Al final era mentira. La historia ha durado menos que la credibilidad de quien fichó a Luuk de Jong para jugar en el Barça. Manel Monteagudo, el hombre que había estado en coma durante 35 años y, mientras, había tenido tiempo de casarse, ser padre de dos hijas... hacer el túnel de Glòries en BCN y que estuvo a punto de acabar la Sagrada Familia, ha confesado:
Tres días hablando de su mentira y dos más de cómo los medios de comunicación nos la creímos sin ni siquiera comprobarla. Dicen que la "culpa" ha sido de la prisa por tener noticias que provoquen clics y de la necesidad de ofrecer contenidos atractivos para el consumo del gran público. Sí, quizás sí que eso ha influido pero cuando no había nacido la persona que inventó la palabra clickbait, aquí ya nos habíamos comido la historia de Enric Marco. Que, por cierto, pequeño inciso... Este fin de semana que las bases de la CUP votan, aprovecho para recordar que en aquella famosa asamblea del empate celebrada en Sabadell también estaba el tal Marco. No dentro, sino en el bar. Una vez ya se sabía su mentira. El debate era a puerta cerrada dentro del pabellón y se podía seguir visualmente desde el bar a través de unos grandes ventanales. Y allí, en un lugar preferente y de cara a la gente para que lo vieran bien visto, estaba él, sentado en un taburete al lado de la barra por donde tenía que pasar todo el mundo que quería tomar aquello que le llaman un refrigerio.
Más recientemente nos hemos comido, también con patatas, el famoso máster de Pablo Casado y varios currículums tuneados de decenas de personas que nunca fueron lo que decían ser. Y en el caso de Casado, unos cuantos medios se abonaron a defender que tenía razón y unos cuantos más a que mentía. Y los dos aportando pruebas. ¿Quién decía la verdad? Y le diré más, ¿qué era la verdad? Y aquello no tuvo nada que ver con pescar ningún clic. Y hace un par de semanas tuvimos el "Caso Ábalos".
El exministro y ex mano derecha de Pedro Sánchez vio como un medio llamado The Objective titulaba: "Sánchez echó al ministro por su «oscura doble vida». Fiestas, mujeres, un presunto vídeo y una habitación destrozada en un Parador". En la pieza podíamos leer: "El exministro de Transportes de Sánchez se entregó a la vida nocturna, con fiestas y mujeres en locales y pisos privados en plena pandemia. (...) informes extraoficiales que procedían de Interior, sobre la base de las hojas de servicio de los escoltas del ministro (...) los rumores sobre la vida disoluta del ministro «venían desde siempre» (...) Las informaciones que llegaban a Moncloa se empezaron a multiplicar (...) El entorno del presidente admite que el caso se intensificó hace «unos meses» (...) y añaden «Nos decían que había un vídeo que nadie ha visto y que no sabemos si existe (...) donde salía Ábalos con mujeres» (...) Ninguna de las fuentes consultadas por este diario admite haber visto el documento audiovisual, pero describen el clima interno de Moncloa como de una «tensión extrema» (...) el presidente fue informado de la celebración de una fiesta en un Parador. «La habitación quedó destrozada y con restos de todo...». La alerta llegó a Moncloa a través de un «intermediario» del entonces presidente de Paradores, Óscar López, hoy jefe de gabinete de Pedro Sánchez. López niega rotundamente haber informado al presidente".
En resumen, "informes extraoficiales", "rumores", "un vídeo que nadie ha visto y no sabemos si existe", "un intermediario"... y ninguna prueba. Sólo había que leérselo para comprobarlo, pero muchos medios se hicieron eco acríticamente. Y nadie fiscalizó la información. Porque el chismorreo gusta. Y entonces nadie habló de clickbait. Bien, pero por qué nos tendríamos que extrañar si hay periodistas de reconocido prestigio que durante años publicaron decenas de noticias donde defendían que el 11-M fue ETA. Y en este caso no estaba en juego la reputación de un político sino la memoria de 191 muertos y unos 1.700 heridos y la angustia de sus familias.