Creo que ha llegado el momento de hablar claro. Claro y catalán. Ante todo, para evitar que me lancen a la jaula de los leones, os informo que soy una persona tolerante, empática, altruista y que siempre analizo los pros y contras de las situaciones antes de opinar. Ah, y he dado clases de catalán a mujeres musulmanas de Marruecos y de otros países de África e, incluso, en una ocasión, un amigo marroquí me invitó a su casa para conocer a su familia. También he trabajado haciendo exportación a países musulmanes de Oriente Próximo, y, cuando nos visitaba alguno de estos empresarios, no me miraba a la cara porque era una mujer. Con esto quiero decir que he podido ver como piensan y como actúan algunas mujeres y algunos hombres musulmanes de distintos países. Dicho esto, hace muchos años que, desde Occidente, luchamos para que la Iglesia católica deje de cometer atrocidades y de ser misógina en nombre de la religión (cada uno ha interpretado la Biblia como más le ha convenido). Hemos movido cielo y tierra para conseguirlo (y todavía nos falta mucho por hacer). Y, como todos sabéis, con el islam no se ha seguido el mismo camino (más bien todo lo contrario). Todavía hay muchos países musulmanes en el mundo donde las mujeres (y ya no hablo de los homosexuales) no son más que un pedazo de carne al que se le puede hacer lo que sea necesario (humillarlas, castigarlas e, incluso matarlas) porque no se han portado bien (Pilar Rahola seguro que os puede poner muchos ejemplos de ello). Eso sí, los yihadistas van con mucho cuidado de que ninguna mujer los mate (de hecho, les da terror que haya mujeres armadas), porque según ellos, si una mujer los matara, no podrían ir al paraíso que tanto anhelan, donde supuestamente los están esperando unas cuantas vírgenes con ganas de juerga.
Yo solo les diría una cosa: hagamos una prueba, quitaros el burka durante un mes, a ver qué pasa
Intentad ir con un escote por la calle o con un bikini en la playa en Arabia Saudita; a ver qué ocurre. Seguro que respetan vuestra cultura y no os dicen nada. ¿Qué es ser tolerante? ¿Dejar que los demás te pisen hasta que ya no quede nada entero de ti? Yo diría que esto es más bien ser imbécil y tener una autoestima en el umbral de la muerte. Esto es lo que está pasando en Catalunya. Resulta que ser tolerante significa aceptar que las mujeres vayan tapadas de arriba abajo o con velos en la cabeza que les cubran su precioso pelo porque alguien ha dicho que el Corán dice esto (volvemos a las interpretaciones sesgadas que cada uno hace de las cosas). Me han llegado a decir que era racista porque defendía que las mujeres fueran sin velo ni burka en Catalunya porque consideraba que era una imposición machista, que no lo escogían ellas. Esta gente que me llamaba racista y algunas mujeres musulmanas dicen que lo hacen porque ellas quieren, que van cubiertas de arriba abajo a 40 grados en verano porque ellas quieren. Que nadie las obliga a hacerlo. Yo solo les diría una cosa: hagamos una prueba, quitaros el burka durante un mes, a ver qué pasa. A ver si vuestro entorno lo respeta y podéis ir con un escote por la calle. Quizás me equivoco y todo su entorno y toda su comunidad las aplauden. Ojalá. Pero, llamadme escéptica, diría que la cosa no irá exactamente así.
Lo que no podemos aceptar es que en Catalunya, donde hace años que hemos erradicado esta misoginia, aceptemos este maltrato hacia la mujer y este machismo tan visceral otra vez. ¿De verdad queréis volver doscientos años atrás? En los países musulmanes que hagan lo que quieran; allí es cosa de las mujeres rebelarse y decir basta (sería fantástico que Occidente les echara una mano, hay que decir). Pero aquí esto no puede permitirse; por más gente que le guste ir con un lirio en la mano todo el día. Estos portadores de lirios perjudican más que ayudan a las mujeres y a la libertad y a la tolerancia. En mi ciudad muchas mujeres musulmanas que antes iban descubiertas ahora van con velo, e incluso he visto alguna con burka; se está produciendo una radicalización del islam. Se están haciendo políticas totalmente irracionales que, en nombre de la tolerancia (????), quieren hacernos creer que tenemos que aceptar una cultura misógina en nuestro país; aunque implique destrozar la nuestra. Tenemos Francia al lado de ejemplo (que nos llevan varios años de ventaja); ¿no os ha quedado claro hacia dónde vamos? Que venga gente de tantas culturas como sean necesarias a vivir a Catalunya (con cierto control, obviamente, porque al final no cabremos), pero que se adapten a la cultura que los ha acogido, como nosotros haríamos si fuéramos a vivir a su país de origen. Sencillo, ¿verdad?