Y ahora resulta que el nuevo ministro de Fomento, el señor Ábalos, y sin encomendarse a nadie, ha abierto el apasionante debate sobre la eliminación de las barreras de los peajes. Un "No quiero pagar" hecho desde la administración. Bonito.
¿Problema? En Catalunya es imposible hacer un debate "normal" sobre peajes. ¿Por qué? Pues porque tenemos una montaña de agravios con una altura que supera el Everest. Básicamente un par.
El primero es aquella típica imagen de un catalanito circulando por una red vial española llena de autovías de dos (o de tres) carriles y que son totalmente gratuitas. Mientras aquí, menos la A2, pagamos peaje en todas las entradas (o salidas) a BCN a través de vías de alta capacidad. Y en cuatro casos, sobre todo, pagar (y no precisamente poco) es la única manera de poder circular con una cierta decencia, una cierta rapidez y una cierta seguridad.
1/ El tramo El Vendrell-Castelldefels (o viceversa). O pagas 10,67€ o vas gratis total por las costas del Garraf y la calle mayor de pueblo con más semáforos que cruces en que se ha convertido el tramo entre Cubelles y la capital del Baix Penedès. La circulación es tan fluida que empiezas en Castelldefels teniendo 18 años y llegas a El Vendrell jubilado. Ir y volver cada día por los peajes de este tramo, por muchos descuentos que te hagan, es un precio inasumible para el 99,99% de los catalanes. Y las catalanas.
2/ El tramo Montgat-Arenys (o viceversa). O pagas 3,69€ o visitas el Maresme pueblo a pueblo, semáforo a semáforo y rotonda a rotonda. Que sí, que el Maresme es muy bonito, pero si tienes que hacer el trayecto dos veces por día, acabas por no apreciar lo suficiente el espectáculo.
3/ El tramo Tarragona-BCN (o viceversa). O pagas 10.50€ o disfrutas de las excelencias de la insuperable N340. Es un trayecto tan agradecido que el Tribunal de los Derechos Humanos lo considera tortura psicológica. Y el tramo de la N340 entre Tarragona y Alcanar ya tiene un nivel tan elevado que allí entrenan los equipos del Dakar. Y cuando después hacen la carrera exclaman: "comparado con aquello, eso del desierto argentino son los autos de choque de la feria".
4/ El tramo Sant Cugat-Manresa por la C16. O pagas de entre 5,24 a 10,25€ o haces una bonita vuelta a Collserola y después vas por una carretera que tiene más peligro que una piraña en un bidé.
Y dejo aparte los 11,65€ del túnel del Cadí o su bonita alternativa de la Collada. Por no hablar del Eje Transversal, una carretera que hemos pagado los catalanes para que los camiones en tránsito circulen más recto que por la AP7. Y, estos sí, gratis.
Y el segundo agravio es el famoso rescate de las 9 autopistas de peaje conocidas como radiales y que, básicamente, están situadas en torno a Madrid. Unas autopistas en quiebra que nos costarán, como mínimo, 2 mil millones de euros. Y cuando digo "como mínimo" quiero decir que todavía ahora no se sabe el coste total de la obra y que esta es la cifra que dio el Gobierno al inicio de la broma.
Por lo tanto, con este panorama cualquiera defiende aquí un método como el de la viñeta, consistente en eliminar los peajes y a cambio pagar cada año una tasa que podría estar en torno a los 75 euros. Con este panorama te dicen que tienes que pagar 75€ anuales y dices "que los pague el actual ministro, el señor Ábalos".
Claro, con este panorama cuesta mucho plantear que la viñeta serviría para que los usuarios y no toda la sociedad pagaran el mantenimiento y la mejora de la red vial, una cosa que es necesaria. También para evitar accidentes.
Con este panorama, que viene de tan lejos, cuando oyes la palabra viñeta lo que te viene a la cabeza es que estamos delante de una tira de humor. Que no hace reír.