En la particular tierra firme de la legislatura, parafraseando el título del nuevo libro de Pedro Sánchez, se van dibujando los bloques y dinámicas de una legislatura que gravita sobre todo un universo de factores y que, paradójicamente, a lo ingrávido y frágil del armazón de la investidura, son cada vez más sólidas. La fórmula italiana a la inversa. En lugar de autodestruirse en sucesivas repeticiones electorales, se sujetan unos a otros con intereses que desde lo inmediato se van a consolidar en el medio plazo —y eso ya es mucha estabilidad para hoy en día—. La salida de Iñigo Urkullu apuntala el eje PNV-Junts, Sánchez y Díaz amarran la coalición y la ruptura Sumar-Podemos abre un espacio a la izquierda con ERC y Bildu.
Los efectos de la salida de Podemos del gobierno van a ser inmediatos. Se verá en las primeras iniciativas legislativas que entren en el Congreso, empezando por la ley de leyes, los presupuestos generales de 2024, blindados por el pacto hexagonal en el que se apoya Sánchez. Podemos, integrado en Sumar, niega la disciplina al grupo plurinacional y, sin salirse, trabaja para marcar sello propio; para ser uno más en la matriushka de la gobernabilidad. Quieren su sillón propio para sentarse con el PSOE en la negociación de cada norma. El acuerdo de Sumar no recoge el detalle de cómo se sancionará esta dinámica y la expulsión al Grupo Mixto sería compleja. De hecho, en la etapa de Pablo Iglesias, el exdirigente morado negociaba con Compromís o los comunes sin contemplar multas o la salida del bloque si votaban distinto.
En el PSOE lo que inquieta son las próximas citas electorales, uno de los termómetros con los que los socialistas quieren dar estabilidad al mandato y castigar a Feijóo
Al PSOE no le preocupa la gobernabilidad con los morados, ya lo hicieron durante cuatro años, apuntan desde la dirección. Lo que inquieta son las próximas citas electorales, uno de los termómetros con los que los socialistas quieren dar estabilidad al mandato y castigar a Feijóo. No quieren repetir el error histórico de la fragmentación de la izquierda que tanto les penalizó el 28-M. El ejemplo que mejor lo visualiza son las gallegas, donde el BNG está fuerte y el socialista José Ramón Besteiro es un buen candidato con oportunidad de mover la abstención. Sin embargo, en circunscripciones como Lugo u Orense, donde se reparten un puñado de diputados clave, ir con cuatro papeletas les hunde. Algo similar ocurría en las vascas y mucho más en las europeas. Los morados no tienen decidido si irán solos o con ERC, pero a estas alturas descartan Sumar. A pesar de ser por circunscripción única, tres marcas (PSOE, Sumar, Podemos) en la izquierda frente a un PP muy fuerte les haría daño.
En esta gravitación, donde los partidos que apoyan al gobierno están en su momento dulce, la reestructuración de Génova es importante. La elección de Miguel Tellado como portavoz parlamentario, en la línea del núcleo gallego de Feijóo, es la apuesta por la estrategia dura del PP y el síntoma de desconfianza del presidente Feijóo dentro del partido. Tellado es el nuevo portavoz que quería ver al presidente Sánchez "salir del país en un maletero", quien no condenó la agresión a Óscar Puente en el tren de camino a la investidura de Feijóo. Como contrapeso de Feijóo en el Congreso, aleja al PP de una táctica más elaborada. La oposición sin matices agrupa a la derecha, pero pierde capacidad estratégica en el Congreso, donde no será capaz de sentarse con otros grupos para hacer que el PSOE pierda votaciones.
La restructuración deja a los populares dándolo todo en la calle, en Europa y aislado de sus socios naturales. Otro ejemplo. Este PP se ha colocado a una distancia de 700 metros con Vox, convocando para el próximo el domingo una manifestación a esa distancia de la sede de Ferraz, arriesgándose a no poder distanciarse de los posibles disturbios y cargas ya habituales de los ultras.
Línea dura del PP nacional y a la interna. Da igual la mayoría absoluta de Madrid, el frente Ayuso pelea por la hegemonía. El eslabón con el discurso ultra, el hiperventilado nacionalismo español con sede en Madrid, mueve la silla a Feijóo para recalar en Génova. La presidenta de Madrid ha lanzado la guerra del agua contra Sánchez el mismo día que el presidente andaluz se hacía la foto de unión con Teresa Rivera en Doñana. La ofensiva judicial en el Supremo y su recurso correspondiente es del pasado octubre, pero Ayuso ha decidido hacerlo público antes del día grande de Juanma Moreno Bonilla. Y en medio, Feijóo.
Al ecosistema de pactos de Pedro Sánchez hay que sumar la vía judicial con su derivada García-Castellón. El CGPJ ya tiene interpuestas la querella de Sumar; el juez de la Audiencia su correspondiente querella de Podemos; y toda una opinión pública viendo una instrucción en directo más dirigida a Moncloa que a la justicia. Con varios focos encima, ya no juega solo.