Feijóo ante su debate de investidura no es otra cosa que el líder del PP frente a su posicionamiento o supervivencia, según se dé, en el terreno ya oficial de la oposición, dure unas semanas o cuatro años. Una vez certificado el fin del semperismo y la ruptura con la centralidad, el acto de Madrid ha servido para constatar desde dónde quiere ser investido el PP. El desplazamiento hacia VOX confirmado en el banderazo y el ‘viva España’ de la capital y el agradecimiento expreso a los de VOX. Será la cuarta investidura fallida de la democracia, con los 33 escaños que lo arrinconarán en la votación de esta semana.

El discurso de Feijóo confirmó su dirección contra la España del "enemigo", el "fraude agravado", o el "extranjero", como se refirió al uso de las lenguas cooficiales. La fuerza con la que el PP golpea a Pedro Sánchez es proporcional a su anclaje en el ala dura. Al descrédito para moverse del actual PP-VOX. Cualquier guiño a la plurinacionalidad que pretenda hacer Alberto Núñez Feijóo en su investidura, en coherencia con el modelo que defendía siendo presidente de Galicia, desbarrará ante su proclamada España de ‘pinganillo y karaoke’.

Como en el acto-mitin de Madrid, Feijóo definirá los futuros pactos de investidura de Sánchez como una relación de secuestros y chantajes. El gobierno es rehén de Carles Puigdemont, el PNV lo es de Sánchez y así hasta la cuadratura de los cinco pactos que necesita el PSOE para gobernar. La propuesta catalana del PP ya la corearon en el acto multitudinario: “Puigdemont a prisión”.

El PP ha conseguido cambiar el marco izquierda-derecha con el que ganaron los socialistas el 23-J por el eje independentismo-España. Si lo ideológico hizo ganar al PSOE, el debate territorial siempre le da ventaja al PP

Feijóo replicará en el hemiciclo el tono de los mensajes antipolíticos y trumpistas, por más que el término esté manido de tanto uso. “El personaje que sigue en la Moncloa después de haber perdido las elecciones”, como dijo en la Plaza de Dalí. Y continuó, un candidato que “nunca ha tenido menos votos que ahora”. Para acusar de “fraude” por no recoger el contenido de la posible amnistía. Y llamar “falacia socialista” a la legitimidad que tendrá Sánchez, mandato del Rey mediante, de buscar apoyos como permite el sistema parlamentario.

En su discurso repetirá las propuestas económicas del programa electoral del 23-J y los mensajes con los que ha ido atacando a Sánchez las semanas de después. Para el PP, ese es el contexto. Y lamentan que los mensajes no se entiendan. No se comprendió a Borja Sémper porque el PP no está en el uso de las lenguas como patrimonio común más allá del independentismo. O la llamada a los tránsfugas. Llevan semanas buscando romper el grupo parlamentario socialista, y excusan ahora la llamada al antitransfuguismo con una apelación a toda la bancada del PSOE, no al repetido ‘socialistas de corazón’.

Esta puede ser la semana negra de Feijóo donde consuma el crédito de autoestima insuflado el fin de semana. Luego vendrá una nueva ronda de consultas. Y las previsibles negociaciones del PSOE, discretas pero transparentes, según el compromiso de Sánchez. Feijóo estará ya en el lugar oficial de la oposición. Pero cuando uno se mueve, aunque sea erróneamente y socavando su liderazgo, también mueve al otro. El PP ha conseguido cambiar el marco izquierda-derecha con el que ganaron los socialistas el 23-J por el eje independentismo-España. Si lo ideológico hizo ganar al PSOE, el debate territorial siempre le da ventaja al PP. El eje de Sánchez se ha desplazado y tendrá que llevar las negociaciones mientras la calle se vaya calentando a golpe de convocatoria. Con un ingrediente más. Todo sucederá bajo la tensión de la repetición electoral.