No está muy lejos de casa. Me encontré la cola un día pasándo por casualidad. Y me impactó mucho por la cantidad de gente que había. Era al inicio del confinamiento y aquella imagen era noticia. Pero decidí no hacer ninguna foto. Ni tan sólo miré mucho a las personas que estaban. Mi paso intentó ser lo más discreto posible porque imaginaba que a mí no me gustaría mucho que me vieran haciendo una cola para obtener comida. Quizás si llega el día pensaré diferente y desearé que quien pasa por mi lado me mire a los ojos. Pero en aquel momento preferí pecar de prudente.
Y ahora aquella frase tan típica: "Los que hacían cola eran personas como usted y yo". Que tampoco tengo muy claro qué quiere decir exactamente eso de "como usted y yo". Imagino que cuando la decimos queremos explicar que son personas que vivían de su sueldo y que el día que se acabó el sueldo se acabó poder vivir. Y cuando eso sucede, supongo que aguantas como puedes hasta que llega el día que la nevera está totalmente vacía y no tienes más remedio que ir a hacer cola a la puerta de una parroquia, un banco de los alimentos o una asociación. Con la esperanza de que sea un mientras tanto y que saldrás adelante. Porque, claro que hay de todo, pero la mayoría de la gente quiere trabajar, tener un sueldo mínimamente digno para pagar un alquiler o una hipoteca, llenar el carro en el mercado, de vez en cuando salir a comer con la familia y comprar a los hijos alguno de sus caprichos.
La primera vez que oí la frase "aquí hay hambre", usada como lema de denuncia y señalamiento de una realidad escondida, fue en aquella BCN preolímpica, cuando nos pensábamos que teníamos tantas longanizas que nos faltarían perros para poder atarlos. Un país en transformación hacia la modernidad más moderna y el futuro más esplendoroso convivía con una pobreza y una marginación que ha seguido existiendo, que nunca se ha ido y que ha tenido momentos como el actual, que de tanta que hay, rebosa.
Aquí hay hambre. Aquí y ahora hay miles de personas que viven de la caridad. Sí de la caridad, una palabra que hemos hecho desaparecer de este lenguaje tan refinadamente eufemístico que gastamos. Caridad: "Ayuda o auxilio que se da gratuitamente a quien lo necesita, como dinero, ropa o comida". Y mientras eso sucede en el mundo real, en los parlamentos hablan, sí, pero de sus cosas. Cosas que no van de gente haciendo cola para poner aceite, leche, pasta, legumbre y galletas dentro de su carro. No, van de poder, de propaganda, de conseguir al día siguiente un titular favorable en la prensa amiga que quizás haga subir una décima en unas encuestas que ya nadie se cree.
Y mientras aquí hay hambre, por una vez que existe un ingreso mínimo vital, con todas las críticas que se le puedan hacer, ya ha aparecido el concepto de "la paguita". Lo utiliza el fascismo asintomático, los nietos que todavía hoy viven de lo que robaron sus abuelos durante el franquismo, para tratar de ladrones y vividores a la gente que hace cola para comer. Con aquella superioridad de clase de los que han venido a la vida a pasar el verano. "Pues yo también me apuntaré a eso de 'la paguita' y a vivir sin trabajar", dicen. Sí, con 400 euros (o 600), que es lo que ellos pagan cuando una vez por semana les traen a casa la compra del súper.
Y al lado de estos, los que hacen buena la frase "no hay nada más tonto que un obrero de derechas". Sí, ya sé que no quedan obreros, como tampoco se hace caridad, y que eso de las derechas y las izquierdas es relativo, pero ya me entiende. Es la carne de cañón que ha hecho presidente a Trump y a Bolsonaro y vota a VOX. Los que escogen la enfermedad porque creen que evitará el remedio y acaba pasando como en los aparcamientos de los centros comerciales, que por debajo de la tuya siempre una planta inferior.
Ojalá todo vuelva a funcionar más o menos y las colas para llenar el carro vuelvan a ser las de siempre. Porque querrá decir que 1/ La gente está salendo adelante y 2/ A pesar de todo tenemos un sistema donde la solidaridad todavía existe y permite ayudar a la gente con dificultades, que siempre habrá. Y sí y aquí también incluyo algun que otro vividor que se aprovecha del sistema. Pero si quiere, de las miserias de la condición humana hablamos otro día...