¡Como debe ser! La misma justicia que decide sobre como hay que afrontar la lucha contra los virus, si la administración tiene competencias o no para ayudar a las personas que en invierno no pueden encender ni una triste cerilla para calentarse y que lo establece todo sobre todas las cosas, era quien tenía, también, que determinar el modelo educativo que deben aplicar las escuelas. ¡Si señor! (Y sí señora y sí señori). Realmente, no sé qué haríamos sin su intervención (la de la justicia, no la de usted). Siempre sabia y oportuna.
Ahora bien, que la justicia intervenga en todo, pasando por encima de leyes decididas por consenso y por amplias mayorías y en base a criterios de bien común (por supuesto, ¿qué se han creído?), haciendo caso de recursos presentados por minorías radicales que no se sabe a quien representan (¡el filibusterismo al poder!) y que han decidido que los tribunales son el nuevo Parlamento (¡cómo debe ser!), no quiere decir que todas las decisiones que toma la justicia sean justas. ¡Noooo! ¿Quiere un ejemplo? La escuela esta de Canet de Mar. Una familia (UNA), que es menos que dos y más que ninguna, presentó un recurso contra la dictatorial norma consistente en pretender que los niños catalanes se eduquen de manera tal que al acabar el ciclo sepan hablar catalán y castellano (¡donde se ha visto tamaña afrenta!). El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) decidió que ya a partir del próximo jueves (¡tenemos prisa!) el 25% de las clases tienen que ser en castellano en P5. Pero, enseguida, ya han salido los golpistas amigos de Bildu a quejarse, que es lo único que saben hacer. ¡Dicen que un 25% lo encuentran excesivo (¡sí hombre!).
Un 25% de castellano no sólo es muy poco -un porcentaje miserablemente escaso- sino que es un insulto a la democracia y a la libertad. La de la familia en cuestión, naturalmente. La libertad, la democracia y los derechos del resto de familias -que serían el 99,9% restante- ni importan, ni interesan, ni existen (no, si aquí cualquier habitante de Tractòria se acabará creyendo que es alguien). Pero aun así, esta dictadura ultranacionalista, populista y xenófoba, que impone su sectarismo a pobres niños de cinco años que no se pueden defender, pretende que el 75% de las asignaturas sigan impartiéndose en una lengua de imposición antipática que adoctrina desde la politización. No como los defensores del español. Y, con la ayuda de los medios subvencionados (los golpistas, quiero decir), sigue haciendo campañas de intolerable presión para aumentar este ya de por sí intolerable porcentaje. Y eso hay que cambiarlo. Cuanto antes mejor. Antes de que lleguemos tarde y los cerebros de las criaturas ya estén dogmatizados para siempre.
Por lo tanto, empiezo ahora mismo y desde aquí una campaña que, provisionalmente, se llamará "Ni un 25%, ni un 50, ni un 75... En la escuela, un 169% de las clases en castellano". ¿Y, por qué 169 y no 178 o 162, se preguntará ahora usted? ¿Y por qué no? El problema es que todavía no tengo organizada la plataforma a través de la cual impulsaré la cosa. Pero eso no es problema. Un par de llamadas donde hace falta y en cinco minutos tengo presupuesto, infraestructura y entrevistas en varios programas de cadenas privadas de TV y en varios diarios de papel y digitales. El nombre lo veo más complicado porque hay tantas plataformas parecidas que ya están cogidas palabras como "Tolerancia", "Concordia", "Convivencia", "Libertad", "Bilingüismo"... ¿Pero quizás mejor una cosa transversal, no? ¿Qué le parece Convivencia Cívica Del Bilingüismo Bien Entendido que Habla Siempre Español Desde la Tolerancia y la Concordia Constitucional del 169% Amen? Un poquito largo, pero explica fuerza por donde iría la cuestión, ¿verdad?