Alfonso Guerra se ha empeñado en demostrarnos que haber sido vicepresidente de un gobierno no garantiza que tus opiniones actuales estén a la altura del cargo que has ocupado. Y, le diré más, en este caso ni siquiera garantiza que las opiniones estén a la altura de las de una ameba con dificultades neuronales.
En la vida de una persona es muy importante darse cuenta del momento en que se te ha pasado el arroz y asumir que tu realidad es más importante que satisfacer tu ego. Y si no lo hace la persona en cuestión, es obligación de la gente que la quiere que un día la sienten en una silla y le expliquen, muy resumidita, la realidad: "Mira, entendemos que creas que todavía puedes aportar algo, pero toma... En esta bolsa de supermercado tienes media barra de pan duro y en aquel barreño un poquito de agua del grifo. Coges el pan, lo mojas bien con el agua y cuando el pan esté blandito, te vas a la placita, te sientas en un banco, desmenuzas el pan y se lo echas a las palomas. Y si alguien te pregunta, aunque sea una dirección fácil, tú calladito. ¿De acuerdo? Tú, siempre muuuuuy calladito".
Porque, es que si no se procede de esta forma y manera, después pasa lo que pasa. ¿Y qué pasa? Pues que alguien que ha intentado convencernos de que era un sensible intelectual progresista de izquierdas acaba diciendo en una entrevista en la Cadena SER: "Venezuela está sufriendo una dictadura, además incompetente, porque todo el mundo sabe que las dictaduras liquidan la libertad de los pueblos, sin embargo, al menos, tienen eficacia en el terreno económico. [...] Entre la dictadura de Pinochet, horrible, y la de Maduro, horrible, hay una diferencia: que en una la economía no cayó y en la otra cayó".
Por lo tanto, alabadas sean las dictaduras porque dan riqueza a sus súbditos. Bien, a los súbditos que la dictadura no asesina, que estos desagradecidos van y se mueren y, claro, se pierden lo de tener el bolsillo bien lleno. Pero a quienes tortura, encarcela, destroza la vida, les roba los hijos y las propiedades, etc., etc., si consiguen sobrevivir, después son taaaaaan ricos... ¡Y eso les provoca tanta felicidad!
Seguro que si usted se va a Corea del Norte, una dictadura que como todas es ejemplo de eficacia total y absoluta en el terreno económico, y les pregunta a los ciudadanos que han quedado vivos, todos le dirán lo mismo: "¡Vivimos tan bien gracias a la dictadura!".
De hecho, el régimen nazi fue una gran potencia económica. Y los millones de personas que murieron en los campos de concentración no, ¡pero los que sobrevivieron le estuvieron tan agradecidos a Hitler por su eficacia! Eficacia como asesino, pero también en el terreno económico. Cosas de las dictaduras. Y por suerte, ahora Alfonso Guerra nos ha abierto los ojos a la pandilla de ignorantes que somos usted y, sobre todo, yo.
Imagino que nuestro gran intelectual y sensible hombre de letras pronto nos regalará otra de sus grandes obras maestras y la titulará algo parecido a "Si volviera a ser vicepresidente, Pinochet sería mi ministro de Economía y Eficacia".