que se oponen a estas medidas consideran que no es cierta la urgente necesidad que pretende ser justificante para Macron.
La respuesta a las protestas
La respuesta a las protestas, a las que cada vez se suman más sectores de la sociedad francesa, están siendo brutales. Las cargas policiales y las medidas de represión, como multas a las personas en la calle, se suceden. Según recogen distintos medios, “la Policía, en París y en otras ciudades carga sin motivos contra el servicio de orden sindical y prosigue la práctica ilegal del “cerco” para impedir el paso de los manifestantes. Grupos de jóvenes se enfrentan a la policía al término de las manifestaciones respondiendo a las provocaciones de los antidisturbios” https://periodistas-es.com/macron-un-presidente-arrogante-irresponsable-e-incendiario-165332) “Los Bac y los “voltigeurs”, con el más absoluto desprecio de los derechos humanos, arremeten salvajemente contra la población, mientras los diputados de la oposición reclaman su disolución”.
Mientras las protestas se suceden, se acumulan toneladas de basura en las calles de París. El grito unánime es el de “Macrón, dimisión. Darmanin, a prisión” (Darmanin es el ministro del Interior).
El reloj
La manipulación de la opinión pública por parte de Macron ha tocado techo esta semana, cuando durante una intervención en televisión, se quitó el reloj que portaba, valorado en 80.000. Una actitud que, sumada a sus comentarios de desprecio contra los manifestantes, está generando entre la población francesa la indignación máxima.
Son ya muchos los analistas que señalan a Macron y le acusan de querer llevar a Francia al colapso para satisfacer los deseos de sus colegas, amos financieros, del Cac 40.
Macron insiste en que asume la falta de popularidad que le acarrea esta situación, pero que lo hace por responsabilidad y por el bien del país.
Estas afirmaciones, la deriva totalitaria del presidente de Francia, me han hecho recordar un estudio que realicé cuando estudiaba en la London School of Economics, donde Macron también estudió. Allí, en un programa especial desarrollado en la Universidad de Pekín, analizábamos dentro de un programa de Economía del Desarrollo, si la democracia era eficaz para tomar medidas de choque, que supuestamente pusieran en marcha la economía en un sistema capitalista moderno. La conclusión era obvia: la democracia es “menos práctica”, pues está “llena de obstáculos” que hacen “perder tiempo” y debilitan la toma de decisiones directas. Básicamente, lo mismo que argumentaba Valls cuando aplicaba una y otra vez el 49.3. Él decía que lo hacía por practicada. Macron dice que lo hace por responsabilidad.
Macron se ha mantenido en su trono. Y esto le ha dado legitimidad a su toma de decisión, totalitaria, y una pátina de democràcia
Pero lo único cierto es que lo hacen contra la mayoría parlamentaria de la Asamblea Nacional, es decir, lo hacen contra la democracia.
Ciertamente, y afortunadamente, la norma prevé la convocatoria de la moción de censura inmediata, para poder evaluar si realmente este atropello democrático se produce como tal y así poderlo prevenir. Sin embargo, aunque haya sido solamente por nueve votos, Macron se ha mantenido en su trono. Y esto le ha dado legitimidad a su toma de decisión, totalitaria, y una pátina de democràcia.
La cuestión fundamental es que, precisamente viendo las encuestas y las calles de Francia, los que dicen representar al pueblo, han fallado. Ni más ni menos.
Porque cualquier miembro electo, debería oponerse sistemáticamente a la aplicación de este tipo de normas basadas en el 49.3 de la Constitución. Si la modificación no iba a ser aprobada en la Asamblea Nacional, la moción de censura debería haberlo reflejado. Pero a nadie se le escapa que estas pautas no vienen de las instituciones francesas, sino que los mandatos vienen probablemente del entorno financiero y económico supranacional. Y aquí es donde radica el verdadero problema que tenemos, que no es solamente el de las pensiones.
Demo qué?
Macron ha saltado por encima de la democracia. Aunque las propias normas le hayan salvado de momento.
Pero no es nada nuevo. Ni en Francia ni aquí.
Precisamente esta semana, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón reconocía que el pasaporte covid había sido una medida absolutamente contraria a distintos derechos fundamentales, amparados por nuestra Constitución. Ha ordenado la anulación de la norma, aunque a efectos prácticos eso ya nos da lo mismo, porque ya no se usa, el dichoso pasaporte.
Pero la sentencia hay que leerla, porque pone de manifiesto la vulneración de los derechos de toda la ciudadanía, aplicando una norma carente de sentido científico, que no evitaba transmisión ni contagios y que además, vulneraba el derecho fundamental de la intimidad, del movimiento y de la reunión.
Una resolución judicial que va en linea con las que dictase en su día el TC, cuando declaró inconstitucional el confinamiento ordenado por el ejecutivo de Sánchez.
Mientras nos sigamos enfrentando en base a un eje que no existe, seguirán cercenando nuestros derechos y libertades con la excusa de la urgencia, de la necesidad, del miedo
Por eso ahora, el PSOE, se plantea elaborar una nueva norma específica para casos de pandemia, que le sirva para poder volver a limitar derechos fundamentales. Obviamente ya no puede repetir el mismo modus operandi, porque el TC ya se ha pronunciado, y en caso de proceder de la misma manera, ya sabemos lo que sucede al desobedecer los magistrados del TC.
En definitiva, lo que hemos vivido durante la pandemia has sido el “asomar la patita” de gobiernos totalitarios, que por lo que se ve, le han cogido gusto al asunto.
Y ahora, ante la mínima oportunidad, se dedican a legislar sin escuchar a la ciudadanía, sin hacer debates necesarios, tirando de la vía de urgencia y metiendo la pata sin cesar (como la ley del sí es sí o la ley trans).
Lo analicé la semana pasada y creo que no hay que dejar de hacerlo: el eje izquierdo o derecho se ha diluido. Es momento de analizar la democracia frente al totalitarismo. Porque mientras nos sigamos enfrentando en base a un eje que no existe, seguirán cercenando nuestros derechos y libertades con la excusa de la urgencia, de la necesidad, del miedo. Y cualquier excusa servirá para destrozar lo que se debería estar reforzando, que es la democracia. Algo muy incómodo para los totalitarios.